La nueva carrera espacial y la importancia del desarrollo científico: Francisco Ángel Maldonado Martínez

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Si nada extraordinario sucede, este día será histórico por el lanzamiento espacial de la nave Crew Dragon mediante el cohete Falcon 9 desde el Centro Espacial Kennedy, en Cabo Cañaveral, Florida. Con este lanzamiento, Estados Unidos volverá a la carrera espacial con una misión a cargo de SpaceX, la empresa del multimillonario Elon Musk. Debido a complicaciones meteorológicas, el lanzamiento fue suspendido minutos antes de realizarse el pasado miércoles. Será histórico no solo porque desde hace nueve años Estados Unidos dejó de enviar astronautas al espacio desde su territorio, también porque es la primera misión espacial tripulada a cargo de una empresa privada.

 

La carrera espacial supuso en el pasado una forma de competir en medio de la Guerra Fría. Hay que recordar que la Unión Soviética le disputaba a los Estados Unidos la conquista del espacio, y que de hecho envió al primer astronauta, Yuri Gagarin, en 1961. Desde ese hito y pasando por el primer hombre en la Luna, el estadounidense Neil Armstrong, en 1969, la carrera espacial fue, a la par, de la carrera nuclear armamentística, una forma de proyectar superioridad y poder al resto del mundo.

 

El cine y la televisión pronto hicieron creer a las personas que la conquista del espacio estaba a la vuelta de la esquina, que no faltaba mucho para que naves humanas conquistaran, además de la Luna, Marte y otros planetas de nuestro sistema solar y más allá de él. No obstante, la realidad demostró que mantener un programa espacial era muy costoso y que resolver los problemas en la Tierra era mucho más urgente. La caída del sistema socialista en los noventa allanó el camino para que Estados Unidos se mantuviera como la potencia capaz de conquistar el espacio, pero los avances de la NASA fueron cada vez menos promisorios. Al final terminó dependiendo de Rusia para alcanzar la Estación Espacial Internacional, EEI.

 

El Crew Dragon se dirigirá a la EEI y será tripulada por dos astronautas, el coronel retirado Doug Hurley, de 53 años, y el coronel de la Fuerza Aérea Bob Behnken, de 49 años. El despegue será desde la histórica plataforma de lanzamiento 39A, la misma que usaron los astronautas del Apolo para llegar a la Luna. Con este lanzamiento, SpaceX será certificada por el programa comercial tripulado de la NASA para enviar a sus astronautas a misiones operativas de larga duración en la EEI.

 

Para Rodolfo Neri Vela, el primer mexicano en viajar al espacio en 1985, este lanzamiento es muy significativo: “Estados Unidos ha dependido durante casi 9 años de las cápsulas rusas Soyuz para poder enviar a sus astronautas hacia la EEI, además de tener que pagar cada boleto y enviarlos a entrenarse en Rusia. Lo mismo se puede decir de Europa, Japón y Canadá, que son socios de la Estación. Ahora, Estados Unidos recuperará su independencia”. Tan es así que el pasado miércoles llegó a Florida Donald Trump en un intento por capitalizar el éxito del lanzamiento que finalmente se pospuso para este sábado.

 

El itinerario contempla que el cohete Falcon 9 alcanzará una velocidad de más de 27 mil kilómetros por hora, y luego se separará de la Crew Dragón, que continuará su trayectoria hasta la EEI. Aquí los astronautas Behnken y Hurley pasarán entre uno y cuatro meses realizando trabajos científicos y técnicos. Detrás del lanzamiento está la posibilidad de recuperar tanto el cohete como la cápsula que podrán ser reutilizados; esta es la clave del trabajo de SpaceX para reducir los costos del viaje espacial. Desde hace años, SpaceX y Boeing, el gran fabricante de aviones, colaboran con la NASA para el desarrollo de un programa comercial de transporte espacial que permita a civiles viajar por placer fuera del planeta. A este lanzamiento sigue el de la cápsula Starliner de Boeing.

 

Este acontecimiento transmitido a nivel internacional por redes sociales pone de manifiesto una verdad que algunos se niegan a ver: la ciencia es indispensable para el desarrollo. Sin ciencia nadie podría viajar, ya no digamos al espacio, a ninguna parte. El desarrollo científico ha permitido que en el último siglo los seres humanos veamos avances inéditos, transportarnos en automóviles cada vez más sofisticados o viajar en avión a velocidades que nuestros antepasados ni siquiera imaginaron. Este desarrollo ha sido producto de la colaboración de miles de científicos especializados en ciertas áreas del conocimiento, que después de mucho investigar, pueden realizar aplicaciones a lo largo de un proceso detallado, que depende de que cada quien haga su parte.

 

Como ninguna otra ambición del ser humano, la carrera espacial ha dependido y depende de que los mejores científicos de la humanidad cuenten con las herramientas para hacer su trabajo. De hecho, este lanzamiento también es una victoria porque, luego de la cancelación de los fondos para el proyecto del transbordador espacial hace casi una década, se buscaron nuevas formas de mantener el objetivo de investigar en el espacio ahora con la ayuda de la iniciativa privada, que comparte riesgos en la gran inversión que requieren las naves, pero también puede compartir beneficios al llevar al espacio a los astronautas estadounidenses y en un futuro a quienes paguen por la experiencia.

 

Se demuestra que la ciencia espacial puede seguir en la agenda de pendientes de nuestra civilización, pero con una inversión de recursos compartida. Mucha falta nos hace entender esta realidad en tiempos en que la ciencia parece estar amenazada en nuestro país por enormes recortes a su presupuesto. Recordemos que los grandes problemas que enfrentamos, ya no como humanidad, sino como mexicanos, dependen de que el conocimiento en ciertas áreas nos brinde respuestas para el futuro. Mientras la conquista espacial se ha mantenido como una tarea que involucra solo a las superpotencias, en México deberíamos apostar porque nuestros ingenieros e ingenieras sean parte de empresas tan ambiciosas como esa, que se preparen con las mejores herramientas y sean competitivos frente a su generación en cualquier parte del mundo.

 

Podemos ser espectadores de las hazañas que llevan a cabo otros países que invierten en la preparación de sus científicos, o podemos ser parte de las misiones que, en el futuro, hagan historia como hoy lo hace el lanzamiento de la Crew Dragon.

 

 

*Director General del ICAPET