OPINIÓN: Melchor, Gaspar y Baltasar, ¿en verdad eran reyes y magos?

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Recuerdo que un amigo de familia presbiteriana fue quien me abrió los ojos: “Los reyes magos no existen y mucho menos aparecen en la Biblia”. Fue su comentario lapidario a los 12 años, cuando estábamos por terminar la primaria.

 

Yo como buen católico que solía ser, le dije que mentía porque odiaba a la virgen, a los santos y al Papa. Y como buen católico, pocas veces había leído la Biblia. Así que corrí a buscar una y me encontré en elevangelio de Mateo escasas referencias a los reyes magos: “2:1 Cuando Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos magos, 2:2 diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle”; “2:11 Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra.”

Y es todo, ni los nombres, ni el número de personas, ni ningún otro dato anecdótico como el medio de transporte (¿recuerdan el caballo, el camello y el elefante?)

Como una cebolla, la leyenda de los reyes magos tiene varias capas. La primera es la referencia en el evangelio de Mateo y la segunda son otras referencias en evangelios no aceptados como oficiales por la cristiandad, los llamados evangelios apócrifos. Allí ya se mencionan más detalles. Como en el Evangelio armenio de la infancia, que da nombres y su lugar de procedencia.

Para el siglo VI, un mosaico de la iglesia de san Apolinar Nuovo en Rávena, Italia, mostraba a los tres reyes magos con el nombre que los conocemos hoy: Melchor, Gaspar y Baltasar.

Pero ¿realmente eran reyes? fue Tertuliano, uno de los padres de la iglesia, quien mencionó que eran de estirpe real, pero no reyes. La posterior iconografía de los personajes los convirtió en soberanos. ¿Realmente eran magos? Bueno, no como Harry Potter. La palabra mago en la Biblia hace referencia a una casta sacerdotal persa, famosa por su habilidad astrológica y su sabiduría.

¿Y tres? Aquí también hay discordancia. En el friso de Rávena son tres, de acuerdo a los obsequios que le entregaron a Jesús: oro, mirra e incienso. Pero la tradición cristiana oriental habla de 12 personas, en contraste con una pintura en el cementerio romano de san Pedro y san Marcelino, en la que sólo aparecen dos.

Así, entre tanta incoherencia dejé de creer en los reyes y en muchas otras leyendas piadosas. Ahora, cuando me preguntan qué le voy a pedir a los reyes, he adoptado el chiste que circula por las redes sociales en estos días ante el escándalo en la casa real española: “Que abdiquen”, contesto.

CNN