Un sexenio para el olvido: Isaac Leobardo Sánchez Juárez

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México es un país con potencial, con la capacidad para convertirse en un gigante, pero el tiempo pasa y no logramos superar la condición de atraso. En el 2000, al consumarse la transición democrática a nivel federal, se pensaba que habría grandes posibilidades de cambio económico y social, pero esto no ha sido así. Particularmente, durante este sexenio se han presentado acontecimientos que han debilitado la economía y tomado decisiones equivocadas desde la Presidencia de la República, las cuales han costado la vida de miles de personas –sin excluir la responsabilidad de los otros poderes. El presente sexenio es digno de olvido, fallas en todos los ámbitos y un total debilitamiento de las instituciones del Estado.

México arrastraba una serie de problemas antes de iniciarse éste sexenio, los cuales lejos de resolverse se magnificaron, aunque se diga en todos los medios de comunicación que las cosas marchan por el rumbo correcto. Sintomático del fracaso es la dolorosa muerte de más de 50 mil personas. De acuerdo con la Base de datos de presuntos homicidios relacionados con la delincuencia organizada, tan sólo en 2010 se registraron 15,273 trágicas pérdidas. En ese año los estados más afectados fueron Chihuahua (4,427), Sinaloa (1,815), Tamaulipas (1,209) y Guerrero (1,137). El número total de muertes relacionadas con la delincuencia era muchas veces menor en 2007 (2,826); fuentes no oficiales indican que en el 2000 la cifra era menor a las mil personas.

La violencia y la inseguridad crecientes han conducido a la pérdida de confianza en muchas entidades y detenido la inversión. Atribuyo lo anterior a la estrategia instrumentada por el gobierno federal, cuyo objetivo central consiste en el combate frontal y la supuesta captura de los líderes de los grupos criminales, algo que no ayuda mucho, ya que no se complementa con acciones de prevención del delito y una economía dinámica. El Estado mexicano ha capturado a los líderes criminales, pero esto sirve de poco porque se sabe que el sistema penal mexicano les favorece y peor aún, desmembrar una red criminal genera un caos en el sector (traducida en violencia para la ciudadanía), ya que otros agentes criminales buscan ocupar el espacio dejado por el líder capturado.

El gobierno federal es responsable del incremento exponencial de la violencia y la inseguridad. Corregir esto implica cambiar la estrategia, diversos especialistas han indicado que lo requerido es afectar las finanzas de los grupos criminales y debilitar los incentivos para dedicarse a dichas actividades, esto último relacionado con la legalización y regulación del mercado de drogas.

Recordemos que el actual jefe del Ejecutivo llegó al poder totalmente desacreditado, se decía que otro candidato había sido el ganador, dicho personaje llegó a denominarse “presidente legítimo”; en vista de lo anterior, el Ejecutivo decidió que para justificar su victoria se dedicaría a cazar criminales y presentarlos a la audiencia, supuestamente para mostrar la fortaleza del Estado. Los resultados están lejos de lo esperado, se teme que de seguir así, caeremos en un Estado fallido y ciertos grupos criminales tomen las riendas del país.

Los ciudadanos no confiaban en las autoridades, ahora menos, incluso se sospecha que las muertes de dos Secretarios de Gobernación están asociadas a la errónea estrategia de combate a los grupos criminales. ¿Sus muertes son una coincidencia o un mensaje? En una encuesta realizada por Latinobarómetro se indica que el 41% de los mexicanos no aprueba la gestión del Presidente, tienen dudas de su actuar y de las decisiones tomadas, de continuar esta tendencia, para el siguiente año su partido tiene pocas probabilidades de ganar las elecciones.

Cuando el actual mandatario realizó su campaña prometió generar empleos y ser el Presidente del empleo; no obstante, con el tiempo, ante los malos resultados en la materia dejo atrás esa idea y ser convirtió en el de la lucha contra el crimen. Veamos las cifras, en promedio anual, entre el 2006 y el 2010 apenas se han creado 380 mil empleos, cuando se necesitan más de 1 millón 300 mil al año. La falta de empleo deprime a las personas, las hace sentirse incómodas y ante ello buscan miles de salidas, unas legales otras ilegales. Actualmente, según el INEGI, más de 13 millones mexicanos trabajan en la informalidad y sí se le suman los subempleados la cifra llega a más de 25 millones.

No se generan los empleos requeridos por muchas razones, una de ellas es la ausencia de crecimiento económico. En el 2008 la economía creció 1.5%, decreció 6.1% en 2009, creció 5.4% en 2010 y se espera lo haga 3.5% en 2011. Entre 2000 y 2010 la economía mexicana creció 2.0% promedio anual. Advierto, el bajo crecimiento mexicano no es  exclusivo del actual sexenio, lleva cinco sexenios.

Lo que este sexenio nos hereda es muerte, violencia, debilidad de las instituciones, baja creación de empleo, pobre crecimiento económico y por si fuera poco una alarmante pobreza. Pero afortunadamente no todo es negativo, la cobertura de educación se ha incrementado, se ha mejorado el sistema de salud y en lo económico se han logrado estabilizar importantes variables macroeconómicas como el tipo de cambio, las tasas de interés, reservas internacionales, inflación y finanzas públicas.

Pero el punto es que para alcanzar la estabilidad se ha sacrificado el crecimiento económico y la generación del empleo. Finalmente, el Instituto Mexicano para la Competitividad, en su informe 2011, indica que en México la capacidad para atraer y retener inversión y talento no ha mejorado. México ocupa la posición 32 de 46 países desde 2007. Por lo tanto, termino haciendo un llamado a construir un México pacífico, democrático y competitivo.

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* Profesor en economía de la UACJ, Miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI)