“Donde termina la ley, comienza la tiranía”
John Locke
Mi estimada o estimado lector, por favor Concéntrese un momento y piense en, imaginando que tuviera oportunidad de ser diputada o presidente municipal, ¿qué mejoraría en el ejercicio público, en la legislación, en los programas de gobierno, políticas públicas o la aplicación del recurso público?, ¿le gustaría poder tener la oportunidad de acceder al poder?.
Usted me cuestionará ¿Por qué la pregunta?. Bueno, pues como usted sabe en el 2024 tendremos un proceso electoral muy importante en la vida democrática del país, entre muchas posiciones que serán renovadas, hay dos importantísimas: La Presidencia de la República, en la que por primera vez las principales contendientes son mujeres, y por supuesto también la renovación del Congreso de la Unión, es decir Senadurías y Diputaciones Federales, cuya importante rol reviste en ser el contrapeso en el ejercicio y toma de decisiones fundamentales del poder ejecutivo -Presidencia-.
Así podríamos decir que, se renovarán en Oaxaca 153 Ayuntamientos bajo el Régimen de Partidos Políticos y 42 curules en la Cámara de Diputados Locales.
Le platico, por supuesto que todo esto tiene que ver con usted, en México el voto es un derecho adquirido, pero también el artículo 36 de la Constitución lo establece como una de las obligaciones ciudadanas; sin embargo somos una sociedad poco interesada en la participación y toma de decisiones políticas, prueba de ello es la baja afluencia de las y los ciudadanos el día de las jornadas electorales, por ejemplo en el proceso del año pasado, en el que elegimos Gobernador del Estado, la participación ciudadana fue de alrededor del 36%.
La baja participación ciudadana en los procesos electorales obedece a muchos factores: La falta de credibilidad en los partidos políticos -en la Encuesta Nacional de Cultura Cívica 2020 el 46.8% de los encuestados dijeron sentirse insatisfechos con nuestro modelo democrático y el 76.4% de los mismos indicó tener poco o nada de confianza en los partidos políticos-, sumado a esto la postulación reiterada de los mismos rostros, los mismos discursos, las mismas fallas; así como la poca o nula identificación o simpatía con las o los candidatos postulados por los partidos político, factores que provocan que la participación disminuya. En contraparte cuando hay candidatos identificados con las y los ciudadanos, la participación aumenta, se establece una conexión entre el contendiente y el ciudadano.
En México ha habido varios intentos de ciudadanizar las candidaturas de los partidos políticos o de permitir que los propios ciudadanos o ciudadanas se postulen sin necesidad de militar en algún partido, en el 2014 quedó establecida la figura de candidaturas independientes como una manera de poder darle de manera más clara y “fácil” la oportunidad a la ciudadanía de a pie para que pueda competir en las elecciones, sin embargo ello implica para cualquier ciudadano un gran esfuerzo y hasta inversión excesiva de recursos económicos.
La misma ENCUCI 2020 nos dice que el 69.2% de la población considera que tiene los conocimientos y habilidades para participar en actividades políticas, también considera el 77.5% de la población que para gobernar un país es necesario un gobierno que sea encabezado por un líder político fuerte.
Considerando lo anterior, podemos decir que la mayoría de la población cree que tiene las características necesarias para poder participar en actividades políticas, entonces ¿por qué no lo estamos haciendo?.
Esta crisis de credibilidad de los partidos políticos y el embate del activismo ciudadano como un fenómeno que puede posicionar a tal o cual personaje como preferido o bien a remontar en las encuestas y cambiar de un momento a otro lo que se preveía como un escenario fijo, amén de que la rapidez con que las redes sociales replican un mensaje que permite que una o un candidato permee en la conciencia social del colectivo y por ende del individuo, tanto como para poder virar los acontecimientos vertiginosamente, como ha sucedido en estos dos meses en México. Es lo que nos lleva a reflexionar en el verdadero sentido que deberían adoptar los partidos políticos, sobre todo los que conforman el Frente amplio por México:
Sí o sí los partidos políticos deben abandonar los arcaicos esquemas de elección de sus candidatos, deben dejar fuera las postulaciones de los mismos cuadros o los hijos de estos como opción de renovación y voltear a su militancia abandonada, esa que por años ha estado dando la cara en todos los procesos, esa que se ha preparado esperando su oportunidad. Pero voy más allá, deben, obligadamente, realizar el ejercicio de un proceso de selección que permita la participación de las y los ciudadanos con igualdad de circunstancias que sus cuadros o militantes, para poder postular a los más posicionados, a las y los candidatos que hagan click con el electorado, no deben permitirse arriesgar la elección del 2024 por anteponer sus propios intereses, a menos que quieran restarle fuerza a su candidata a la Presidencia de la República o quedarse con los escombros de sus partidos a relamerse las heridas infligidas.
El interés supremo de estos partidos políticos, en este proceso debe ser el de las y los mexicanos, nosotros y las generaciones futuras les demandamos recuperar la mayoría en el Congreso de la Unión y devolver a México la certidumbre de una vida democrática sin atisbos de dictaduras.
La ENCUCI 2020 dejó en claro que el 65.2% de las y los mexicanos preferimos tener un sistema democrático que cualquier otra forma de gobierno, eso implica que también es responsabilidad de las ciudadanas y los ciudadanos salir a ejercer nuestro derecho y dar un voto por la continuidad en la senda democrática y negarle la oportunidad de perpetuarse a aquellos que quieren transitar hacía de manera retrógrada a las eras de partidos hegemónicos, sin trasparencia, ni rendición de cuentas y mucho menos instituciones garantes de la certidumbre demócrata.