El movimiento estudiantil que se empieza a gestar en la UNAM en contra del porrismo debiera constituirse en el detonador de un movimiento nacional que involucre otras universidades públicas que, como la UABJO, han padecido de este cáncer social y político desde hace varias décadas.
El fenómeno no es nuevo, sin embargo a fuerza de gozar de impunidad y fuero, ya por omisión o complicidades de las propias autoridades universitarias, y de los gobiernos locales, se ha fortalecido y, en algunos casos, como la UAB JO, no solamente ha servido como instrumento de control político de rectores y exrectores sino como fuente de una creciente violencia dentro y fuera del campus universitario.
Que la UABJO hoy enfrente no solamente una severa crisis financiera sino también académica se explica, en buena medida, porque después de la crisis política que vivió entre 1975 y 1977, a la politización y el activismo que le había precedido sobrevino la desmovilización estudiantil y el abandono gubernamental, vacío que progresivamente fue cubierto por los grupos porrilesalentados lo mismo por directores y rectores sin proyecto académico, y líderes sindicales, que por dirigentes del PRI y funcionarios del gobierno del estado.
De la década de los ochenta hasta la actualidad, la carrera política y el empoderamiento de muchos de esos actores políticos universitarios se ha vinculado estrechamente a su capacidad para controlar y financiar a grupos porriles y para ofrecer los servicios de estos “muchachos” a partidos políticos, gobernadores y a empresarios del transporte.
Por lo mismo no extraña la impunidad de la que gozan y su propensión para venderse al mejor postor así como para combinar sus actividades de golpeadores, y a veces de sicarios, con negocios vinculados lo mismo a la venta de ingresos a las carreras de educación superior, figurar en la nómina confidencial de directores y rectores hasta servir de enlaces y mensajeros de grupos del crimen organizado.
Parte de estos problemas son los que ahora se ventilan a nivel nacional a propósito de los hechos de violencia ocurridos en uno de los CCH de la UNAM y que ha dado justo motivo para la protesta estudiantil .
Sin embargo, insisto, en instituciones tan rezagadas y relegadas a segundo término por los gobiernos estatales como sucede con la UABJO, y con serios problemas financieros derivados de la corrupción e ineficiencia de sus autoridades y de un crecimiento desordenado de su planta laboral, el problema se agrava si se toma en cuenta que los grupos porrilesy sus principales líderes y promotores son parte sustancial de la estructura de poder universitario.
Dos ejemplos inmediatos: los directores de las facultades de Derecho y Contaduría son cabezas visibles de esa estructura porril –en este caso apadrinados por la Familia Real- y amparados en esos cargos administran esos planteles como patrimonio personal y con criterios predominantemente político-clientelares.
Pero lo mismo ocurre en las escuelas preparatorias controlados por personajes promotores del porrismoy ampliamente conocidos en la UABJO, pues han ocupado puestos relevantes en la administración central y, todavía, hay quien aprovechando un litigio penal que tiene entrampado al rector Eduardo Bautista ya se promueve para reelegirse por la vía de un interinato.
Es un hecho que mientras los gobiernos federal y estatal no asuman a plenitud sus responsabilidades con nuestra Casa de Estudios, este problema persistirá en la UABJO , en la UNAM y en un buen número de universidades públicas. De ahí que el grito de ¡fuera porros¡ que miles de gargantas ya pronuncian por las calles de la CDMX deben extenderse a la Universidad de Oaxaca en donde, hasta ahora, los porros y sus patroncinadores han sido personajes intocables.
@YescasIsidoro 6-IX-2018.