Se dice que cuando dejas de estar enamorada de tu pareja es porque las cosas están a punto de terminar; el cerebro deja de producir todas esas sustancias que nos hacen experimentar emociones llenas de pasión y nos sitúa en un ángulo desde donde podemos ver las cosas de forma más realista.
¿Es el desenamoramiento el fin del amor? Gregorina Montemayor, investigadora de la UNAM, advierte que se debe tener cuidado de no caer en esta confusión tan común y sostiene que el proceso de desenamoramiento es normal en todas las relaciones.
De acuerdo a un estudio desarrollado por Montemayor, la sensación de euforia y pasión que sentimos por una persona en las primeras etapas de la relación, disminuye con el tiempo y es cuando se comienza a ver a la otra persona sin el aura de grandeza que predominaba al inicio.
El enamoramiento dura aproximadamente dos años, algunos individuos lo experimentan por más tiempo y otros por menos tiempo, todo dependiendo de la personalidad de cada quien, así como los contextos y su capacidad de relacionarse con otros.
¿Qué pasa cuando nos desenamoramos? El cerebro deja de producir dopamina, la hormona que nos hace sentir euforia y la “culpable” de que veamos a nuestra pareja como la mejor persona en este mundo.
Pasado un año o dos, esos niveles de dopamina disminuyen porque nos acostumbramos a la presencia del otro y el efecto de idialización se va perdiendo poco a poco, pero eso no significa que se pierda el amor.
Por lo contrario, al pasar esta etapa de euforia amorosa lo que inicia es producción de oxitocina, que produce un efecto de bienestar y tranquilidad, por tal razón se le conoce como la hormona del “amor”, por la sensación agradable que nos provoca.
Es por esta razón que tanto Montemayor, como otras investigaciones en el tema, sugieren que no se debe caer en la idea de que una relación de pareja está iniciando un proceso de deterioro sólo porque ya no se siente la euforia del inicio, por el contrario, es señal de que estás eligiendo estar con tu pareja por razones más importantes.
Soy Clarín