Ivonne Gallegos, un sueño al paraíso: Francisco Ángel Maldonado Martínez*

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La violencia política es la peor expresión en un sistema político que se asume democrático. Si bien nunca se puede hablar de que los ideales cobren forma de realidades absolutas, la búsqueda de ellos nos permite avanzar. Se ha dicho ya que la utopía sirve para eso: avanzar una línea más mientras el ideal se aleja al mismo tiempo al infinito; por inalcanzable que sea, esa línea es un motivo para levantarse todos los días, entregar lo mejor de sí, servir a los demás, en una palabra: trascender. En buena medida la vida política es eso, salir de las cuatro paredes que nos rodean e ir en busca del encuentro con los demás, de lo público, no solo como un espacio sino como un estilo de vida. Quienes a esto nos dedicamos siempre tenemos presentes los riesgos y los asumimos, el ideal avanza delante de nosotros. El ideal nunca termina.

 

La semana pasada una mujer que tenía bien firmes sus ideales fue asesinada cobardemente por quienes creen que la política puede estar sujeta al miedo, y también creen que el miedo puede dominar las decisiones individuales. Esa mujer, Ivonne Gallegos Carreño, deja un lugar insustituible en su natal Ocotlán de Morelos, municipio que aspiraba a gobernar, convirtiéndose en la primera mujer presidenta municipal de su pueblo; ideal que avanzaba delante de ella. Pero la meta no es el objetivo, hay que decirlo con claridad, Ivonne quería gobernar no por el hecho de ocupar una posición prominente sino para servir a sus hermanas y hermanos, a sus paisanos, como ya lo había hecho en su trayectoria pública. Fue diputada en el Congreso del Estado de Oaxaca en la LXI Legislatura, entre 2010 y 2013, y dirigió el Instituto de Capacitación y Productividad para el Trabajo, ICAPET, posición y pasión que compartimos en ciclos distintos.

 

Debe haber mucha maldad en el alma de alguien que atenta contra la vida de un semejante. Los crímenes de odio han sido estudiados sobre todo en las últimas décadas y no hay una sola explicación ante un hecho que rebasa la comprensión humana. Y hablo de crímenes de odio porque es la manera de catalogar lo que sucedió hace unos días; antes que tratarse de una política oaxaqueña, Ivonne era la madre de familia de un niño de diez años, y había perdido a su esposo a causa de la violencia también hace seis años; era, como tantas mujeres, una jefa de familia luchadora. Por eso hay que reconocer que la Fiscalía General del Estado de Oaxaca asuma la investigación como un feminicidio, y de ahí la importancia de que este tipo penal se refuerce, pues en la medida que las penas y los castigos sean más severos, habrá menos sucesos lamentables como el que hoy enluta a Ocotlán y enluta a Oaxaca. El llamado de ONU Mujeres en este sentido, lo que representa la condena de un organismo internacional, también es un signo de que un suceso así no puede repetirse.

 

Gran amiga de Ivonne Carreño, Eufrosina Cruz Mendoza ha levantado la voz y señalado lo atroz de un crimen que no debe quedar impune. En una columna publicada esta semana en el periódico Reforma, Eufrosina afirma contundentemente: “Hoy, el odio criminal y el miedo hecho balas te arrebataron la vida pero encendieron una antorcha para alumbrar el camino de quienes estamos decididas a continuar con tu lucha”. La valiente voz de una amiga a la que aprecio y valoro por todo su trabajo en favor de nuestra región de profunda herencia zapoteca, es un llamado a que se haga justicia por Ivonne, pero también a que no vuelva a ocurrir un crimen de esta naturaleza ni en la presente ni en futuras contiendas electorales. No podemos normalizar que se arrebate la vida de una hija, madre, hermana, amiga, impunemente.

 

La contienda democrática no puede ni debe someterse al odio irracional y la violencia que siega vidas. Según el Indicador de Violencia Política en México de la consultora Etellekt, en lo que va del actual proceso electoral, 61 políticos han sido asesinados; además, esta medición registra 238 agresiones de diversa índole. Según este indicador, aunado al homicidio doloso, hay otro tipo de agresiones que se han hecho presentes en este proceso electoral. A la peor expresión de la violencia política le siguen las amenazas, la privación ilegal de la libertad y las infracciones contra la dignidad. A la vista de lo anterior, no podemos estar tranquilos con una situación latente, a escasos días del inicio de las campañas en los 300 distritos electorales federales del país y a poco menos de un mes del arranque de las campañas a las diputaciones locales, por no mencionar las elecciones de concejales por la vía de partidos políticos en 153 municipios oaxaqueños.

 

El Estado mexicano debe considerar la escalada de violencia que se vive en la que está llamada a ser la elección más grande de nuestra historia pero que empieza a mostrar su cara más negativa ante crímenes atroces como el de Ivonne Gallegos y otras candidatas y candidatos a escala nacional. No es un problema exclusivo de Oaxaca, pero en los últimos días nuestro estado ha sido el epicentro de la atención mediática por la pérdida irreparable de quien hoy se ha convertido en un símbolo de la lucha en contra de la violencia política hacia las mujeres. El problema es complejo y grave en el país, y en Oaxaca ya ha surgido un movimiento por la paz, por la verdad y que contribuya a frenar el odio en tiempos donde la desinformación abunda y cualquiera puede acusarte falsamente de hechos dolosos. Así empieza la violencia, por las mentiras y los infundios que buscan destruir familias antes que carreras políticas. No podemos normalizarlo.

 

Ivonne Gallegos era una política joven, tenía apenas 40 años pero en este lapso había logrado conquistas que hablan de su talante de líder: ser legisladora, dirigir una institución de alcance estatal con un propósito noble, construir una agenda en su municipio, el gran Ocotlán de Morelos, centro comercial entre los Valles Centrales y la Sierra Sur. Sin duda, Ivonne hubiera sido una gran presidenta municipal, pues su intención era transformar la tierra de sus padres. El ideal, otra vez, que nos mueve hacia adelante aunque nunca podamos tenerlo en la bolsa; el ideal que nos mueve todos los días a dar lo mejor de nosotros sin saber si tal vez no volveremos a casa. Eso es lo que está en juego en esta contienda electoral. Y a la luz de la tragedia que hoy enluta a Oaxaca, no podemos sino solidarizarnos con la causa de Ivonne, hoy retomada por su mejor amiga Eufrosina, a quien desde este espacio abrazo a la distancia.

 

No podemos permitir que se siga amenazando y arrebatando la vida porque esto implica aceptar que la democracia falló, que el Estado falló y que por tanto todos fallamos. La valentía es un requisito de la política, es una definición de la libertad y es un recurso que vale más que cualquier cargo público. Esa es la lección que nos enseña la dolorosa pérdida de Ivonne, quien llevó un sueño llamado Ocotlán al paraíso. Por esa altura de vida: digna, esforzada, noble, siempre la recordaremos.

 

@pacoangelm