PROFECO: la inutilidad y la carestía: Rubén Mújica Vélez

Print Friendly, PDF & Email

Escenas de una sociedad agredida.

PROFECO. Una dama se presentó e n las oficinas oaxaqueñas de esa oficina federal. Su queja justificada: en una tienda departamental de la colonia Reforma, con tres días de diferencia, el precio de un  producto de uso diario se elevó en 35%. ¿Qué podía hacer la PROFECO por esa ciudadana? La respuesta: NADA. “La ley de la oferta y la demanda” esa zarandaja en la que solo economistas tarados creen, es la que impera. Ella debería buscar lugares en que el precio fuera menor. Su reacción fue lógica: los mandó al carajo y les gritó que como no sirven para cosa que valga la pena y ella paga sus sueldos con sus impuestos, deben desaparecer. Además que ya no aguanta las declaraciones vacías del Delegado Federal de PROFEPA que “recomienda como usar bien la tarjeta de crédito”.

Personalmente ratifiqué la afirmación de la ciudadana: esa tienda departamental, en esa sucursal y la de Plaza del Valle, tiene diferente precio para un mismo producto. Si la PROFECO sirviera para algo, debería multarla. Eso es fraude al consumidor y que los burócratas inútiles se vayan al demonio si vuelven como pericos a hablar de la “ley de la oferta y la demanda”. Mientras ¿qué hacen las oficinas de mercado municipal y Economía estatal?    

Otra vertiente de la crisis alimentaria. Un producto que reitera su carácter clave en todo Oaxaca, es el maíz. Frecuentemente hacemos tabla rasa y criticamos a los propietarios de tortillerías, su supuesta voracidad en los precios. Invitamos a una reflexión somera al respecto.

La harina de maíz entre diciembre de 2010 y abril de 2011, se encareció 50%: de 6.000 a 9.000 pesos la tonelada. Puesta en bodega. Se  debe agregar el costo del flete que se eleva a 500.00, más el costo de carga y descarga, otros 550.00. Añadamos el alza de la luz eléctrica. Ante ese encarecimiento escandaloso los tortilleros tienen la prohibición de elevar el precio del kilo de tortillas so pena de padecer una fuerte multa.

¿Cuáles con las vías comunes para capotear esta crisis de rentabilidad en las tortillerías? Una, acentuar la participación de mano de obra familiar no pagada en el expendio, racionalizar el agua, la luz eléctrica cuyo costo por kw se eleva de manera imparable. En fin, se supera a medias, con el sacrificio de los familiares que ayudan a sostener un negocio que en realidad no es rentable.

Por si fuera poco, se palpa que el consumo por persona se ha reducido. La carestía encuentra en los pobres los primeros perjudicados con una dieta que aboca a la desnutrición y la morbilidad generalizada. Un dato: en las familias más pobres de Oaxaca es común que los niños consuman sólo café y tortillas remojadas. No más. Obvio, la capacidad intelectual de los niños se ha desplomado. No es raro que los maestros recomienden a los padres que alimenten a los niños antes de enviarlos a la escuela. ¿Podremos confiar en los indicadores de aprovechamiento que en especial en el régimen anterior, nos tranquilizaba con el “despegue” de Oaxaca a niveles educativos comparables a países desarrollados? ¿Dónde están la docena de Universidades de primer mundo? Obvio: demagogia pura. En la prensa diaria se reiteran las denuncias de desviaciones del presupuesto educativo para campañas políticas. ¿Se conseguirá que restituyan parte de las fortunas malversadas? De otra manera la frustración popular devendrá pronto en nuevos reclamos que serán reprimidos como producto de “agitadores profesionales”.

En tanto, la población pobre come menos tortillas, alimento indispensable en Oaxaca y México. Los pequeños empresarios del sector se truenan los dedos por la crisis que atraviesan y se corre el riesgo de que su quiebra complique aún más la situación actual. ¿Se entenderá que hay que adoptar medidas de emergencia antes que confrontemos la inestabilidad social?

A esta acometida contra las familias pobres que ya no tienen qué eliminar en su consumo de alimentos, corresponde la notoria indiferencia de las clases poderosas de Oaxaca. No se quejan. No resienten el golpe seco de la carestía. Tienen para eso y más. Son los rostros sonrientes en páginas de sociales. Felices, sobre todo cuando enriquecieron sangrando el presupuesto, la riqueza del pueblo.

rubenmv99@yahoo.com