Retorno a las cavernas; vuelta al paleolítico. Es el regreso a las candilejas políticas de Emilio Chuayffet. Ernesto Zedillo tuvo cuatro Secretarios de Gobernación: Esteban Moctezuma Barragán, Emilio Chuayffet Chemor, Francisco Labastida y Diódoro Carrasco. Con Esteban Moctezuma jugó al “Nintendo”. Sancionó sus acuerdos con el zapatismo para dejarlo embarcado: desató la agresión militar alevosa mientras dialogaba. Renunció o lo renunció y Esteban Moctezuma, aún imberbe, abandonó el Palacio de Covián. TeveAzteca consiguió un nuevo empleado de lujo o de relleno. Chuayffet se distinguió por llevar adelante las pláticas con el EZLN hasta suscribir los Acuerdos de San Andrés. Inopinadamente Zedillo dio marcha atrás y los desconoció. Se rumoró su disgusto por que Chuayffet había cedido tanto que “entregó a los zapatistas la soberanía” en amplia región de Chiapas.
Aquí viene lo bueno. Chuayffet argumentó cándidamente, con una voz tipluda que parecía jaculatoria, que:
¡Había sido el efecto de 18 “Chinchones” que bebió!
Esa fue la explicación del entonces Secretario de Gobernación que fracasó rotundamente en una ocasión histórica ¡por su afición a las “bebidas espirituosas” como decían los abuelos! Si hubiera sido un pobrete el que confesara tal barrabasada lo hubieran llamado simple y llanamente: briaga.
Hoy el PRI retorna al pasado. Exhuma a los zombis. Recupera para el legislativo más caro del mundo, la presencia de un exgobernador del Estado de México que pretende sembrar las flores del peñanietismo en la Cámara de Diputados, para su paseo triunfal hasta Los Pinos. Es la meta del Grupo Atracomucho, de los plutócratas y de los “Emperadores” de los medios. Solo que ¿no se atravesará otra dotación de “Chinchones” en su camino?
Cuentas aparte, esta “elección” anacrónica, plantea varios problemas. ¿Qué hará Javier Sicilia al confrontar a Chuayffet? ¿Le estampará un beso en la mejilla o le reclamará su patético papel de bufón con los zapatistas? Recordemos que si Catón El Censor reiteraba la exigencia de destruir Cartago, Sicilia desde su columna en “Proceso” ha insistido en la vigencia de los Acuerdos de San Andrés. Ahora ¿aceptará por interlocutor al que por 18 “chinchones” echó por la borda esos acuerdos? ¿Creerá en la posibilidad de convencer a la bancada priísta que ha retornado al mundo de las cavernas?
La función del PRI en las Cámaras es clave: más para peor que para bien.
Manifiesta su anuencia a: la nueva Ley Laboral, la que instituye el “outsorcing”, la de Calderón y Javier Alarcón, verdugos de los trabajadores de México, igual, la Ley de Inseguridad Ciudadana de Calderón que anticipa la suspensión de garantías, estado de excepción y la cancelación de las elecciones del 2012. Con esa pinochetista decisión el “Caligulato” Calderónico, Es el PRI agónico: dejó viejas banderas populares y se embarcó alegre en la nave del neoliberalismo y la globalización que tendió como cebo Salinas de Gortari. El PRI que desbarranca al país por disfrutar de la nómina y el “poder”, como partiquino, por que lo ejercen otros. Es el PRI que Chuayffet representa a plenitud.
El PRI que cubre todos los requisitos para identificarse con el texto de Roberto Arlt el argentino genial autor del “El Jorobadito” y que tituló “Quiero ser diputado” Léanlo.