Jorge T. Peto
13:21 “La libertad liberal y la igualdad democrática no guardan entre sí una relación de mutua armonía natural. La relación profunda existe entre ellas, como entre los derechos fundamentales, liberales y sociales, es la de una tensión en último término inevitable. La libertad genera inevitablemente desigualdad, y la igualdad también inevitablemente no-libertad. Cuanto más libres son los hombres, tanto más desiguales. Por el contrario, cuanto más igualados están en sentido democrático radical, tanto menos libremente ordenan sus vidas”.
Ello no excluye, y la historia nos ofrece muchos ejemplos, que enemigos potenciales ( y de facto) se alíen por razones tácticas frente a un enemigo común, como fue el caso en el siglo pasado en la lucha común del Liberalismo y la Democracia contra la Monarquía. Tales alianzas, pueden ocultar temporalmente las tensiones existentes, hasta el momento en que se consigue despojar de su poder al enemigo común. Lo anterior era frecuentemente señalado por Gerhard Leibholz en 1925 en un texto denominado Representación e identidad, mismo que fuera reproducido hace ya algunos años en la clásica obra compilada por Kurt Lenk y Franz Neumann bajo el título de Teoría y sociología críticas de los partidos políticos.
Ahora bien, sería sumamente difícil definir, o adoptar alguna de las definiciones de los grandes teóricos de la política, sin antes reflexionar sobre la posibilidad de no encontrar significación precisa en el concepto, y mucho menos si la pretensión va más allá de una mera descripción de la cotidiana realidad. Por ejemplo, para Edmundo Burke, quizá quien con mayor claridad argumentativa haya comprendido, expuesto y defendido las ideas y las acciones del Conservadurismo clásico, señala a propósito del tema en cuestión: “Un partido es un grupo de hombres (y mujeres, diríamos hoy) unidos para fomentar, mediante sus esfuerzos conjuntos, el interés nacional, basándose en algún principio determinado en el que todos sus miembros están de acuerdo”. Para este pensador, es impensable que alguien que crea en sus principios políticos o les conceda alguna importancia, no busque al mismo tiempo su realización.
En ese sentido, podemos aseverar que siendo tarea de los teóricos descubrir los fines propios de la política, compete al político, al filósofo de la acción, encontrar y aplicar con éxito los medios adecuados para la realización de esos fines. Por eso, toda comunidad de creencias políticas que sea honesta considerará como su fin primordial la aplicación de los métodos que resulten adecuados para que los hombres y las mujeres de su medio y de sus convicciones tengan oportunidad de realizar los planes comunes, con ayuda de todo el poder y autoridad del Estado.
Debido a que el poder está unido a determinadas posiciones, el deber de todo partido político es esforzarse por conseguirlos. Sin discriminar a los otros, están, sus miembros, obligados a dar preferencia a su propio partido en todas las cuestiones de interés; en ningún caso les es lícito aceptar por razones egoístas ofertas de poder que no sean ventajosas para todo el partido. Tampoco deben tolerar que en su cargo o en su consejo les dirijan, controlen o dejen a un lado aquellos que contradicen los principios fundamentales en los que se apoya su partido, o incluso aquellos en que debe fundarse toda comunidad de creencias que sea honesta con sus fieles y leales seguidores, para consigo mismos y sobre todo para con la sociedad a quien ha de presentar su propuesta de gobierno. Esta noble lucha por el poder, basada en máximas de caballerosidad y un alto sentido del honor, se distingue de la baja y egoísta disputa de cargos y prebendas.
Para el caso del hibrido electoral que pretenden los que ni son partidos, ni tienen proyecto de Nación mucho menos visión de Estado, por lo tanto sólo podríamos esperar la maquinación de un monstruo de mil cabezas sin cuerpo y sin cerebro, eso es lo que conlleva la ambición de una coalición de proyectos personales, al más viejo estilo del individualismo posesivo de hace tres siglos. Y no porque sea difícil construir una sana alianza sino porque meter a perros y gatos al mismo huacal. Si, ese es precisamente el punto nodal, son totalmente excluyentes sus proyectos políticos si es que lo tienen. Por lo tanto, sólo quieren verle la cara, una vez más a la gente, sin escrúpulos, totalmente fuera de lugar, porque la sociedad ya no se deja engañar. Mejor aquí le páramos por hoy, mientras tanto pórtese como se le pegue la gana pero con hidalguía.