Refundar México: Leobardo Sánchez Juárez*

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Dedicado a mi madre, una oaxaqueña ejemplar

El país lleva ya tres décadas sin crecer de forma elevada y sostenida, lo que ha redundado en una baja tasa de generación de empleo e ingresos, exacerbando la pobreza. A lo anterior se suma la creciente violencia e inseguridad. Actualmente no existe una sola región en la que no se enfrenten severos problemas, producto de un estancamiento económico grave, que puede magnificarse en los próximos años por la caída en las reservas petroleras, un mayor control del crimen organizado, una mayor inestabilidad política, el problema de las pensiones y la deuda externa.

Las siguientes cifras dan cuenta del grado de deterioro de la economía mexicana. Entre 1994 y el 2000, la tasa de crecimiento promedio anual del PIB per cápita fue de 1.64%, muy lejos de la cifra de 3.2% promedio anual alcanzada durante la etapa del desarrollo estabilizador; del 2000 al 2010 la producción per cápita apenas logró incrementarse un 0.42% promedio anual. Las cifras de crecimiento más recientes indican que el PIB total se incrementará apenas un 3.9% en 2011 y 3.6% en 2012, lejos de la meta propuesta en alguna ocasión por la administración federal.

La economía mexicana lejos de converger con las principales naciones desarrolladas, se aleja cada vez más de ellas. Mientras en 1820 los ingresos per cápita de México representaba el 60.4% de los de EE.UU., para 1940 apenas representaban el 26.4%, para 1981 el 35.6% y para el 2010 el 23.0%. Cuando se comparan los ingresos de México con el resto de regiones, el resultado es desfavorable respecto a Europa y Asia, ligeramente favorable respecto a América Latina y muy favorable respecto a África. Si algo sirve de consuelo, vale decir, que estamos mejor que los africanos.

Al no crecer no se generan empleos; aunque no existen estimaciones precisas de cuanto deberíamos crecer, algunos investigadores consideran que una tasa de crecimiento del 5% sería suficiente como para crear los más de un millón de empleos que se demandan cada año, pero dicha cifra tendría que ser mayor para resolver la decadencia estructural del mercado de trabajo. Entre 1994 y 2000 sólo se crearon un promedio anual de 467 mil empleos en el sector formal y entre el 2000-2008 se crearon apenas 166 mil empleos en promedio anual, en 2009 se perdieron más de 700 mil empleos y en 2010 sólo se crearon 650 mil empleos.

Recientemente se presentaron las cifras definitivas del Censo de Población y Vivienda del 2010, en el cual se reporta que 7.7% de la población ocupada no recibe pago alguno, 31% recibe menos de dos salarios mínimos y 20.8% de 2 a 3 salarios mínimos. Las cifras dan cuenta de la precarización del mercado laboral.

De hecho la población mexicana en situación de pobreza es enorme. Las personas que no logran tener el ingreso suficiente como para tener acceso a una canasta básica alimentaria (pobreza alimentaria) asciende a más 27 millones de mexicanos, una cifra que representa la mitad de la población de mujeres en el territorio mexicano y 10 millones de personas más que la población de un país como Chile. El problema es enorme y no deja mucho espacio al optimismo.

Por si todo lo anterior no fuera suficiente, desde el 2008, como resultado de la guerra contra el narcotráfico (estrategia fundamental del actual gobierno federal), las cifras de personas muertas asciende a más de 40 mil, cuando el promedio del periodo 2000-2007 no superó las 3 mil muertes.

En suma el país está sumido en el estancamiento económico y social. Es por ello que ahora que se celebra la independencia política y revolución, se vuelve necesario refundar México, una visión que no implica realizar pequeños cambios o modificaciones, sino alterar la totalidad de la estructura económica y social del país.

La base de la refundación se sustenta en tres pilares: democracia, economía de mercado y Estado mínimo-eficiente. Se tiene que reconocer la importancia que tiene la estabilidad política, la promoción de mercados libres y competitivos, sin descuidar la correcta operación del Estado, para que promueva un ambiente innovador en todos los campos de la vida pública. Una interrelación dinámica entres estos tres elementos, donde los tres son igual de importantes. Se tiene que evitar la entronización de uno de ellos.

A partir de lo anterior, siguiendo la recomendación del Foro Económico Mundial, propongo que la meta fundamental sea elevar la productividad para que esto conduzca a una mayor competitividad. De acuerdo con el Foro existen 12 pilares de la competitividad agrupados en tres categorías: requerimientos básicos, amplificadores de la eficiencia y factores de innovación.

En la primera categoría se incluye a las instituciones, infraestructura, entorno macroeconómico, salud y educación primaria. Reformar todas las instituciones formales para que promuevan incrementos en la productividad, grandes gastos fiscalizados y transparentes en la modernización y mantenimiento de la infraestructura, una política macroeconómica que promueva el crecimiento económico y la estabilidad de los precios, finalmente una cobertura universal de los servicios de salud y calidad de la educación primaria.

En la segunda categoría la lista es más grande y se incluyen reformas para mejorar la educación superior y la educación técnica; reformas para eficientar el mercado de bienes, el mercado de factores; desarrollar el mercado financiero; realizar reformas para mejorar la adaptabilidad tecnológica e implementar una política industrial y tecnológica.

Finalmente, en la tercera categoría se incluyen reformas para generalizar el espíritu empresarial y alentar la innovación en todos los campos. A esta propuesta de refundación se le suma la madre de todas las reformas: la hacendaria, un tema que resulta vital ante el inminente agotamiento de los recursos provenientes del petróleo. En mis siguientes colaboraciones este es el marco que utilizaré para detallar las reformas que México necesita para ser competitivo, crecer y disminuir con ello los males sociales que aquejan a todo el país.

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* Doctor especializado en estudios regionales y profesor-investigador de la UACJ