Apenas ayer escribí una nota sobre el “Bani” Hoy debemos ampliarla a la Guelguetza toda. La situación se complica de manera preocupante. Los conocedores del tema, decíamos apenas ayer, cuestionan algunas de las aportaciones de los grupos representantes de las diversas regiones. Esto era digno de tomarse en cuenta. Pero no ha sucedido así. Se ha procedido con un criterio estrecho, pobre y empobrecedor.
El Comité de Autenticidad de la Guelaguetza, se ha deslindado de desempeño de su responsabilidad. No es cualquier cosa. No es cosa de desdeñarse el atropello de burócratas que apenas han mostrado su carácter bisoño y que es imposible que demuestren conocimientos sobre el patrimonio cultural oaxaqueño. La “fiesta de los oaxaqueños” padeció la agresión ulisista “criolla” que al paso que iba, estuvo en un tris de incorporar la jota aragonesa. Ahora los signos devienen más discutibles, en cuanto al respeto que merece la Guelaguetza.
Se ha elegido, no sé si a la usanza del viejo “dedazo”, a la diosa Centéotl. Esta debería cumplir varios requisitos. El primero, su indiscutible origen indígena. El segundo, reflejar conocimiento cabal de la etnia de origen. Identificarse con sus antecedentes étnicos, otro. Además mostrar conocimiento de su historia y sus expresiones culturales más relevantes. Ahora, insólitamente, eligieron a una jovencita de indiscutibles rasgos mestizos. Proveniente del Istmo, en su entrevista se dedicó a revelar sus conocimientos auríferos: las joyas que de metal amarillo portaba. De lo demás: nada.
Bueno, estas dirían los chinos son “las flores, porque faltan los frutos”. Preocupante es que el Comité de Autenticidad revele en su declaración que la decisión de la participación de delegaciones de las diversas regiones, quedó en los burócratas de la Secretaría de Turismo. Esto raya en lo grotesco. Si en esas oficinas han dado datos sobre la “catarata” de millones que se diseminarán como resultado de las Guelaguetzas” que la iniciativa privada ha negado, ¿tiene capacidad para substituir al Comité de Autenticidad? Alguien debió poner orden y decidir que como Apeles: ¡zapatero a tus zapatos! Por otro lado ¿dónde quedó la Secretaría de Cultura? ¿Acaso el sobrino nieto del abuelo no tiene vela en el entierro…de la Guelaguetza? Su invisibilidad es reveladora: está de más. Este asunto es un embrollo y “el quesillo se echó a perder”. Se hizo bolas en vez de enredo.
Ya significó mucho que se respetara el atropello “urológico” de presentar cuatro veces la Guelaguetza como si fuera una banda de norteños común y corriente. Se ha acentuado su vulgarización extrema impuesta por ese sexenio depredador. Lo peor es que el régimen cueísta respete a pie jutillas esa arbitrariedad cultural.
Ahora, se substituye a las autoridades culturales tradicionalmente reconocidas y se pone, en su lugar a empresarios-burócratas que amenazan en convertir a la Guelaguetza en un circo barato. No podemos dejar de señalarlo. Patético que la sociedad no se organice y exija respeto elemental a su expresión cultural por antonomasia.
No es lo mismo multiplicar los OXXO” que organizar u programa cultural Alguna ocasión anterior se permitió que una artistilla de nombre extraviado, se lanzó a bailar en “Flor de Piña” Aberrante. Ahora, se cometen atropellos que cada vez distorsionan más a la Guelaguetza. Se reitera la función caricaturesca que en muchos casos ejerció Amalia Hernández que llegó a ponerle “pompones” a los zapateadores jarochos. Ahora tal vez, se incorpore a la Guelaguetza cuadros de la Madre Patria. Así podremos “disfrutar” un chotís en la ex”Rotunda” de las Azucenas, cubierta por una “calzoneras” de indescriptible fealdad.
Mientras: ¿la Secretaría de Incultura? Alguien ya la bautizó como la SEPULTA.