La exitosa visita de López Obrador a Washington, muestra de notable oficio diplomático: Francisco Ángel Maldonado Martínez*

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La visita del presidente de México Andrés Manuel López Obrador a Washington para reunirse con su homólogo estadounidense Donald Trump resultó todo un éxito. Hay que reconocer que esta visita de trabajo reviste gran trascendencia pues sella el inicio del       T-MEC, el tratado comercial que sustituye al TLC, logro de la administración de Carlos Salinas de Gortari, y cuya entrada en vigor el primero de enero de 1994 coincidió con el arranque de un año turbulento para nuestro país, con el levantamiento zapatista en Chiapas, en la misma fecha; el asesinato del candidato presidencial priista Luis Donaldo Colosio y la devaluación del peso a fines de ese mismo año.

 

El T-MEC o Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá, pretende ser un moderno mecanismo de integración económica regional, fortaleciendo ámbitos comerciales prioritarios para los tres socios. No hay que olvidar que en su campaña de 2016, Trump amenazó con cancelar el antiguo tratado sin más, en la lógica de su retórica nacionalista de hacer grande a América de nuevo, su lema de campaña. La renegociación del TLC fue un logro conjunto, pues mucho se avanzó durante la administración pasada en su estructuración, que finalmente se cerró de la mano del negociador en jefe nombrado por López Obrador, Jesús Seade, hoy postulado por México para dirigir la Organización Mundial del Comercio.

 

La visita de López Obrador a Trump era uno de los acontecimientos más esperados desde su toma de posesión. Es la primera vez que el tabasqueño sale del país luego de desestimar durante su primer año las posibilidades que brindan los foros internacionales. En más de una ocasión criticamos esta predisposición, y esta primera gira internacional confirma que el mandatario mexicano cuenta con la capacidad para fortalecer los lazos que nos unen con el mundo. En esta tarea, sin duda sobresalen los buenos oficios del canciller Marcelo Ebrard, un político que se preparó para dirigir la política exterior de México pues es internacionalista de formación. La eficaz preparación de la visita se demuestra en un hecho destacado: que Trump omitiera el tema del muro de la vergüenza que tantas veces ha usado como recurso de campaña.

 

Evitar las denostaciones del magnate neoyorkino en tiempos de campaña electoral de cara a su probable reelección en noviembre próximo es un triunfo por donde quiera verse, pues además el balance de la reunión que sostuvieron, en palabras de los propios presidentes, fue más que positivo. En su mensaje a medios en el “Rose Garden”, López Obrador y Trump intercambiaron elogios. De parte del mexicano, hay que reconocer la estructura de un discurso muy equilibrado y cuidadoso, con emotivos pasajes históricos como la comparación entre Juárez y Lincoln, así como la de Roosevelt y Cárdenas. En aras de construir una estrecha relación, nada mejor que traer al presente a los constructores de ambos países, estadistas orientados al progreso. Trump aplaudió el discurso de AMLO, a quien reconoció como su amigo, además señaló que “la relación entre Estados Unidos y México jamás había sido tan estrecha como lo es hoy”.

 

Mención aparte merece la cena en honor a López Obrador, que reunió a importantes empresarios de ambos países. A través de su cuenta de Twitter, la mexicana Patricia Armendáriz, directora de Financiera Sustentable, nos enteró de los pormenores del selecto encuentro, en el que prevaleció un clima de cordialidad no visto en otras visitas de mandatarios a la Casa Blanca. La comitiva de empresarios mexicanos estuvo conformada por Daniel Chávez, de Grupo Vidanta; Bernardo Gómez, de Televisa, el único invitado por ambos gobiernos por su cercana amistad con el yerno de Trump, Jared Kushner. También estuvieron el imprescindible Carlos Slim, Ricardo Salinas Pliego, dueño de Televisión Azteca, Olegario Vázquez de Grupo Ángeles; Carlos Hank González de Banorte, Marcos Shabot, presidente de la Comunidad Judía en México; Miguel Rincón de BioPappel; Francisco González; Carlos Bremen y la propia Arméndariz.

 

Por parte de los empresarios estadounidenses se hicieron anuncios importantes de inversiones en México como el de Jeff Martin, CEO de la compañía de infraestructura energética Sempra, y Gretchen Watkins, presidenta de Shell Oil Company. El presidente de México designó como responsables del cuidado de estas inversiones a Ebrard y al empresario Alfonso Romo, jefe de la Oficina de la Presidencia. En medio de la peor crisis económica en décadas hubo un atisbo de esperanza.

 

Aunque fue una visita relámpago, la estadía de López Obrador en la capital de los Estados Unidos fue provechosa y delineó un mejor futuro para la relación bilateral con nuestro vecino del norte. Impensable escenario en los primeros años del mandato del republicano que continuamente señaló a los mexicanos como un mal para su país. La moderación del discurso de Trump se explica en parte por su caída en las preferencias electorales, que le imponen el reto de ganar al electorado latino y mexico-americano, pero también, a las nuevas circunstancias políticas en México y a una afinidad natural entre su liderazgo y el de López Obrador, a quien ve con admiración. AMLO supo honrar este aprecio con la visita, antes de reunirse con Trump, al mausoleo de Lincoln y al monumento a don Benito Juárez, en los que montó guardias de honor. El itinerario demostró que la diplomacia tiene sus propias reglas y protocolos, que construyen la amistad entre naciones que comparten problemas, pero también soluciones.

 

Si bien el gran tema de la migración estuvo ausente de la reunión, los avances obtenidos en materia de intercambio comercial configuran un buen escenario para que México y Estados Unidos fortalezcan su relación. Es difícil predecir los resultados electorales de noviembre próximo, pues a Trump lo acecha el manejo de la pandemia que ya muestra los primeros rebrotes en varios estados de su país. Pero no hay que descartarlo como en 2016, cuando demostró que puede ganar la presidencia aun sin ganar el voto popular, debido al diseño de su sistema electoral. De modo que esta gira de trabajo, como lo anticipamos la semana pasada, debe verse como un acierto, por encima de la confrontación entre demócratas y republicanos. Lo mejor del gobierno de López Obrador ha sido su visita a los Estados Unidos, y en ello va la convicción de que la diplomacia mexicana tiene tradición y fortalezas actualmente. Hay doctrina y principios que se siguen, el mayor de ellos es el que se lee al pie de la estatua de Juárez en Washington: “Respect for the rights of others is peace”. 

 

*Ex Delegado Federal SRE Oaxaca