“La muerte, los incendios y los robos hacen a todos los hombres iguales”
Charles Dickens
Con mis agradecimientos y admiración a las y los combatientes institucionales, comunitarios y voluntarios que día a día arriesgan su vida para prevenir y combatir los incendios que amenazan nuestra riqueza natural, como un humilde y respetuoso homenaje.
Los trágicos días que transcurren en nuestro planeta, sin duda han desatado las más diversas reacciones: encuentros al seno de la familia -una charla, un gesto amable, una característica olvidada, un don que no habíamos descubierto-, desaveniencias, amores en espera, olvidos, odios, aburrimientos, destellos de creatividad y un largo etcétera. Pero, lo que que considero que debe ser importante es el nivel de introspección que muchos hemos alcanzado en estos momentos, algunos tal vez en esas largas horas de insomnio.
Por supuesto, me refiero a la reflexión que estamos haciendo sobre nosotros, los hijos, la familia, nuestra pareja, empleo y crisis que se avecina, el mundo, en fin… creo que estamos teniendo tiempo para preguntarnos: ¿qué estoy haciendo mal?, ¿cuántas cosas he logrado?, ¿por qué no me había dado más tiempo para compartir con mi familia?; seguramente también hemos echado de menos a alguien y deseamos correr a abrazarlo en cuanto esto pase, pensar en que dejamos de hablar hace tiempo con una persona querida por una tontería y quererlo remediar, hablar más con los amigos, priorizar los intereses personales. Es decir, pensamos en muchas cosas que queremos mejorar cuando esta tormenta pase.
Esta crisis sanitaria mundial nos está dejando muchas lecciones: la infraestructura de salud es insuficiente para otorgar un servicio de calidad a los usuarios y mucho menos para poder enfrentar exitosamente una emergencia (como hoy la tenemos), la desigualdad económica existente se refleja hasta en la calidad educativa “gratuita”, el ser humano es una especie de claro oscuros -por un lado hay quienes se han solidarizado con quienes lo necesitan y por el otro hay quienes se aprovechan de la situación para hacerse de más riqueza e incluso existen quienes han provocado daño a los que ayudan a la humanidad, la crisis petrolera nos impone aceptar que la agenda energética debe priorizar ya el aumento de inversión en producción de energías limpias.
Sin lugar a duda este tiempo de aislamiento social debe servirnos, además, para pensar en replantear nuestra relación con nuestro planeta, en el daño que le hemos ocasionado, pero también en cómo podemos tomar acciones que permitan disminuir el impacto de nuestras actividades cotidianas y los procesos productivos en el medio ambiente.
Esto nos lleva a cavilar, a propósito de la conmemoración del “día de la tierra”, que se realizó el día de ayer, en la necesidad de abatir a uno de los fenómenos que ocasiona gran daño a nuestra riqueza natural: la pérdida de ecosistemas por incendios forestales, durante 2019 se perdieron 68,624.19 hectáreas tan sólo en Oaxaca, ocupando el nada honroso segundo lugar de superficie afectada a nivel nacional. Tuvimos en el territorio estatal un total 253 incendios registrados por la CONAFOR con un promedio de afectación de 271.24 has. por incendio. Superamos por mucho la estadística de 2018, año en que se registraron 169 incendios con un total de 19,463.52 has. afectadas.
En todo estos números que se registran año con año, vamos a encontrar invariablemente un factor común: las causas del incendio. El registro de 2019 arroja que de los 253 incendios 68 fueron provocados por actividades agrícolas, 35 fueron intencionales, 7 por actividad pecuaria, 7 por quema de basura, 5 por fumadores y en 109 la autoridad no pudo determinar la causa ( esto es por muchas consideraciones: sociales, técnicas, de seguridad, etc.); en contraste sólo 12 fueron ocasionados por rayos. ¿Nota usted el factor común?.
¡Correcto!, casi el 95% es ocasionado por actividades antropogénicas. Ahora es cuando tenemos la oportunidad de ese replanteamiento que comentaba líneas atrás. El trabajo de prevención de las instituciones gubernamentales es arduo -me consta-, sin embargo no es suficiente, debemos aceptar que la mayoría de la gente no reacciona hasta que es tarde, lo estamos atestiguando con el covid-19. Por ello es imperante que todos tomemos con responsabilidad el trabajo de ser generadores de conciencia: Los entes de gobierno con injerencia en la producción agropecuaria tomando medidas aún más estrictas en la vigilancia de la implementación de la sustentabilidad en la producción y la difusión de la NOM 015 para el uso responsable del fuego; las autoridades municipales y agrarias involucrándose de forma más comprometida en la vigilancia y difusión del manejo adecuado del fuego, según la norma citada (cabe destacar que en muchas comunidades oaxaqueñas hay medidas muy estrictas al respecto: horarios y medidas de seguridad para la actividad de roza, tumba y quema); aquí los medios de comunicación y educadores también juegan un papel fundamental para dar a conocer la información pertinente.
Según los datos compartidos por la CONAGUA, 2020 es un año con predicciones de mayor sequía y por ende con proyecciones de mayor número de incendios, sin embargo, la naturaleza se ha portado con benevolencia, pues del 1º de enero y hasta el 22 de abril se han registrado 109 incendios, un número mucho menor en comparación al que se registró para el mismo periodo en 2019.
En Oaxaca una de las zonas con mayor índice de riesgo es la Selva Zoque, un territorio considerado poseedor de una de las coberturas de selvas tropicales más grandes del norte de América, además de proveer una enorme cantidad de servicios ambientales, que alberga, además, una gran variedad de flora y fauna (especies protegidas como el jaguar, tapir, quetzal, mono aullador, águila arpía, entre otros). Incluyendo este territorio se tienen considerados, dadas sus características y antecedentes estadísticos, para el 2020 a 128 municipios del estado, como prioritarios para trabajar en la prevención de incendios forestales, poseedores la gran mayoría de una gran diversidad biológica. Del total de nuestro territorio estatal, alrededor de 6.29 millones de hectáreas son de cobertura forestal, la riqueza biológica y la variedad de ecosistemas que en ellas yacen, constituyen otro de los factores -aparte de la diversidad cultural, gastronomía e historia- que han otorgado a Oaxaca su fama y gloria. Debe ser prioridad conservarlos.
La entrega de los combatientes de las brigadas oficiales y rurales de la CONAFOR, COESFO Y CONANP, así como el apoyo de la SEDENA, SEMAR, Protección Civil, los combatientes voluntarios y de las brigadas comunitarias; merecen nuestro total reconocimiento. Su esfuerzo es sobrehumano, en ocasiones la disposición geográfica y la ausencia de infraestructura de acceso en los lugares de los incendios, hacen que su labor se torne tan complicada que, los coloca como verdaderos héroes.
Nuestra mayor contribución a su labor es apoyar en prevenir, siempre es mucho más efectivo y menos costoso emprender acciones de prevención -en las que podemos participar todos- que en el combate. Ayudémosles. La temporada más álgida de los incendios, apenas está por llegar.
Los actos de valor y entrega que se realizan en el combate de incendios forestales son tan loables como los del personal médico y administrativo que en nuestro estado luchan con ahínco y profesionalismo para enfrentar esta terrible pandemia. Se merecen aplausos de pie y nuestra eterna gratitud.
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