Turbulencias internacionales: Isaac Leobardo Sánchez Juárez*

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Hasta antes del dos de agosto, al no ponerse de acuerdo los congresistas republicanos y demócratas, se temía que el gobierno americano fuera incapaz de cumplir con el pago de su deuda, lo que tenía como límite esa fecha. El plazo se cumplió y los americanos se pusieron de acuerdo justo a tiempo para incrementar el límite de su endeudamiento, el cual pasó de 14.3 a 16.4 billones de dólares.

Aunque esto resolvió un problema de corto plazo, dejo sin resolver el verdadero problema, relacionado con un gasto público excesivo. Además, los mercados no se han tranquilizado, las turbulencias continúan; al caso americano se le suma lo que ocurre en Grecia y en los países más débiles (financieramente hablando) de Europa. La medida tomada por la economía americana no ha sido percibida con mucho agrado, porque no promete nada el pago de deuda con deuda. Querer resolver el problema de esta forma, resulta igual que tratar de curar a un alcohólico con más alcohol.

Este acontecimiento ha puesto en duda la capacidad y fortaleza de la economía de nuestro vecino del norte, de hecho es muy probable que las agencias calificadoras de deuda, reduzcan la nota de la deuda americana (el pasado viernes ya lo hizo Standar & Poor’s), con lo que sería más difícil que paguen y tendría diferentes efectos como la caída del mercado bursátil (cosa que ya ocurrió y continuará), el incremento en las tasas de interés y la generación de una incertidumbre sistémica que colapsaría, en primera instancia, a las economías que sostienen relaciones comerciales y financieras con aquel país. Lo que también debe señalarse es que ellos son los emisores de la moneda que se utiliza como reserva internacional, esto hace posible que puedan seguir postergando los efectos de su mala conducta financiera.

El gran problema de los americanos es su tremendo nivel de endeudamiento, como resultado de un gasto público excesivo. El endeudamiento tiene la característica de desplazar a la inversión privada, ya que cada unidad monetaria tomada prestada implica una unidad monetaria menos para uso privado. La inversión privada se reduce y con ello la producción económica, en consecuencia se dejan de generar empleos e ingresos.

En mi opinión, el incremento en el límite de endeudamiento no resuelve el problema, consistente en un desmedido gasto público, la deuda no podrá seguirse pagando indefinidamente con más deuda, la situación tendrá un final. Sencillo decirlo, pero políticamente difícil de aceptarlo, los americanos tienen que pagar el costo de sus malas decisiones, tienen que reducir gradualmente el gasto en todas las áreas, no en algunas. Tienen que reducir su Estado de bienestar y su gasto en defensa. Las soluciones no son sencillas, estamos hablando del país hegemónico.   

Ahora bien, por la forma en la que México está incorporado al contexto internacional en materia económica, ciertos problemas de ellos son nuestros. Sin ser responsables y como coloquialmente se dice “sin tener vela en el entierro”, tendremos que pagar también los costos de la deuda y el gasto público desmedido de los americanos. El sistema actual, como se construye resulta sumamente contradictorio y desigual.

Existen, por lo menos, cuatro canales directos por los cuales sentiremos los impactos: 1) el comercio exterior, es previsible que se reduzcan nuestras exportaciones hacia ese destino, ya que es posible que se contraiga el poder adquisitivo americano; 2) las remesas, para los miles de mexicanos, la crisis significa desde ahora menores ingresos y de intensificarse pérdida de empleo o menores posibilidades de hallarlo para los que lo buscan; 3) turismo, la mayor parte de turistas extranjeros que arriban a México son americanos, su menor llegada impactará en estados abocados a este sector, particularmente en el centro y sur del país; y 4) inversión extranjera directa, lo que implica cierre de empresas o bien cancelación de proyectos que se tenían en mente.

¿Se puede hacer algo para minimizar los efectos? Ya lo ha venido haciendo el gobierno mexicano, al aumentar el monto de las reservas internacionales, tener una política macroeconómica prudente, pagar la deuda y evitar la contratación de nueva en plazos cortos. El problema es que éstas medidas no hacen más que postergar la elevación del nivel de bienestar de la mayoría de mexicanos. La política económica seguida recientemente ha sido incapaz de detener el incremento de la pobreza (52 millones de mexicanos en 2010, según el Coneval). Bajo las actuales condiciones no existen garantías de que la pobreza se reduzca.

Es momento de que todos reaccionemos ante tantas malas noticias en el ámbito externo, el llamado es a fortalecer nuestro mercado interno. Para ello se requiere que con lo que tenemos, trabajemos eficientemente. En otros artículos, he señalado que se requiere de reformas estructurales para salir adelante, éstas pueden tardar mucho, aunque seguramente ayudarán, por ello en lo inmediato, lo mejor es trabajar activamente con lo que tenemos, que no es poco. Nuevamente, es fácil decirlo, pero es políticamente difícil lograrlo.   

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* Profesor-investigador de la UACJ, doctorado en estudios del desarrollo regional.