Asumiendo que el triunfo de Andrés Manuel López Obrador es irreversible y que el efecto tsunami de su candidatura también estaría modificando radicalmente la composición del Congreso federal y los congresos locales la pregunta obligada es ¿ Y qué con Oaxaca?
¿Qué escenarios se anticipan una vez que AMLO asuma el poder en una entidad que con o sin el PRI en la gubernatura el signo distintivo ha sido la violación sistemática del estado de derecho, el caos, el chantaje de los poderes fácticos, la corrupción de la clase política y de los gobernadores en turno, y en donde también compiten por la rebanada del pastel líderes políticos, sociales y sindicales, así como diputados y presidentes municipales de todos los partidos y religiones?
¿Persistirán los bloqueos de calles y carreteras, tomas de edificios públicos, atentados contra nuestro patrimonio histórico y monumental y las permanentes movilizaciones de organizaciones clientelares, contrarios o aliados al gobierno priísta?
¿La sección 22 del SNTE continuará con su estrategia de movilización-negociación-movilización para exigir la resolución de sus demandas laborales, políticas y sociales a los gobiernos federal y estatal pasando por encima de los derechos ciudadanos? ¿Pactarán sus dirigentes una tregua con el nuevo gobierno federal y se endurecerán con el gobierno del estado? ¿La distancia entre bases y dirigentes abrirá paso a una nueva insurgencia magisterial?
¿Habrá tregua entre las bandas locales y células de cárteles nacionales en la disputa por las plazas regionales? ¿Se reducirá la violencia e inseguridad o, por el contrario, Oaxaca se “guerrerizará”? ¿Seguiremos atestiguando cómo los carteles de transportistas aliados al PRI-gobierno ( y ahora al candidato a la presidencia municipal por la coalición “Por Oaxaca al frente”) dirimen sus diferencias a balazos y en plena vía pública ante la complacencia de las autoridades judiciales?
¿El triunvirato muratista pactará – o ya pactó- con AMLO y su partido para que AMH pueda concluir su sexenio con menos turbulencias y tropiezos , o por lo menos para llegar al quinto año y entonces ceder el trono a otro yuppie?
¿Qué pasará con el priísmo en las regiones y municipios? ¿Migrarán a Morena y otros partidos? ¿O habrá rebelión de las bases priístas para ajustar cuentas con el Primer Priísta de Oaxaca y con su dirigencia estatal?
¿Y Morena? ¿Desplazará al PRI como primera fuerza electoral y será fracción mayoritaria en el Congreso local y se quedará con los principales municipios que se rigen por el sistema de partidos políticos? ¿Y si eso sucede, cómo ejercerán el poder? ¿Sus diputados,repetirán la triste historia de la bancada estrenada en la LXIII legislatura y le entrarán a los “moches” y a los pagos por evento como el resto de las bancadas? ¿Y los presidentes municipales, se conducirán con la honrada medianía juarista que invoca AMLO? Y ambos, diputados y presidentes municipales ¿ aprenderán a no mentir, no robar y no traicionar al pueblo?
¿Cuál será la relación del gobierno del estado de Oaxaca con el nuevo gobierno federal? ¿De respeto y colaboración, a tono con la viejas costumbres políticas , o se asumirá como un gobierno de oposición y especialmente crítico?
Y podríamos continuar con más preguntas, pero por ahora quedémonos con éstas que las respuestas las iremos encontrando, buenas, malas o regulares, entre la noche del primero de julio -y todo el proceso legal y político que recorrerá la elección presidencial y las otras elecciones federales y locales en los siguientes meses – hasta la toma de posesión . O tal vez mucho después.
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Junio 8 del 2018.