Transición en Oaxaca, ¿mito, realidad o aspiración?: Ricardo Coronado Sangines*

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Segunda entrega

Vayamos pues, como lo comentamos la semana pasada, respondiendo algunas preguntas elementales sobre la Transición política hacia la democracia en Oaxaca, el primer término y por sentido común habría que responder a la pregunta  básica de ¿Qué es una transición (política)? La referencia obligada es la definición del Diccionario de la Real Academia Española, esta establece: “(Del lat. transitĭo, -ōnis).1. f. Acción y efecto de pasar de un modo de ser o estar a otro distinto.”[1]

Recurramos a otras para enriquecer la noción que nos ocupa, el artículo del portal eumed.net denominado “Transición Política, Glosario de Conceptos Políticos Usuales”[2] no tiene desperdicio, aquí transcribo unos fragmentos: “…Generalmente suele usarse la expresión transición a la democracia para mencionar el período que va desde las postrimerías de la vigencia del régimen autoritario a la vigencia del régimen democrático; y la expresión transición democrática para el período de consolidación posterior a la vigencia de la democracia. Según Share y Mainwaring hay tres tipos de transición a la democracia: – La transición por colapso, causada por una derrota militar externa, o por una profunda crisis interna, que desacredita totalmente al régimen autoritario y que generalmente produce importantes cambios estructurales y una ruptura de las normas de la autoridad política. La salida democrática es impuesta por el vencedor o responde a una tradición política anterior al período autoritario. Generalmente, las autoridades salientes no tienen, en ese momento, ninguna capacidad de negociación y son juzgadas y condenadas por su actuación.”

“…La experiencia histórica muestra que ese “colapso” puede no ser definitivo, y que la élite autoritaria puede recuperar capacidad participativa, aunque generalmente en un nivel sistémico inferior al anterior. Los motivos de esa recuperación son variados: cambios manipulados en el recuerdo público del pasado, que hace factible intentar su relanzamiento político; frustración de las expectativas generadas por la democracia en su fase agonal…” , “…- La transición por autoexclusión, en la cual la élite autoritaria intenta inicialmente poner límites y controlar el proceso de transición, pero su alta erosión se lo impide y no puede obtener resultados favorables para su salida negociada en la medida deseada, aunque generalmente se plantean cuestionadas medidas de amnistía, que de todos modos aseguran su autoexclusión.”

“…- La transición por transacción, que implica una considerable continuidad de las estructuras, de las élites y de las prácticas políticas. La transición es controlada, efectuada por decisión de la élite autoritaria, quien no solo no es sancionada ni amnistiada sino que conserva (al menos por un tiempo más) participación en el poder en la nueva situación.”

Como podemos leer, estos teóricos proponen la existencia de tres tipos diferentes de transición política, sin embargo en cada uno de ellos podemos encontrar rasgos de lo que sucede en Oaxaca, aquí se hace pertinente la pregunta que ya formulamos anteriormente: ¿Debemos generar un modelo de “transición a la oaxaqueña”?

Para respondernos hace falta analizar otros aspectos, por lo pronto nos hemos acercado a la definición del concepto, lo cual nos va dando luz para continuar con nuestro debate.

 

*Regidor de Economía en Oaxaca de Juárez e

Integrante de la Dirigencia Estatal de Movimiento Ciudadano

Twitter: @ricardosangines