El concierto “Venezuela Aid Live” fue esta semana el centro de atención de la comunidad internacional que sigue la transición de régimen de ese país sudamericano. A raíz de la grave crisis política y económica que atraviesa Venezuela, surgió esta iniciativa del multimillonario británico Richard Banson, que retoma la idea del recital Live Aid de los años ochenta. Venezuela Live Aid se celebró este viernes cerca del puente Las Tienditas que une a Colombia y Venezuela, en la ciudad colombiana de Cúcuta, y que Maduro mantiene bloqueado para impedir el ingreso de ayuda humanitaria al país.
En este magno evento participaron, entre otros referentes de la música en América Latina, José Luis Rodríguez “El Puma”, Maluma, Danny Ocean, Paulina Rubio, Carlos Baute, Mau y Ricky, Fonseca, Carlos Vives, Luis Fonsi y Alejandro Sanz. El objetivo del festival es recaudar fondos para paliar la escasez de alimentos y medicinas que sufre la nación latinoamericana. Sorprendentemente, y pese a tener una orden de prohibición para salir de Venezuela por parte del gobierno de Maduro, el viernes llegó al concierto el líder opositor y autoproclamado presidente interino de Venezuela, Juan Guaidó, quien se encontró en este evento con otros líderes latinoamericanos. Ahí estaban los presidentes de Colombia, Iván Duque; de Chile, Sebastián Piñera; y de Paraguay, Mario Abdo.
Al otro lado de la frontera, en el lado venezolano, alrededor de mil personas se reunieron en el concierto “Para la guerra nada”, que en días anteriores se había promocionado como “Hand off Venezuela” (manos fuera de Venezuela). Este fue el concierto del oficialismo, al que acudieron uniformados de las fuerzas armadas venezolanas y de las milicias, una especie de grupos de apoyo populares del chavismo. Esta contrapropuesta solo tuvo eco dentro de lo que queda del régimen de Maduro.
¿Qué significado tiene un concierto como el “Venezuela Aid Live”? Sin duda tiene un mensaje de esperanza para las y los venezolanos que quieren democracia en su país y también que ingresen alimentos y medicinas para salvar a la población. La emergencia en ese país es vista por todos los países de la región y por los organismos internacionales pero ignorada por el corrupto régimen de Maduro. Hoy existe un consenso internacional sobre el futuro de Venezuela que tiene al único obstáculo en un régimen desacreditado y que cuenta con el apoyo de unos pocos aliados, como Cuba y Bolivia.
La operación de ayuda internacional no solo es coordinada desde Colombia, también desde Brasil. Lo que Nicolás Maduro acusa de intervencionismo es la estrategia de ingreso de pequeños camiones cargados de kits sanitarios y granos básicos como arroz y frijoles, además de leche en polvo. En las fronteras con Brasil y Colombia se viven horas decisivas para el futuro no solo de Venezuela sino de la estabilidad de la región, considerando que los presidentes de los países vecinos han mostrado un firme rechazo a la dictadura de Maduro, junto con otros países del planeta, que hoy, en un fenómeno político nunca antes visto, suman más de cincuenta países en respaldo de un gobierno de transición. Es decir, no son posiciones aisladas las que piden elecciones libres en Venezuela ni tampoco es el ánimo interventor —discutible— del gobierno de Donald Trump, sino una suma de países libres y democráticos que está respaldando al gobierno de transición que encabeza el presidente de la Asamblea Nacional Juan Guaidó.
¿Qué sigue para Venezuela? No queda claro cómo va a enfrentar el ingreso de ayuda humanitaria el régimen de Maduro, una vez que la oposición ha hecho de este tema el elemento principal de su estrategia de movilización. A partir de la red masiva de personas interesadas en repartir los alimentos y medicinas, el gobierno provisional de Guaidó está desmontando el apoyo que miles de personas creían recibir del régimen de Maduro. En medio de la crisis política, este tema es decisivo para el futuro del país sudamericano. Además, el respaldo de Estados Unidos y la Unión Europea es clave para que el régimen de Maduro caiga. El fiel de la balanza siguen siendo las fuerzas armadas, que aún tienen un alto grado de cohesión, y que no han respaldado masivamente a Guaidó. Una salida pacífica del conflicto se ve cada vez más improbable.
En este contexto, la pasividad de México sigue siendo ominosa. Mantener la propuesta de un grupo de diálogo en este momento de los acontecimientos es impensable y denigra la histórica posición mexicana en favor de las causas más nobles a nivel internacional, como cuando se acogió a los refugiados de la Guerra Civil española y a los hermanos latinoamericanos provenientes de Chile y Argentina cuando los regímenes militares violentaban, perseguían y desaparecían opositores. No asumir una posición en un conflicto como el que hoy se vive en Venezuela también es asumir una posición, es respaldar de facto a Maduro y a su élite de poder que ha destruido la institucionalidad de ese país. ¿Por qué el gobierno del presidente López Obrador mantiene ese apoyo tácito al régimen de Maduro? Lastimosamente, quizá no sea solo un tema de comodidad frente al cambio, sino de convicción ideológica, lo que resultaría aún más grave. No queremos más casos como el de Venezuela en América Latina.
No hay ideología que valga frente al hambre, la enfermedad y la miseria. Ese fue el mensaje central de “Venezuela Aid Live”, que hizo de la música una forma extraordinaria de trasmitir esperanza y paz a quienes hoy luchan por la justicia. Con ellos estamos y estaremos. No hay otro camino para restaurar la democracia en ese país hermano.