“El PRD dirime a balazos candidaturas en Oaxaca”: Moisés Molina

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“El PRD dirime a balazos candidaturas en Oaxaca” es la cabeza lapidaria que mi amigo Oscar Rodríguez eligió en su nota del pasado viernes para Milenio Diario. Sea cual fuere la razón, esa es la percepción de un comunicador que los editores de Milenio decidieron compartir con sus lectores.

A través de la cuenta de twitter @Spiaboc pude ver un breve video (https://www.youtube.com/embed/e08YKnM3KR4). En la era del homo videns, cualquier palabra sucumbe ante el poder de las imágenes.

Al margen de las motivaciones, nada justifica la violencia, mucho menos en la vida interna de los partidos políticos.

Pero esto sucede cuando las pasiones que despiertan los procesos de selección de candidatos no encuentran cauce dentro de los primeros obligados a privilegiar la política, que son los partidos.

¿No es la política, antítesis de la violencia? ¿No es la política, la invención (¿o descubrimiento?) de los seres humanos para dirimir conflictos? En las escuelas de ciencias sociales, principalmente de Ciencia Política, Derecho, Gobierno y Sociología se estudian hasta el cansancio los fundamentos de la política, ya no se diga como ciencia (como cuerpo de conocimientos) sino como actividad del ser humano.

Por citar una de cientos, Josep Vallés define a la política como “la práctica o actividad colectiva que los miembros de una comunidad llevan a cabo con la finalidad de regular conflictos entre grupos, que tiene como resultado la adopción de decisiones que obligan a los miembros de dicha comunidad”.

¿Qué pasó en el enclave perredista? Fue el epítome, el caso más reciente de lo que todos ya sabíamos: que los partidos políticos viven, en Oaxaca, una profunda crisis que tiene su origen en sus oligarquías; en esos pequeños grupos (cúpulas, si se les quiere llamar así) que secuestran las decisiones de su vida interna, en este caso, las decisiones de las candidaturas.

Se ha convertido en lugar común decir que el PRD es un partido faccioso, de tribus; que son unas cuantas familias las que lo controlan; que sus acuerdos se dan siempre a complacencia de unos cuantos.

Hasta ahora les había funcionado medianamente; pero con lo acontecido, parece que ya no.

A la visión comúnmente aceptada de la política, de la que Vallés forma parte, se opone en Oaxaca la del brillante y polémico Carl Schmitt, retomada y desarrollada por Julien Freund: “mientras haya política, esta dividirá a la colectividad en amigos y enemigos”.

Los enemigos de las tribus llegaron a reclamar lo que para ellos era una injusticia: la imposición de su candidato en Santa María Huatulco. Pasó lo que últimamente pasa en cualquier partido: la membresía reclama por medios cada vez más violentos lo que siente es su derecho al no encontrar los cauces institucionales adecuados para hacerlo.

La dinámica de nuestros partidos políticos revelan en Oaxaca el fracaso de la política y la muerte de la constitución en su letra.

EL artículo 41 constitucional dice que “los partidos políticos son entidades de interés público”, que “tienen como fin promover la participación del pueblo en la vida democrática” y que “como organizaciones de ciudadanos, hacer posible el acceso de estos al ejercicio del poder público”.

EL PRD tiene, ante la opinión pública, el estigma de la violencia previo a los tiempos del obradorismo. Ayer solo lo convalidaron. Responsabilizar de los hechos, como pretendió uno de sus jerarcas, a personas ajenas al partido (“ex priistas” fue su expresión) es vano y burdo.

El video es elocuente y fueron los encargados de la “seguridad” del evento quienes dispararon sus armas. Evidentemente no tenían permiso para portarlas. Ello se puede saber porque abandonaron una en la jardinera, y a demás, porque los responsables huyeron para después ser capturados en una eficaz acción de la policía. Acreditado ha quedado también por comunicadores locales que algunos cuentan ya con antecedentes penales, uno de ellos, por homicidio. ¿Quién los contrató para hacerse cargo del cuidado del evento o quién les dio al momento tal encomienda? ¿No son necesarios perfiles y algún tipo de control por parte de las autoridades para el ejercicio de un trabajo como el de “Escoltas”, “guaruras” o como usted –amable lector- quiera llamarles?

Mientras tanto, José Juárez Chávez de 49 años de edad se reportaba, al momento de escribir estas líneas, grave en el hospital con dos impactos de bala, uno en la ceja derecha y otro en la izquierda; mientras Bertha González, de 43 años, presentaba lesión en el tobillo derecho; Víctor Mendoza Santiago, rozón de bala en la cara; Juan Carlos Sosa, rozón en el brazo izquierdo; y el camarógrafo del portal noticiasnet.mx, Iván Flores, con impactos de esquirla en la oreja izquierda.

Ellos darán, en su momento, la versión autorizada de los hechos.

¿Cuál es la lección? Mientras los partidos políticos no dejen de comportarse como facciones, ni sus dirigentes como dueños de una empresa, estas cosas seguirán pasando. Los dueños del partido, si es que han de tener alguno, son sus militantes que, por ahora, no encuentran alternativa para ser escuchados, diferente a la protesta violenta en sus diferentes grados.

El episodio de hace unas semanas en una convención municipal del PRI en Santa Lucía del Camino fue un aviso que, hoy vemos pasó desapercibido, para que las barbas de los vecinos fueran puestas a remojar. De ahí la necesidad de pensar seriamente, a riesgo de peores tragedias, en la profesionalización de las dirigencias de los partidos.

Los partidos necesitan como líderes, personas sensibles, conocedoras de la política como ciencia, conciliadoras y demócratas, no personeros con el único mérito del servilismo incondicional cuyos complejos hacen ver con fingido desprecio a quienes verdaderamente pueden hacer que la política sirva para lo que fue inventada.