La cesión al PVEM de la candidatura que encabeza la fórmula al Senado, es señal de una elección compleja en Oaxaca: Adrián Ortiz

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El Partido Verde no le quitó al PRI la candidatura que encabezará la fórmula al Senado en Oaxaca. Más bien, en el cálculo electoral parece quedar claro que la elección en la entidad será de una competencia muy intensa, en la que es posible que no existan las condiciones para lograr los triunfos que los priistas quisieran. Vale recordar los escenarios de las dos elecciones previas para tener indicios claros, y considerar que ésta será la primera ocasión en que ocurran elecciones municipales, locales y federales de forma concurrente.
En efecto, según la información que se ha dado a conocer en los últimos días, se anunció que será el Partido Verde Ecologista de México (PVEM) el que encabezará en Oaxaca la primera fórmula por el Senado de la República, dentro de la coalición “Meade, Ciudadano por México”, que conforman con el PRI y el Partido Nueva Alianza (Panal).
Según la información, las dirigencias nacionales de estos tres partidos políticos determinaron que en Oaxaca será el Verde quien abandere la primera fórmula al Senado, mientras que el PRI lo hará en la segunda fórmula. Hasta el momento, se desconoce si serán mujeres u hombres quienes encabecen las candidaturas o una posible combinación para garantizar la paridad de género. Así, aún cuando en el PRI hay muchos aspirantes que buscaban encabezar la primera fórmula, como Héctor Pablo Ramírez Puga, Mariana Benítez, Sofía Castro entre otros, la disputa se hará solo por un espacio en segunda fórmula.
En el tema de las diputaciones federales, se tiene previsto que el PRI abandere 6 distritos, mientras que el Partido Verde en 3 y el Partido Nueva Alianza en 1. Y, de acuerdo con la información, los distritos se repartirían de la siguiente manera: Al PRI le tocaría el Distrito I, con cabecera en San Juan Bautista Tuxtepec; el Distrito IV, con cabecera en Tlacolula de Matamoros; el Distrito VII, con cabecera en Ciudad Ixtepec; el Distrito VIII, con cabecera en Oaxaca de Juárez; el Distrito IX, con cabecera en San Pedro Mixtepec y el Distrito X, con cabecera en Miahuatlán de Porfirio Díaz. Por su parte, el Verde le corresponderán el Distrito III en Huajuapan de León, el Distrito V con cabecera en Salina Cruz y el VI en Tlaxiaco. Por su parte, a Nueva Alianza le correspondería el Distrito II, con sede en Teotitlán de Flores Magón.
Para entender mejor la naturaleza de este reparto de candidaturas entre los partidos, vale la pena considerar el antecedente inmediato, que es la integración de la LXII Legislatura federal, la cual emanó del proceso electoral federal de 2012 en el que hubo elección de Presidente de la República, Senadores y Diputados Federales. Una de las consideraciones que debe hacerse, es que en aquella elección había once distritos electorales federales, y ahora por la redistritación sólo se elegirán a diez diputados federales de mayoría relativa por nuestra entidad.
En la elección federal de 2012 había once distritos electorales, varios de los cuales cambiaron de cabecera. Por ejemplo, antes existían los distritos de Juchitán y Tehuantepec, que ahora son Ixtepec y Salina Cruz; antes el distrito costeño era Pinotepa y ahora es San Pedro Mixtepec; Tlacolula antes estaba compartido por Santa Lucía del Camino, y éste último desapareció; y, en general, el solo cambio de nombre de las cabeceras distritales federales nos da una idea de que toda la geografía electoral oaxaqueño cambió; aunque aún con eso, sí puede servir como un paralelismo hacia lo que viene. Veamos.

ANTECEDENTES FEDERALES
En la elección federal de 2012, el PRI sólo ganó un distrito electoral correspondiente a Juchitán. Ahí se contaban historias de cómo sospechosamente, la entonces candidata del PRD a la diputación federal (Rosalinda Domínguez) se negó de manera rotunda a salir a defender el apretadísimo triunfo que había obtenido sobre Samuel Gurrión; teniendo, dicen, todas las pruebas en la mano para asegurar que ella en realidad había sido la triunfadora, decidió no salir de su domicilio para apersonarse ante la autoridad electoral, que aún con irregularidades había dado por ganador a Samuel Gurrión Matías.
Como haya sido, todos los demás cargos de elección popular que estaban en disputa en ese momento, los perdió el PRI en aquella elección, incluidas las dos senadurías por mayoría relativa, que se echaron a la bolsa los abanderados de la coalición PRD-MC-PT, Benjamín Robles Montoya y Adolfo Romero Lainas, gracias —todos esos candidatos— al impulso que tuvieron sus deslucidas campañas por el efecto de la elección presidencial en la que Andrés Manuel López Obrador fue el protector y mecenas político de todos esos partidos.
Todo esto nos puede dar una idea de que, de haber un escenario más o menos similar —en el que Andrés Manuel López Obrador quedó en un lejano segundo lugar frente al candidato Enrique Peña Nieto, en 2012— de todos modos en Oaxaca hubo un escenario devastador para el PRI. Ello, además, da una idea de la realidad que ya parece estar palpando el PRI para buscar la posibilidad de hacer competitivos a la mayor cantidad de sus candidatos a diputados federales, pero alejados del espejismo de que podrán ganar la mayoría de las diputaciones o las senadurías.
Así, Panal no tendría muchas posibilidades; tampoco las tendría el Verde, ya que en 2012 el PRI-Verde no pudo ganar los distritos que ahora le asignaron (considerando que Salina Cruz hoy abreva una parte de los antiguos distritos de Juchitán y Tehuantepec); y el PRI tendría que echar mano de circunstancias novedosas y liderazgos frescos y competitivos, para tratar de hacer un papel decoroso en una elección que estará en gran medida determinada por factores externos, directamente relacionados con la elección presidencial.
Eso mismo explica la decisión de ceder la candidatura principal al Senado, al Partido Verde. No parece, de hecho, una concesión o un premio a aquel partido, sino un reconocimiento tácito de que la batalla electoral será tan compleja que el PRI está teniendo muchas reservas a la hora de postular a un candidato que podría no llegar si quiera a la senaduría por la vía de la primera minoría. En 2012, Eviel Pérez Magaña pudo acceder a esa senaduría a pesar de haber sido arrollado por la maquinaria gubernamental estatal y por López Obrador, gracias a que dos años antes había sido candidato a Gobernador y a que aún contaba con ciertos capitales políticos derivados de los procesos en los que había participado.

INCERTIDUMBRE
Hoy, el PRI no tiene a esa figura —porque hoy el Gobernador es priista— y tampoco parece dispuesto a mandar al sacrificio a alguno de sus cuadros actualmente más apreciados, a los que una derrota electoral marca de forma irremediable. Así, lo que parece claro es que la decisión de dejarle al Verde la postulación, se entiende por el cumplimiento de las cuotas nacionales, en espacios sobre los que no está afianzada la certeza de lo que pueda ocurrir.
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