La APPO y la retórica de la prevaricación: Argel Ríos

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Aprovechen, que no es de todos los días

A.R.

 

Revisando una de tantas reflexiones de Umberto Eco, en su libro A paso de Cangrejo, hallé un texto que enriquece todo vocabulario de proletariado o pequeño-burgués, o incluso aspirante a…, que me dejó perplejo y que me explicó la razón de muchos conflictos en nuestra realidad narcotercermundista.

 

La retórica, es la técnica de la persuasión, que tiende a obtener consensos y tan solo al mencionar este significado vinieron a mi mente (cual película gringa de los 70’s) de discursos, mítines, políticos, partidos, conflictos, guerras y un sin fin de encuentros y desavenencias, hasta a mismo Colosio recordé, luego de aquel “famoso discurso”.

 

La retórica, podemos dividirla en tres rubros, la judicitaria –que se utiliza en los tribunales para discutir si un indicio es probatorio o no–, la deliberativa –que se utiliza en las asambleas y “en teoría” en los Congresos y Parlamentos, donde debaten si es adecuado o no aprobar tal o cual reglamento.

 

Y tenemos también la epidíctica, que trata –simplemente—de alabar o criticar algo.

De estos tres aspectos podemos considerar dos figuras, la captatio malevontiae (que busca enemistarse con el auditorio) y la captatio benevolentiae que pretende ganar la simpatía del interlocutor.

 

Hasta aquí un apartado teórico, que me recuerda mis secuelas universitarias y que pide más explicación para adentrarnos al tema.

 

Prevaricar, por su parte es abusar del propio poder para obtener ventajas en contra del interés de la víctima, es actuar en contra de la honestidad transgrediendo los límites de lo ilícito y se puede prevaricar utilizando argumentos retóricos para justificar el abuso de poder; como quien dice, apenas empieza lo bueno de estos centavos académicos.

 

Y es precisamente, mediante argumentos sutiles que parten de una opinión compartida por la mayoría y que la retórica griega conocía como Endoxa, y es así como surgen formas de manipulación magistrales al encontrar el casus belli, es decir, convencer a todos que la respuesta ofrecida no sólo es justa, sino necesaria y que desemboca en la forma de prevaricación más utilizada por personajes como Hitler, Mussolini, Bush, Castro y Chávez, entre otros y que se denomina el recurso del síndrome del complot y que perfectamente explica Karl Popper al referirse a la “teoría social de la conspiración” y que reproduzco a continuación:

 

“(…) esta teoría, más antigua que muchas formas de teísmo, es semejante a la que encontramos en Homero. Este concebía el poder de los dioses de tal modo que todo lo que sucedía en la llanura delante de Troya no era más que un reflejo de las múltiples conspiraciones urdidas en el Olimpo. La teoría social de la conspiración es en realidad una versión de este teísmo, esto es, de la creencia en divinidades cuyos caprichos o deseos rigen todas las cosas. Se trata de una consecuencia de la falta de referencia a dios, y de la consiguiente pregunta: ‘¿Quién hay en su lugar?’. Ese lugar lo ocupan ahora distintos hombres y grupos poderosos, siniestros grupos de presión, a los que se puede acusar de haber organizado la Gran Depresión y todos los males que padecemos. La teoría social de la conspiración está muy extendida, y tiene muy poco de cierta. Tan solo cuando los teóricos de la conspiración llegan al poder, adopta la forma de una teoría que describe hechos reales. Por ejemplo, cuando Hitler conquistó el poder, creyendo en el mito de los sabios ancianos de Sión, no quiso ser menos con su propia conspiración”

“Por una teoría racional de la tradición”, en

Conjeturas y refutaciones: el desarrollo del

conocimiento científico. Paidós, Barcelona, 1983.

 

Teniendo entonces estos elementos académicos, explicarnos los conflictos sociales del estado de los chapulines y puentes colgantes, resulta hasta cierto punto, conspiratorio.

Porque si bien los pensadores detrás del movimiento de la Asamblea Popular de Pueblos de Oaxaca (APPO), ya buscaban de distintas formas un catalizador para el conflicto y un intento de guerra civil, lo obtuvieron con un mal manejo de la política interna ante el intento de desalojar a quienes –de manera ilegal—se mantenían en un plantón en el zócalo, afectando a terceros, que es precisamente cuando su derecho a manifestarse terminaba.

 

Pero “esos hombres perversos y espurios”, fueron señalados culpables de la pobreza y división que se vive en las comunidades desde décadas pasadas, mientras que el “espurio gobernante” tenía apenas dos años en el poder.

 

Y recordando nuestros conceptos teóricos, la “aberrante expulsión” de los maestros en el zócalo, es el casus belli que detonó un período de sequía turística y desgarramiento comercial… una trombosis económica.

 

Hablando en términos de guerra; luego de la batalla entre la APPO y la PFP aquel terrible 25 de noviembre, la Asamblea, lejos de fracturarse, se fraccionó en grupos surgidos de un mismo teísmo y que buscan inculcar en el colectivo, el síndrome del complot, es decir una forma más de prevaricación, que es actuar en contra de la honestidad transgrediendo los límites de lo ilícito.

 

Hoy en día vemos que existen organizaciones de municipios autónomos, de mujeres, de los desaparecidos, de ex presidiarios, de maestros y las llamadas tribus sociales, de los comerciantes, donde cada uno sigue fomentando esa teoría de la conspiración de la que habla Popper y que desafortunadamente advierte de un conflicto mucho mayor, porque el gobierno, aunque cambie de color, seguirá siendo gobierno, como lo calificó el líder del magisterio, Azael Santiago Chepi.

 

Hago la aclaración que con esto, no pretendo potenciar el manejo administrativo del gobierno ulisista, pues las malas decisiones de ésta quedaron al descubierto con las recientes lluvias y con el número de empresas en quiebra, que se unen a la larga lista de hambre, pobreza, desigualdad.

 

Problemas, que seguirán existiendo en el nuevo gobierno, y seis años no son suficientes para abatirlos.

 

Un nuevo gobierno tendrá la titánica tarea de combatir el hambre y el analfabetismo, mientras sortea zarpazos de grupúsculos appistas y de férreos frentes priistas.

De ahí el llamado a la unidad, a la paz y la concordia, en un estado donde la sed de poder, acaba de despertar.

 

argel_rios@hotmail.com