Agoniza la izquierda mexicana ||Ernesto Ruiz

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“Es de humanos equivocarse, de tontos no reconocerlo y de necios no rectificar”.

Heberto Castillo

 

Corrían los años 94, 95 y 96, más o menos, en lo que hoy es la Ciudad de México confluíamos una gran cantidad de jóvenes oaxaqueños, especialmente nos identificábamos los istmeños, quienes solíamos reunirnos a disertar y filosofar de la vida y del país. Leíamos noticias, reíamos y discutíamos lo mismos sobre Kant, Marx y Hobbes que sobre José Alfredo, Macario Matus o Andrés Henestrosa.

 

Fueron tiempos en que, era casi religioso, vernos los viernes en casa de Paco (no doy más referencias porque no he pedido su consentimiento, solo diré que era teco y vivía muy cerca de la UAM Iztapalapa) -Con quién por cierto trabajaba como estibador algunas veces para ganarme una lanita extra-. Esas eran tardes de jolgorio, corría mezcal, cerveza, garnachas, pollo frito, minilla, totopos, queso, camarón seco y otras exquisiteces importadas directamente de la tierra de María Santísima.

 

Terminamos por esa aventura, emprendida en gran medida por Fernando y Manuel, agrupándonos en una asociación de estudiantes oaxaqueños, iniciamos un puñado y terminamos siendo un número considerable, nuestras reuniones eran en una sala que nos prestaba el Senador “Mesha” en la torre del caballito.

 

Agrupados y organizados marchamos cada 2 de octubre, apoyamos movimientos obreros como la huelga del SITUAM, organizamos jornadas culturales, conferencias y un largo etcétera.

 

Traigo a colación estos recuerdos, porque nuestros alicientes eran la búsqueda de la justicia social y un país con un estado de derecho real y aplicado.

 

Nuestros ejemplos vivos eran quienes luchaban todos los días por obtener instituciones que garantizaran el uso pleno de los derechos de las y los mexicanos, entre otros puedo mencionar a Heberto Castillo, Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo, Rosario Ibarra de Piedra.

 

Muchos de aquellos compañeros se quedaron en esa lucha, acompañando los movimientos sociales que han transformado este país, respeté y respeto mucho sus ideales, porque son los míos: la libertad, la democracia y la justicia.

 

Pero hoy, con tristeza veo que aquellos discursos, la profundidad de pensamiento crítico que se había forjado, se han quedado sumergidos en la voraz ambición del poder, han sucumbido ante los atropellos y embustes de un ser deleznable y perverso, solo porque fueron sus grandes esfuerzos los que lo llevaron al poder. No ven, no oyen, ¡no gritan! Ahora creen que la justicia social es repartir prebendas electorales disfrazadas de programas sociales, ignorando a propósito cual es la fuente de financiamiento actual y futura.

 

¿Qué no recuerdan cuánto costó que existieran las representaciones plurinominales en el Congreso para que las minorías estuvieran representadas? Minorías por cierto que eran la izquierda y derecha mexicana.

 

¿Acaso se les olvidó que la lucha eran la defensa de los derechos Humanos? Y hoy han convertido a la CNDH en un adorno, ayer renunciaron nuevamente los consejeros. Han violentado el derecho fundamental de acceso a la salud, múltiples veces violan el derecho a un medio ambiente sano. En la ciudad de Oaxaca no operan las plantas potabilizadoras que aunado a la mala disposición de los residuos sólidos amenazan al medio ambiente y a la salud de los habitantes de la ZMO, por citar dos ejemplos.

 

Se les olvidó que la bandera de la lucha era por la independencia de los poderes de nuestra República, ahora quieren subyugarlos a los deseos de su ser supremo.

 

Que pronto olvidaron que la lucha era por la transparencia, la rendición de cuentas y el combate a la corrupción, han ocultado del acceso público la información de sus proyectos con mayor inversión, trataron de desaparecer el INAI y ahora buscan ralentizarlo.

 

La consigna era “No al fraude Electoral”, ahora quieren un INE a modo del líder para ganar las elecciones, siempre.

 

La izquierda da sus últimas bocanadas, se muere, ahogada, sumergida en un océano de billetes.