¿Y después del coronavirus qué?: Francisco Ángel Maldonado Martínez*

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Al momento de escribir esta columna el Gobierno Federal ha informado que existen 203 casos confirmados de Covid-19 en México, dos fallecidos, y al menos 600 casos sospechosos. Estos datos son apenas el inicio del nuevo coronavirus en México y mal haríamos en pensar que se mantendrán así. Una enfermedad como ésta es creciente. Hay en todo el mundo más de 275 mil casos, de los cuales más de 88 mil se han recuperado mientras que más de 11 mil han fallecido. China se mantiene con el mayor número de casos: más de 81 mil, aunque logró controlar el contagio; Italia tiene más de 47 mil y España más de 21 mil.

 

Con la expansión de la pandemia ha venido la especulación respecto a posibles motivos ocultos detrás de lo que es en los hechos una enfermedad muy contagiosa y con una letalidad aparentemente baja, en la que grupos vulnerables como los adultos mayores y quienes padecen enfermedades crónico-degenerativas son más susceptibles. Sin embargo, esto no supone que en general las medidas deban relajarse o que en México el fenómeno será distinto al observado en Asia y Europa.

 

El Covid-19 debe tomarse en serio. Un video publicado por El País esta semana y grabado por una enfermera en la región de Lombardía, Italia, pone las cosas en contexto. La enfermera recorre salas y pasillos de un hospital que está al límite de su capacidad por enfermos que en algunos casos esperan en camillas en los pasillos. Solo se escucha el sonido de los respiradores artificiales mientras se ve a pacientes que luchan por su vida. Médicos y enfermeras están haciendo un esfuerzo monumental por salvar el mayor número de vidas, pero también está la otra cara de la moneda: las autoridades italianas no tomaron en serio el problema sino hasta muy tarde. Hoy el número de muertos por cada millón de habitantes es 30 veces mayor en Italia que en China según el cálculo elaborado por Reforma y publicado ayer en su primera plana con fuentes de Coronavirus Update Live y Worldometers.

 

En México sabemos que el número de casos podría aumentar no solo por el contagio comunitario sino porque el número de pruebas para detectar el Covid 19 es muy limitado. Se mantiene la restricción para que laboratorios privados realicen la prueba ya que deben ser certificados previamente. Solo dos laboratorios privados la pueden realizar actualmente, adicionalmente a la red de laboratorios estatales de salud pública. Acelerar el diagnóstico es clave para saber el tamaño del reto que enfrentamos, pero no es la única clave, la más importante es seguir las recomendaciones de los especialistas, que como señalamos en este espacio en la entrega anterior se basan sobre todo en la sana distancia y las medidas de higiene durante las próximas semanas. Esto es especialmente importante porque algunos especialistas consideran que el pico del Covid-19 en México se presentará hacia finales de abril.

 

A pesar de todo lo que hemos visto en estas semanas, sabemos, por la experiencia de los países que han podido controlar esta enfermedad contagiosa que el Covid-19 pasará. Las medidas insólitas en la historia de la humanidad surtirán efectos, además de las que cada país emprenda según sus particularidades. La pandemia será un registro más de nuestra fragilidad en el curso de la humanidad, como antes lo fue la influenza H1N1 y como lo ha sido, con efectos terribles para el continente africano, el ébola. Esperamos que más temprano que tarde el virus surgido en Wuhan, China, habrá sido aislado y controlado. En tanto, debemos empezar a reflexionar sobre las lecciones que deja para el futuro.

 

El israelí Yuval Noah Harari, autor del best-seller Sapiens. De animales a dioses: Una breve historia de la humanidad publicó esta semana un fascinante artículo en el periódico inglés Financial Times. Para Harari enfrentamos la que quizá sea la mayor crisis de nuestra generación, las decisiones que los gobiernos y la gente tomemos en las próximas semanas pueden dar forma al mundo en el que viviremos en los años por venir, no solo afectarán los sistemas de cuidado de la salud, sino la economía, la política y la cultura. Para él las decisiones más importantes que enfrentamos se reducen a dos ámbitos. El primero, entre la vigilancia totalitaria y el empoderamiento ciudadano, y el segundo entre el aislamiento nacionalista y la solidaridad global.

 

Las herramientas de vigilancia ya han sido implementadas para monitorear a las personas en China e Israel donde la condición médica se ha convertido en pretexto para vigilar a los ciudadanos. Hay toda una industria sobre la recopilación de datos y el diseño de algoritmos que prevean nuestro comportamiento individual. Si se desarrolla mucho más, esta industria puede permitir a los gobiernos conocernos más de lo que nosotros nos conocemos. Este es el primer riesgo que enfrenta la humanidad. Saber nuestra temperatura o presión arterial puede ser útil dentro del periodo de emergencia sanitaria, pero ¿qué sucederá una vez que termine? El empoderamiento ciudadano es indispensable. Es necesario que la gente confíe en la ciencia, en las autoridades públicas y en los medios de comunicación. En vez de crear gobiernos todopoderosos, las herramientas tecnológicas deberían ayudarnos a tomar decisiones informadas y a que los gobiernos se obliguen a rendir cuentas. Está en juego la privacidad de las personas.

 

La segunda decisión crucial para la humanidad para Harari se da entre el aislamiento nacionalista y la solidaridad global. Resultado del primero, tenemos el retardo de Estados Unidos en reaccionar a la crisis por la voluntad de su presidente, Donald Trump. Pero aún hay esperanza, la cooperación es la mejor arma para vencer a una enfermedad que no conoce fronteras. Para Harari, China debe brindar lecciones a Estados Unidos sobre cómo enfrentar esta enfermedad, así como el descubrimiento que hace un médico en Milán durante una mañana debe ayudar a salvar vidas en Teherán la tarde de ese mismo día. La solidaridad no obedece a cálculos de geopolítica; en un mundo interconectado, seguir el camino de la desunión solo nos llevará al colapso. En cambio, la solidaridad internacional como paradigma de nuestro tiempo nos puede llevar a superar las grandes crisis y futuras epidemias del siglo XXI.

 

Esta es la clave. Ojalá estemos a tiempo de entenderlo.

 

*Director General del ICAPET