Figuras de troncos de árboles embellecen espacios públicos de la ciudad de Oaxaca

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Troncos de árboles, hojas de plantas, barro, yeso, rocas y chicles pueden ser su materia prima; su imaginación y las manos, los elementos con que el escultor oaxaqueño Ricardo López Pinacho ha creado obras a lo largo de 43 años y que ahora plasma en figuras de madera que desde el pasado octubre embellecen espacios públicos de la ciudad de Oaxaca de Juárez.

 

Una rana esculpida sobre la base de un árbol, ubicado sobre la calzada Niños Héroes de Chapultepec; un oso polar que mide dos metros y medio de altura, casi del tamaño natural, en la calle Amapolas; una mano tallada en inmediaciones del panteón San Miguel, mejor conocido como General; una cabeza de jaguar furioso en la glorieta de un establecimiento comercial localizado en el Periférico, son algunas de sus creaciones.

Además, un borrego cimarrón echado, localizado en el jardín Brígida García que se encuentra en la calle Pino Suárez esquina con calzada Niños Héroes de Chapultepec; una mano que sostiene un libro con un búho al lado, la cual se encuentra en proceso, situada sobre la calle Rayón esquina con González Ortega y “el Chavo” en su barril.

Las piezas han llamado la atención de propios y visitantes, quienes asombrados admiran las obras en troncos de árboles que quedaron al ser derribados  por plagas, podas, o que simplemente han terminado su ciclo de vida natural.

Y sí, el creador es Ricardo López Pinacho, quien es originario de San Mateo Río Hondo, un poblado del distrito de Miahuatlán de Porfirio Díaz, donde abundan las coníferas, esos árboles que crecen muy alto en climas fríos y que influyeron en su relación con la naturaleza, con cuyos elementos empezó a trabajar y transformar, sin saberlo, en un arte que a más de cuatro décadas le empieza a ser reconocido.

Ricardo, de tez morena, de estatura y complexión mediana y con marcas en su rostro que reflejan el paso del tiempo, muestra en sus callosas manos el trabajo rudo que ha realizado; es el cuarto de cuatro varones y dos mujeres y desde que tenía cinco años de edad, se dio cuenta que cualquier material que llegara a sus manos podía ser transformado en figuras que ahora son consideradas obras de arte.

Nadie de su familia ni de sus amiguitos de juego, ni sus profesores lo acercaron al arte; él solo descubrió que su destreza es singular y ahora con la  transformacion de los troncos de árboles que realiza por la Ciudad de Oaxaca, supo que podía poner su trabajo al servicio de la naturaleza y ser reconocido públicamente.

Entrevistado en el Gimnasio Universitario Ricardo Flores Magón, bajo la sombra de las palmeras, con una mirada tímida, baja la cabeza, hace una pausa en el esculpido de “El Chavo” y con espátula en mano, platica cómo descubrió su pasión por la escultura.

“Recuerdo que cuando iba a la escuela y aprendía a leer y a escribir, también aprendía a dibujar. Fue a partir de ahí que me di cuenta que se me facilitaba hacer esculturas con diversos materiales. Durante toda mi vida he creado figuras y desde que era pequeño, ya ganaba mi dinero, con ese trabajo”.

A los 18 años Ricardo tuvo que dejar su comunidad de origen para radicar durante 13 años en el estado de Chiapas, donde laboró en el campo y en actividades agrícolas, pero nunca dejó de lado el amor por la escultura; ahí dejó evidencias de su paso en figuras de barro.

Después de un tiempo decidió regresar a la ciudad de Oaxaca y llegó a las oficinas del Ayuntamiento capitalino con la intención de vender un águila de más de un metro de altura y una cabeza de lobo. Ricardo dice que tuvo suerte porque esa fue la oportunidad para dar a conocer su trabajo.

Realizó otras figuras más para algunos clientes, hasta que ingresó a la Dirección General de Servicios a la Comunidad del Municipio de Oaxaca de Juárez y desde octubre del año pasado ha comenzado a pulir distintos árboles ubicados sobre calles y espacios públicos de la ciudad.

Troncos de diferentes tamaños, de jacarandas, eucaliptos y mezquites han servido para que  este artista plasme su creatividad en figuras que ahora ofrecen un atractivo más en la ciudad capital.

“Es un talento oaxaqueño que se dedica a la escultura y hay que darle la oportunidad para que dé a conocer su trabajo”, comentó el Director General de Servicios a la Comunidad, Gerado Rivera.

Para que él haga una de estas obras, la Dirección General de Servicios a la Comunidad le provee de la materia prima, la cual es recolectada cuando se poda o derriba un árbol. Todas las figuras han sido diseñadas sobre árboles que tienen que ser derribados pero que se dejan a determinada altura y ahí, en el lugar, se trabaja desde la raíz.

Su más reciente creación es “el Chavo” que comenzó a elaborar el 28 de abril, en el marco del festival del Día del Niño organizado por el DIF Municipal; es de madera de eucalipto. Aún no está terminado debido a que el proceso es largo e incluye secado, pulido y barnizado. “Mi intención es que las niñas y niños se interesen en la escultura y no dudo que alguno de ellos también tenga esa habilidad”, comentó emocionado.

“Cada vez que termino una de las figuras y paso por el lugar donde las esculpí, me llena de satisfacción ver que una parte de mi, de mi pasión, es admirada y que proyecta una nueva imagen de la ciudad a los visitantes nacionales e internacionales y enorgullece a las y los oaxaqueños”.