La firma del Pacto Oaxaca es un hito en la historia reciente de México. Hasta hoy no había habido un interés genuino del Gobierno de la República por voltear a ver en el Sureste del país la región propicia para fomentar el desarrollo de la industria del futuro. “La variable que faltaba: voluntad”, le ha llamado el Gobernador Alejandro Murat Hinojosa. Siempre menospreciada en relación con el Norte, Centro y más recientemente el Bajío del país, la región del Sureste, empezando por Oaxaca, es el nuevo eje de la productividad y competitividad del país. Un proyecto que ciertamente data de hace un siglo, cuando operó por breve tiempo el ferrocarril nacional de Tehuantepec, y que ahora se replantea como un proyecto innovador, multimodal, y transexenal. En resumen: el proyecto estratégico más importante de las próximas décadas.
El Centro de Convenciones de Oaxaca fue sede de un encuentro revestido por la unidad de los sectores público y privado por hacer un solo frente ante los desafíos económicos de México. Este encuentro reunió al Presidente Andrés Manuel López Obrador con los gobernadores de Oaxaca y Veracruz, Alejandro Murat y Cuitlahuac García, así como siete de sus homólogos del Sureste, y los empresarios que integran la Confederación de Cámaras Industriales, Concamin.
La característica principal de la estrategia presentada el miércoles pasado es que se plantea al Corredor Interoceánico como un proyecto de las y los mexicanos. Por ello se priorizará la inversión proveniente de la iniciativa privada nacional junto con la inversión pública. Este gran proyecto implica un financiamiento por 3 mil 900 millones de pesos, con lo que se buscará conectar al Pacífico con el Golfo de México. Volver a convertir a este cinturón geográfico en un polo de alto valor agregado es posible dadas las ventajas comparativas que posee frente al Canal de Panamá, el principal puente comercial del continente.
Además de las condiciones geográficas, los puertos de Salina Cruz y Coatzacoalcos están listos para ser ampliados y modernizados; serán dotados de infraestructura de punta y con ello se promoverá un intercambio de mercancías por el Istmo no visto en los últimos cien años. Como lo ha dicho el Gobernador Alejandro Murat, este proyecto está llamado a ser el nuevo gran motor de desarrollo de México, un corredor industrial y logístico de alto valor agregado. A través de él se podrán movilizar un millón 400 mil contenedores y se impulsarán las relaciones comerciales con el resto del mundo.
Nuestro Gobernador ha dicho que se encontró que el 15% de empresas mexicanas abastecen al Canal de Panamá. Si estas empresas se suman a utilizar el nuevo corredor logístico y además se incluyen los flujos de los sistemas producto agrícolas de exportación de Oaxaca, Chiapas y Veracruz, en una primera etapa se podrá movilizar 40 mil toneladas de mercancías. Esto implicaría una derrama económica de 30 mil millones de pesos hacia 2022. Todo esto gracias a que el Pacto Oaxaca prevé reducir, a través de una renovada vía férrea, el tiempo de traslado entre los puertos de Salina Cruz y Coatzacoalcos, a prácticamente la mitad, de 7.5 horas a 4 horas.
Por su parte, el Presidente López Obrador anunció que ya se cuenta con los recursos para modernizar la vía del tren; que pronto se iniciará con la modernización de las refinerías de Minatitlán y Salina Cruz, que se aprovecharán los ductos con los que ya se cuenta para que la generación de energía eléctrica y la producción de gas sea suficiente. Asimismo, el Presidente refrendó el compromiso de su Gobierno para convertir en zona libre al Istmo, lo que implicará ofrecer incentivos fiscales a las empresas que se asienten en el Sureste. En una ruta de desarrollo complementaria al Corredor Interoceánico, se mantiene el compromiso por mejorar la conectividad en torno a esta franja de desarrollo, por lo que se invertirán 12 mil 500 millones de pesos para rehabilitar las carreteras Mitla-Tehuantepec y Acayucan-La Ventosa.
Las cuatro grandes líneas de acción para promover el desarrollo del Sureste de México se resumen en lo dicho esta semana en Oaxaca: 1. Impulsar la economía popular; 2. Realizar proyectos estratégicos; 3. Dar facilidades a la inversión privada. 4. Fomentar el comercio exterior. La premisa detrás de estas líneas de trabajo es involucrar a las comunidades de la región en las decisiones que impacten su desarrollo. El diálogo permanente con las comunidades indígenas para ubicar sus prioridades y considerar sus opiniones será fundamental para realizar el Corredor Interoceánico.
El enfoque del Pacto Oaxaca marca un antes y un después en el impulso al desarrollo de nuestro Estado y de la región Sureste. No debemos olvidar que los efectos positivos de esta política pública impactarán en varias entidades: Campeche, Chiapas, Veracruz, Tabasco, Yucatán, Quintana Roo, Puebla y Guerrero, además de nuestro estado. Por ello, vale la pena subrayar lo dicho por Francisco Cervantes, presidente de Concamin, quien señaló que requerimos el fortalecimiento de nuestro mercado interno, por lo que invertir en lo hecho en México creará empleos y que las empresas en el Sur-Sureste tengan impacto positivo sobre el bienestar de la población.
En todos los sentidos, lo sucedido en Oaxaca esta semana coloca al Sureste como eje de desarrollo del país. La región más biodiversa, y culturalmente más rica de México merece una vía de desarrollo sostenible en el largo plazo. El sueño de quienes por siglos creyeron en el potencial económico del Istmo ahora es la realidad de quienes no ven este proyecto únicamente como un balance entre costos y ganancias, sino que ven en su realización un acto de justicia con nuestras comunidades originarias, tan dueñas de su historia como de su territorio. Es un acto de justicia con el México que somos y una hoja de ruta para lograr el México moderno que merecemos. Un pacto significa establecer o renovar la vigencia de un compromiso. Y el Pacto Oaxaca significa crecer con equidad, cerrar la brecha de desigualdad entre regiones del país y asegurar un futuro más próspero para todos.
*Director General del ICAPET