Hace un buen número de años, mi buen amigo Iván Restrepo desde el Centro de Ecodesarrollo que aportó tantos y excelentes estudios sobre problemas medulares de la sociedad mexicana, presentó un libro. Creo que se llamó “La basura es riqueza” Pegó en el centro del problema y empató, aclarando de paso, un suceso policíaco: el crimen del famoso “Rey Lopitos” Justamente “El Rey de la basura”, caso que demostró que la validez del título de la obra era indiscutible. Su harem y su poderío político se pagaban con ¡la basura!
Actualmente y en nuestra ciudad, he constatado el trabajo de oficinas federales en que eficaces burócratas vienen difundiendo las prácticas más sanas: la del reciclado de lo que algunos llaman “desechos”. Las posibilidades se amplían porque la simple selección de la basura, permite la venta de diversos productos. Se multiplican con el reciclado y puede llegar casi al agotamiento de las opciones de uso de los desechos de las ciudades. La nuestra destaca por los altos volúmenes y la “cultura” de tirarla en las calles. Uno de los resultados nefastos de administraciones municipales que se concretaron saquear las arcas y viajar al extranjero, para “hermanar” a Oaxaca con ciudades europeas o disfrutar de las playas oaxaqueñas mientras el diluvio urbano arreciaba. No hicieron algo por inculcar nuevas y sanas prácticas ciudadanas.
Una decisión común e irresponsable en todo el país, ha sido crear los “rellenos sanitarios”. ¿Sanitarios para qué? En rigor equivale esa nociva y paleolítica práctica a la criada que esconde bajo la alfombra la basura de la casa. Un “relleno” lo menos que tiene es ser “sanitario” Origina un proceso permanente y creciente de contaminación de mantos freáticos, deteriora la calidad de los suelos en que se realiza y los inmediatos, genera densas y permanentes masas de contaminación del aire, dispersa elementos que generan enfermedades entre los pobladores próximos y no tanto ¡claro, todos pobres!, y avanza en la liquidación de áreas potenciales para el cultivo o zonas habitacionales.
Un caso aún inexplorado es en el D.F el de Santa Fé, en que se construyó uno de los más vistosos y onerosos centros comerciales de América Latina. Orgullo de autoridades que pusieron no su grano de arena, sino su montaña, para hacer del DF, el mayor problema demográfico, económico y social del país. La piedra que ahoga al resto de la nación por su costo. Bueno, cosillas de la especulación con terrenos que exige desplazar a miserables a zonas peores. Pues en Santa Fe, el área comercial, registraba unas repugnantes emanaciones mañaneras, producto del proceso de descomposición inacabable del gigantesco “relleno sanitario” original.
Por eso, ahora que en Oaxaca existen nuevas autoridades municipales que han voceado que gobernarán con los ciudadanos y no contra ellos, como se ha estilado, ahora es la oportunidad de que evalúen con sumo rigor esa opción: el reciclado de la basura de la capital.
El “relleno sanitario” derivaría en la renovada pugna con los pueblos en que se pretenda establecer: ¡ya es eterna la actual y nadie le ha hecho frente! Esos pueblos conocen cuales son los resultados de un “relleno insalubre”; un foco de infección y la emergencia de una población que al vivir de la basura de manera rudimentaria, deriva en un submundo en que priva el hampa y la violencia. Optar por esa vía es la más fácil, pero la más irresponsable social y políticamente. Significa atenerse a la máxima del Rey Sol. “Después de mí el diluvio”
Finamente: ¿no hemos aprendido de los reclamos pueblerinos por esos tiraderos que derivan en problemas mayúsculos? Por todo lo anterior, esperamos que a nuevas autoridades busquen nuevas soluciones. Las hay, a bajo costo y merecerán el reconocimiento del pueblo, además de crear una multiplicidad de empleos en el proceso racional de selección y reciclado de la basura. Oaxaca se merece eso y mucho más.
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