La enseñanza de Trump: Jorge Luis Díaz Palacios

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Ciudadano Coke Un llamado al animal dormidoPara las y los mexicanos todos los pronósticos indicaban que Hillary Clinton ganaría la presidencia de Estados Unidos de Norteamérica.  En todos los pronósticos iba a la alza en preferencias electorales. Así lo revelaban la mayoría de las encuestadoras antes y durante el día de la elección.

Sin embargo, no era esa la razón fundamental por la cual sabíamos que ganaría Hillary, era ante todo, por los pronósticos que nos arrojaba la televisión y los medios de difusión masiva. Sí, la televisión y los medios a través de sus líderes de opinión, a través de sus contenidos, la televisión a través de sus deseos electorales.

Cuando comenzó la contienda por la Presidencia de Estados Unidos durante las elecciones internas de los republicanos y demócratas, Trump fue uno de los mejores espectáculos para el show de las elecciones televisadas. Sus asesores lo sabían, pegaban una vez y pegarían durante toda la campaña. El discurso de Trump empezó entonces a radicalizarse, mientras al mismo tiempo las cadenas de televisión en México y en Estados Unidos empezaban a tomar mayor partido y por tanto también los televidentes, los homovidens.

De pronto entonces toda la efervescencia mexicana estaba metida –como nunca antes- en el proceso electoral de Estados Unidos. Nos volvimos analistas políticos, financieros, económicos, internacionales. En un breve lapso sabíamos todos lo que vendría para México si ganaba Donald.

Fue tal el grado, que senadores y senadoras en un acto por demás ridículo política, mercadológica y patrióticamente, se ponían la camiseta con los colores y estrellas de la bandera de Estados Unidos y la leyenda “Hillary for President 2016” mientras detrás de ellos destacaba una leyenda sobre la mesa directiva del pleno del Senado que decía: “La patria es primero”. Todo indica que la televisión y los medios ya habían hecho estragos en sus conciencias e identidad nacional.

Hillary se convirtió sin fundamento alguno en la candidata preferida del mexicano. ¿Por qué? Talvez porque no era ella quien pronunciaba el discurso anti-mexicanos, era Trump, no era ella quien pronunciaba el discurso racista, era Trump. Era entonces ella la heroína de la película. De esta telenovela de la vida real.

Pero aquí una pregunta ¿y si hubieran existido otros dos candidatos haciendo campaña y sobre la boleta representando a otros dos partidos además de Hillary y Trump? ¿Por quién nos hubiéramos decidido? ¿A quién hubiéramos apoyado desde estas tierras latinas?

Para quienes estamos en el medio político, la historia de los Clinton no es nueva, mucho menos renovada. Su historial llega incluso a conexiones con empresas mineras en otros continentes y negocios de miles de millones de dólares a costa de la Presidencia de Estados Unidos. Al igual que Trump, la fundación Clinton ha utilizado recursos públicos para fines privados. El esposo de Hillary, Bill Clinton, fue quien entre 1993 y 1997 construyó el actual muro entre México y Estados Unidos que abarca California y Texas.

Hillary no es ni será nunca la heroína de la historia que nos vendieron a los mexicanos en medio de la pasión política de esta campaña. Ambos, tanto Trump como Hillary eran pésimos candidatos.

El primero por el discurso y por tanto la ideología que levantó en Estados Unidos. Es importante apuntar que Trump no sembró la semilla de la discordia. La discordia, el racismo y el odio ya estaban ahí, guardados, a la espera, cautivos, buscando emanciparse del discurso de “el país de las libertades”. Puede decirse que Trump sin saberlo o sabiéndolo –desconocemos si existieron estudios al respecto- le atinó y pegó, tanto electoral como mediáticamente.

La segunda por su historial y por tanto, por el sistema que representaría adelante. Política gris que actuaba bajo el molde de siempre, el discurso estratégico dependiendo del electorado, los arreglos políticos y que además creció políticamente a costa de un hombre como Bill Clinton, no por méritos propios.

Trump finalmente ganó gracias al Colegio Electoral no gracias a los electores. Sí, aunque Hillary tuvo miles de votos más, no ganó debido a que el sistema norteamericano se basa en el voto indirecto. Quienes votan lo hacen por 538 electores que los representan a ellos y a los diversos estados de su país en el llamado Colegio Electoral. Es así que esos 538 electores eligieron a Trump. Reglas de su democracia.

En medio de todo eso nos quedamos las y los mexicanos esperando por el final feliz. Ese final en el que la heroína hubiera hecho justicia sobre el malvado villano.

A México le vendieron esa historia ya conocida de buenos y malos, o es negro o es blanco, producto de la ignorancia en que nos mantiene un sistema diferente al de norteamérica y aún más dañino que el venidero Trump, el sistema mexicano. Ese sistema de los políticos y clase privilegiada que infunden el miedo a costa de sucesos como este, como el de la victoria de un racista que traerá todos los males sobre la economía mexicana.

La clase política y privilegiada –inclúyanse grandes medios de difusión- define entonces nuestra ideología en gran medida. Ya lo mencionaba don Arnoldo Córdoba en su “Ideología de la Revolución Mexicana”, es la clase dominante la que de alguna forma inspira y dirige la conducta de la clase social dominada sobre su realidad política, económica y social.

En el largo plazo el sistema que hoy nos mantiene en la ignorancia tiene un nuevo aliado para justificar el estado vegetativo en el que se encuentra nuestro país, es Donald Trump.

La enseñanza es pues, que México necesita aliados que le permitan justificar sus problemas. La voracidad de su sistema,  donde cada día hay más corrupción, más gasto público pero mayor pobreza, más endeudamiento pero más impuestos para los generadores de empleos.

Trump nos enseña que el mexicano necesita justificantes de sus males y sus crisis –a algunos otros nos los recuerda solamente-. Pero también nos enseña, a los de a pie, que  podemos dejar de lado las historietas de malos y buenos y ponernos a trabajar por el México que anhelamos comenzando el cambio en nosotros mismos. Consumiendo mexicano, no subiendo los precios ante las temporadas de buenas ofertas, dejando de ser malinchistas, contratando mexicanos y pagándoles bien o simplemente promoviendo el éxito del prójimo, por ejemplo.  Trump nos enseña a estar unidos mexicanos y sinceramente yo creo que se puede. Hagamos contacto, porque no dudo que se puede.

*Consultor y activista cívico

cabildea.director@gmail.com

@CiudadanoCoke