Latinoamérica: Donde la ilusión vence a la razón

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Aparentemente es más fácil exigir que esforzarse; estirar la mano, que ponerse a trabajar; quejarse, que asumir responsabilidad.

En América Latina existe un patrón peculiar: el pueblo es el principal aliado de una fantasía que trasciende fronteras, y en términos tangibles no logra avanzar ni un solo metro.

Se trata de una región que nació con mucho, creció con poco y permanece arraigada al mínimo restante.

Una comunidad que no supo mas que seguir órdenes y cuando volteó la cara, con su consentimiento inconsciente, le habían exprimido hasta la última gota.

Históricamente, el territorio latinoamericano se ha desarrollado bajo la sombra de los grandes regímenes a nivel internacional. Sin saberlo, ha jugado el rol del ahijado -no tan consentido- al que se le instruye y se le ordena. Y así, sus grandes padrinos, patrocinadores de su incapacidad de prosperar al mismo ritmo, observan desde la tribuna de la bonanza.

La ubicación geográfica, los recursos disponibles y los rasgos culturales han sido factores contribuyentes a la aceptación de un esquema paternalista que terminaría por asfixiar a la raza latina. Sin embargo hay algo más, de carácter manifiesto y casi inaudito a la vez: un espíritu conformista que naturalmente, iba contra el reloj.

Hoy se ha agotado el temporizador y de manera gradual, comienzan a ponerse de pie aquellas almas que se mantenían adormecidas. Empieza a gestarse una ola inconformista donde predomina la protesta y dirige la exigencia. El descontento popular se respira circulando por las grandes avenidas, al tiempo que se acumula en las esquinas de los callejones más marginados.

Sin embargo, las masas extienden un reproche vacío, que si bien está justificado, carece de un plan de acción razonable; de una estructura que obligue a retomar las riendas de la independencia y a dejar la sumisión en el pasado. Pero este no es más que un sueño guajiro. Y es que el ahijado latinoamericano aprendió a imitar, dejando a un lado la oportunidad de desarrollar habilidades por su propia mano.

Ante esta situación, parece que existe una alternativa sencilla que con prisa busca desaparecer los malos recuerdos, pero en realidad solo los entierra. Es sin duda la opción más atractiva, aquella que no requiere gran esfuerzo ni de una profunda capacidad de discernir. Solamente pide a gritos una apasionada dosis de esperanza, ilusión y lealtad incondicional.

Se trata de la estructura política tan autoritaria como todas, que se disfraza de populista mientras vende la seductora idea de recuperar las joyas de la corona con una varita mágica fácil de usar: la del resentimiento.

Lamentablemente, los cuentos de hadas no conquistan resultados en la vida real. No obstante, funcionan al volverse más cómodo sostener una fe ilusa ante las promesas de los grandes príncipes y princesas que juegan a la política.

Resulta entonces más fácil exigir que esforzarse; estirar la mano, que ponerse a trabajar; quejarse, que asumir responsabilidad.

¿Qué destino le depara al pueblo que confía antes de evaluar; ese que demanda antes de generar, aquél que clama sin antes actuar?

Colaboración especial: Camila Gómez Díaz Barreiro

Fuente: radioformula.com