Toda mi vida he militado en el Partido Revolucionario Institucional. Empecé desde abajo, colgando pendones y pintando bardas, repartiendo, con la cuadrilla de jóvenes voluntarios, volantes de los candidatos a puestos de elección popular. Lo hice con la convicción de que el mérito tenía una recompensa segura y un día llegué a ser presidente del Frente Juvenil Revolucionario, el espacio del PRI para que los jóvenes hiciéramos política.
El sentir de mi generación, que fue una generación esforzada, que fue a la universidad y se superó académicamente, era que los espacios para los jóvenes no eran prioridad de nadie. No solo eso, que siempre se privilegiaba a quienes por muchos años ya habían ocupado puestos directivos en el gobierno y habían ido en la boleta a los puestos de elección popular. Mi generación lo sabía: los jóvenes no éramos prioridad y a veces se nos relegaba, pero anhelábamos servir y tener candidatos jóvenes que hicieran la diferencia por su frescura y nuevas ideas.
A más de uno sorprende que Raúl Bolaños Cacho Cué esté en la antesala de ser Senador de la República, pero a mí no, ¿y saben por qué? Porque he visto en él a un joven exitoso y una persona de retos profesionales en el trabajo de todos los días. Tiene 29 años y representa muy bien al sector de jóvenes que desde hace mucho tiempo no ha sentido empatía con candidatos de otras épocas. Abogado por la Universidad Iberoamericana, con un posgrado relacionado con el tema de la vivienda, fue el más joven de los Secretarios de Estado de Oaxaca en esta administración.
Enfrentó con carácter un gran tema: el desarrollo social de uno de los tres estados más pobres del país. Logró que la federación volteara a ver el caso oaxaqueño y que incluso organismos internacionales se fijaran en una manera de hacer las cosas distintas. Una estrategia, “Juntos”, que ha buscado alinear esfuerzos y focalizar recursos para ser efectivos. No son discursos, son resultados del trabajo intenso del año y dos meses que tuvo esa gran responsabilidad y que pude comprobar en las giras de trabajo que realizamos juntos.
Que no ha sido candidato a elección popular innumerables veces o que su edad no le ayuda. Frente a estas críticas los hechos: uno es siempre uno, el constructor de su propio destino y responsable de sus acciones en todo momento. Raúl nos contó hace unos días a un grupo de profesionistas, abogados de la Barra Oaxaqueña de Abogados y Pasantes en Derecho y de otras disciplinas, como economistas y politólogos, sobre su trabajo de los últimos años. Siendo muy joven trabajó en el Infonavit y ayudó a nuestro Gobernador en el reto de darle vivienda a los trabajadores bajo las mejores prácticas internacionales. Dio clases en la prestigiada Escuela Libre de Derecho y antes litigó en la Ciudad de México para mantenerse por su propia cuenta. Siempre se ha sentido orgulloso de ser oaxaqueño.
Decía Reyes Heroles que se es joven cuando se ve la vida como un deber y no como un placer. Y le sobraba razón. A los jóvenes nos mueven causas distintas porque hemos padecido un tiempo distinto. Nos interesan cosas distintas porque crecimos en un mundo cambiante, con los avances de la tecnología y con las nuevas ideas que han vuelto incomprensible la vida sin los dispositivos móviles y las formas de comunicarnos de inmediato. Por ello los jóvenes debemos hacer la diferencia y renovar la política. Transformar la política rancia en una forma de convencer a las nuevas generaciones del valor de expresar sus ideas y concretar sus proyectos.
No solo debemos, podemos hacer la diferencia, pero para ello necesitamos contar con representantes jóvenes que entiendan el lenguaje de una nueva generación y sepan tratar con los chavos sin arrogancia. Representantes jóvenes que se entiendan con jóvenes a los que les gustan las artes visuales o la oratoria o correr maratones. Raúl camina en ese sentido y puede sumar al electorado joven de Oaxaca que se ha desencantado de la política y no le cree a la mayoría de candidatos de cualquier partido.
No es válido que el rencor de quienes han tenido grandes oportunidades de servir y no les ha ido mal, le juegue las contras a un joven valioso, como profesionista y administrador público. Que la envidia, que es un mal de siempre, no lo quiera ver crecer solo por eso: envidia, porque no hay negativos en quien nos representaría en el Senado de la República a una edad formidable, 30 años. Es un logro para esos jóvenes que como yo militaban en el PRI de hace varios lustros y no veían que se abrieran las opciones para las personas de nuestra edad, casi siempre condenadas a la talacha y nunca al parlamento. Es una oportunidad para él de demostrar que juventud no es inexperiencia y en cambio sí es energía, empeño y dedicación para que la voz de Oaxaca y de sus jóvenes se escuche en la máxima tribuna de la nación.
*Ex Pdte. del FJR en Oaxaca