Un coronavirus distinto, un domingo de resurrección diferente: Jorge Luis Díaz

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En estos días me pongo a pensar, ¿qué es lo que está pasando en mundo y cuál es el mensaje que nos traen los signos de este tiempo?

Los animales toman lo que es suyo, la tierra y el mar. El cielo y la atmosfera regresan a la normalidad. Los volcanes se coordinan en un mismo día para recordarnos que han estado antes de nosotros y seguirán después. Las trompetas en el cielo (producto de impactos de corrientes de aire, dice la NASA) ya no sólo se escuchan en Oriente, sino también en Occidente. El Covid-19, es la primera pandemia de la historia, que paraliza al mundo por completo y llegó para quedarse y modificar la forma de vida de todos.

Dice la Palabra de Dios que la venida del Hijo del Hombre recordará los tiempos de Noé.

Se lee en la Biblia, que unos pocos días antes del diluvio, la gente seguía comiendo y bebiendo. Hombres y mujeres se casaban, hasta el día en que Noé entró al arca.

No sé dieron cuenta de nada hasta que llegó el diluvio y se los llevó.

Hago reflexión sobre la primera parte Mateo 24, 37-51 y la palabra “recordará”. No dice que será igual, dice “recordará”. Y me parece que lo dice porque en Génesis 8, 21, Yahvé, Dios Padre, se da cuenta de lo que hizo (el Diluvio) y reflexiona: “Nunca más maldeciré la tierra por causa del hombre, pues veo que sus pensamientos están inclinados al mal ya desde la infancia.Nunca más volveré a castigar a todo ser viviente como lo he hecho”.

Cobra sentido la palabra “recordará”, pues, sin duda, queda claro no será un diluvio, pero nos acordaremos de ese diluvio en tiempos de Noé. Entonces, me pregunto ¿qué será?

Otro punto importante que destaco, ahora del Génesis, es que dijo Dios “Nunca más maldeciré la tierra por causa del hombre” y más adelante dice “nunca más volveré a castigar a todo ser viviente”. Es decir, Dios no sólo se refiere al hombre, a los humanos. Se refiere a su creación (tierra, aire, mar, cielo, animales, plantas, etc.).

Siguiendo con la cita de Mateo, más adelante en el mismo capítulo 24 dice: “Lo mismo sucederá con la venida del Hijo del Hombre: de dos hombres que estén juntos en el campo, uno será tomado, y el otro no; de dos mujeres que estén juntas moliendo trigo, una será tomada y la otra no”.

Es decir, quedará sólo 1 de 2. ¿El 50% de la humanidad? Más allá de la cifra, lo interesante de la parte última de esa cita es que el Hijo del Hombre podrá tomarte, incluso, trabajando. ¿Pero no es lo que quiere Dios, que estemos trabajando? ¿Qué seamos productivos? ¿Entonces?

Leyendo todo el capítulo de Mateo, no sólo habla de eso, habla de otras parábolas: la del ladrón que puede llegar de noche, la del administrador de la familia digno de confianza; la de las diez jóvenes vírgenes que se quedan y se pierden la llegada del novio; y el de los talentos dados a los siervos que no generaron intereses al dueño.

 

Es decir, en Mateo se leen tres características importantes que debe tener el que quiere estar a la derecha del Padre cuando venga el Hijo del Hombre: preocupación, fidelidad y trabajo. No sólo trabajo.

Ok, pero ¿qué pasa con la parte inicial de mi reflexión? ¿El coronavirus y lo que pasa en el mundo?

Hace poco escuchaba al sacerdote español, Antonio Fortea, exorcista reconocido de la Iglesia católica hacer una reflexión profunda sobre el coronavirus la luz del 4to jinete del apocalipsis, que no significa que el mundo se va a acabar, ojo, el mundo seguirá después de nosotros, pues Dios ya lo dijo en el Génesis, sino sólo es hacer una reflexión a la luz de la palabra de Dios, que también incluye al Apocalipsis.

Dice el capítulo 6 del Apocalipsis: “Mientras estaba mirando, el Cordero abrió el primero de los siete sellos… Cuando abrió el cuarto sello, oí el grito del cuarto Ser Viviente: “Ven”. Se presentó un caballo verdoso, el nombre de su jinete era Muerte, y el Hades, le seguía. Les fue dada autoridad para exterminar a una cuarta parte de la tierra, con la espada, el hambre, la peste y las fieras”.

El padre Fortea hace referencia a algo importante, la frase “les fue dada autoridad”. A los jinetes les fue dada autoridad por Dios.

Muchos de nosotros pensamos que esto que pasa ahora no es obra de Dios, porque Dios quiere el bien para todos y no el mal. Sin embargo, lo que pasa hoy en día no es obra de Dios, sino del mal, del mal creado por la propia humanidad, esa humanidad que Dios dice en Génesis 8, 21, “está inclinada al mal ya desde la infancia”. Entonces, ojo, algo muy distinto es que Dios permita el mal. ¿Por qué no habría de permitir la peste? ¿Es la peste un mal? ¿Es el coronavirus un mal?

Dice el padre Fortea en un video de YouTube que subió recientemente mientras permanece en cuarentena por el Coronavirus: “menos mal que Dios tenga control sobre el mal”. Que le pueda poner límites y que sea Dios quien le da autoridad sobre nosotros. Y en esto recuerdo la historia de sufrimiento del Santo Job, al que se le mueren sus trabajadores, su ganado, sus hijos, su familia, pero lo último que pierde es la fe y el temor a Dios. Recuerdo Job 1,12 cuando Dios le dice a Satanás: “Te doy poder sobre todo cuanto tiene, pero a él no lo toques”.

El padre Fortea, hace una reflexión profundamente válida sobre el 4º Jinete del Apocalipsis, la peste y el coronavirus, y dice: “Dios tiene prisa en que la sociedad no se convierta en una factoría de degradación de las almas, que es lo que estaba sucediendo, destruyendo los matrimonios, destruyendo los hijos, quitando la gracia de Dios a todas las almas, etc.” Y luego afirma, “aun así, el mecanismo es gradual, va a su tiempo”.  ¿Qué pasaba antes de esta peste del coronavirus? ¿Reconocíamos a Dios? ¿Lo teníamos presente en el prójimo? ¿O nos comían las ansias por ganar más, por acumular más, por ahorrar más, por manifestarnos más, por imponer nuestra agenda de derechos, por dividir más, por enjuiciar más?

Dijo, recientemente, el Papa Francisco, durante la maravillosa bendición Urbi Et Orbi dirigida a todo el mundo desde la Plaza de San Pedro, por medio de las redes sociales: “No nos hemos detenido ante tus llamadas (Señor), no nos hemos despertado ante guerras e injusticias del mundo, no hemos escuchado el grito de los pobres y de nuestro planeta gravemente enfermo. Hemos continuado imperturbables, pensando en mantenernos siempre sanos en un mundo enfermo”.

Por su parte, dice el Salmo 147: “Él sana al quebrantado de corazón y venda sus heridas”, pero atinadamente, aclara, el padre Fortea, que este Salmo en nada se contradice con los 4 jinetes del apocalipsis.

Es decir, como le dijo el Santo Job a su esposa cuando ella le pedía que lo maldijera por todo lo que había pasado: “Si aceptamos de Dios lo bueno ¿por qué no aceptar también lo malo?”

Regresando al capítulo de Mateo, sobre la venida del Hijo del Hombre, es decir, Jesucristo, ese que hoy los cristianos celebramos en todo el mundo por haber resucitado, es decir, ese Cordero del que habla el Apocalipsis, quien tiene el poder de abrir los siete sellos, más adelante nos narra, que en el Juicio Final, cuando Jesús separe a sus ovejas de los chivos, dirá: “Vengan, benditos de mi Padre, y tomen posesión del reino que ha sido preparado para ustedes desde el principio del mundo. Porque tuve hambre y ustedes me dieron de comer; tuve sed y ustedes me dieron de beber. Fui forastero y ustedes me recibieron en su casa. Anduve sin ropas y me vistieron. Estuve enfermo y fueron a visitarme. Estuve en la cárcel y me fueron a ver”. Mt 25, 31-46.

Para ir concluyendo entonces, ¿cuál debe ser la posición de nosotros los cristianos frente a estos signos de los tiempos que estamos viviendo? ¿Frente a este nuevo coronavirus y lo que falte por surgir?

El evangelio de Mateo de arriba, lo narra claramente: seguir dando consuelo al desprotegido, amar el prójimo, pero para lograrlo tenemos que creer en Dios, pues dice la primera carta de Juan: “Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es un mentiroso; porque el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede amar a Dios a quien no ha visto” 1Jn 4, 20.

Frente a esta situación, frente a este pandemia que vivimos y su relación con todos los fenómenos naturales que se presentan, en medio de la lectura del Génesis, de Job, del evangelio de Mateo, de la carta de Juan o de sus relevaciones en el Apocalipsis, finalizo recordando las hermosas palabras  de esperanza que nunca olvidaré, de nuestro Santo Papa Francisco, que dio el pasado viernes 27 de marzo, en medio de una Plaza de San Pedro vacía. Palabras que son dignas de leerse y releerse en este Domingo de Resurrección de nuestro señor Jesucristo:

“En medio del aislamiento donde experimentamos la falta de los afectos, escuchamos una vez más el anuncio que nos salva: ¡ha resucitado y vive a nuestro lado! Dejemos que reavive la esperanza.

Nos llamas a tomar este tiempo de prueba como un momento de elección. No es el momento de tu juicio, sino de nuestro juicio: el tiempo para elegir entre lo que cuenta verdaderamente y lo que pasa, para separar lo que es necesario de lo que no lo es.Es el tiempo de restablecer el rumbo de la vida hacia ti, Señor, y hacia los demás”.

Dice el Padre Fortea, que probablemente el 4to jinete del apocalipsis, el coronavirus, ahora sólo sea asomado, pero es posible que más adelante, aparezca de una forma más profunda y evidente. Si eso es así, que cuando el Hijo del Hombre venga, nos encuentre preocupados, fieles y trabajando.

Amén.

Jorge Luis Díaz.

@CiudadanoCoke