Vicente Mendoza y el PBR-SED: Moisés Molina

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Esta semana trascendió la noticia de que Oaxaca obtuvo el primer lugar nacional en el diagnóstico que cada año realiza la Secretaría de Hacienda sobre la implementación y operación del Presupuesto basado en Resultados (PbR)-Sistema de Evaluación del Desempeño (SED).

 

Las nota, en la mayoría de los casos, fue que Oaxaca alcanzaba otro primer lugar nacional y que ese logro había sido avalado por Hacienda, pero sin mayores referentes.

 

Ese primer lugar, entre todos los estados del país, habla de disciplina y rigor en la planeación, presupuestación y aplicación de los recursos públicos, así como de la correspondencia entre objetivos y resultados.

 

El artículo 134 de nuestra constitución es claro:

 

“Los recursos económicos de que dispongan… las entidades

Federativas… se administrarán con eficiencia, eficacia, economía, transparencia y honradez para satisfacer los objetivos a los que estén destinados. Los resultados del ejercicio de dichos recursos serán evaluados por las instancias técnicas… con el objeto de que los recursos económicos se asignen en los respectivos presupuestos en los términos del párrafo precedente”.

 

El diagnóstico de la Secretaría de hacienda evalúa, nada más ni nada menos que el cumplimiento de este precepto constitucional en lo estados de país de los que Oaxaca, ahora es líder en la materia.

 

El Presupuesto basado en Resultados y el Sistema de Evaluación del Desempeño son dos complejas metodologías fundamentales en lo que académicamente se denomina la nueva gestión pública inspirada, entre otros, en el concepto de valor público puesto en boga por Mark H. Moore en 1995.

 

Antes de la nueva gestión pública el presupuesto era inercial, hoy es basado en resultados. Antes, la pregunta era: “¿Cuántas escuelas puedo construir con el presupuesto programado?”; hoy, la pregunta es: “¿Cuánto aumenta el promedio de escolaridad?

o ¿Cuánto aumenta el rendimiento educativo en el nivel básico?”

 

Antes, con la aplicación del presupuesto inercial era: “¿Cuántas vacunas puedo comprar y aplicar?”; hoy, la pregunta es “¿Cuánto aumenta la esperanza de vida al nacer?”.

 

Parecieran simples tropos de lenguaje, pero implican profundas transformaciones sociales.

 

Son imposibles de resumir en un artículo de opinión todos los alcances y profundidad del PbR y del SED. Solo diré que el primero incorpora en las decisiones presupuestarias la planeación, la programación, el seguimiento y la evaluación; y  con el apoyo de la información del desempeño que nos ha puesto hoy en el primer lugar nacional, se tiene un referente para mejora las políticas, el diseño y la gestión de los programas y de las dependencias del gobierno para que los servidores públicos cumplan los objetivos y los resultados establecidos.

 

Para el caso oaxaqueño el centro planeador, programador y presupuestador es la Secretaría de Finanzas.

 

Fue, en mi opinión personal, un gran acierto que el gobernador Alejandro Murat haya llamado al relevo a Vicente Mendoza.

 

A Vicente lo conocí en el INFONAVIT. Vi de cerca su trabajo como sub director general de Planeación y Finanzas. Es inobjetable su capacidad y profesionalismo. Hoy ha logrado revertir el perverso endeudamiento que le heredaron a Oaxaca Ulises Ruiz y Gabino Cué.

 

Vidente ha sabido reducir la deuda pública de Oaxaca en miles de millones de pesos, ha logrado adjudicarle al estado los complejos administrativos de Ciudad Administrativa y Ciudad Judicial, terminando anticipadamente los contratos con ahorros millonarios para el erario público. Y ha metido a Oaxaca en el ánimo de las calificadoras merced a las bondades y al rigor de la disciplina hacendaria.

 

En un entorno nacional donde resulta complicado y estridente hablar de gestión para resultado y de nueva gestión pública, Oaxaca es ejemplo de vanguardia.

 

Me alegro por mi estado.