Los jóvenes que ni estudian ni trabajan en México son, en realidad, 6 millones 887 mil 152, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) del primer trimestre del año.
Y aun cuando no sumen 7 millones, esa cifra, señalan Gerardo Leyva y Rodrigo Negrete, investigadores del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), tuvo el propósito de lanzar una alerta sobre un tema real y urgente, aunque el dato no sea preciso.
Ahora, advierten, se corre el riesgo de quedarse sólo con aquello que tiene shock value y no pasar a una fase de análisis.
En el texto titulado “Los NiNis en México: una aproximación crítica a su medición”, los investigadores explican que la definición tradicional de ninis incluye a todas las personas entre 14 y 29 años que no estudian ni tienen una ocupación laboral.
Los jóvenes que desocupados que pertenecen a la Población Económicamente Activa que tampoco estudian son un millón 158 mil 712, mientras que aquellos ubicados en la Población No Económicamente Activa (PNEA), que tampoco estudian, alcanzan los cinco millones 856 mil 546. Al sumar
De la suma de estos dos grupos, al eliminar a quienes tienen algún impedimento físico o mental para trabajar o estudiar, se obtiene la cifra que se acerca a los 7 millones.
En una mayor aproximación, los investigadores recuerdan que estos jóvenes no tienen un empleo, pero eso no significa que no estén haciendo nada, de la misma manera que no se puede decir que no buscan un empleo o que no lo quieran.
Leyva y Negrete critican que la sociedad asuma que para los jóvenes sólo tiene sentido trabajar o estudiar, “es decir, estar en la economía de mercado o estar preparándose para ello; de no ser así, tal pareciera que se tratara, en primer término, de recursos humanos desperdiciados”.
Los investigadores recuerdan que 79% de los llamados ninis son mujeres que se dedican, sobre todo, a atender sus hogares. “Para la OIT, las tareas domésticas que realizan los miembros de los hogares orientadas a atender las necesidades propias son, sin duda, trabajo”, aunque no esté en la frontera de producción de la contabilidad nacional o trabajo económico.
La ENOE, por ejemplo, divide a la PNEA se divide entre personas disponibles para trabajar que no buscan activamente un empleo, y quienes no están disponibles por otras causas, como el quehacer doméstico.
Si de la cifra inicial de ninis, abundan, se elimina a hombres y mujeres que declararon realizar labores domésticas y no estar estudiando, el número es de sólo 2 millones 633 mil 397. Y las más recientes estimaciones del trabajo no remunerado en México arrojaron que el valor económico de las actividades relacionadas con las labores domésticas equivalieron a 21.6% del PIB, alrededor de 3.1 billones de pesos.
Gerardo Leyva y Rodrigo Negrete critican, además, que no se tome en cuenta que hay personas que quieren o necesitan dejar la escuela y no pueden insertarse en el mercado laboral. Aunque reconocen que el fenómeno de los ninis es abordado con un “enfoque de derechos”, tomando en cuenta las leyes que establecen un mínimo de escolaridad por cumplir.
Todavía más, explican los investigadores, cuando etiquetamos a una mujer casada, mayor de 25 de años, que se dedica a su hogar y cuida a sus hijos como nini, suponemos que “sabemos mejor que ella qué es lo que le conviene y a su familia”. Por ello la investigación hace una segunda aproximación al enfoque de derechos tomando en cuenta la definición de jóvenes de la Organización de las Naciones Unidas, la cual limita este grupo a los 24 años.
Eliminando a las personas no disponibles que se dedican al hogar y que tienen 25 años o más, la cifra de ninis se reduce a 4 millones 1 mil 855 jóvenes.
“Lo interesante ahora es que la ENOE puede identificar todavía a un grupo o segmento que se declara no disponible para trabajar y que no desempeña labores del hogar: son los otros al final de toda una larga lista de filtros”, dicen Leyva y Negrete.
Si tomamos en cuenta que algunos no disponibles tienen razones de peso para no trabajar y que hay otros que están buscando activamente un empleo, aparece un tercer grupo, el de los otros, que son los verdaderos ninis. Esta cifra es de sólo 597 mil 334 jóvenes que, “hasta donde la Encuesta permite profundizar, no están siendo útiles ni para sí mismos ni para los demás”.
Pero como la ENOE da seguimiento a los encuestados durante 15 meses, es posible observar cambios en su comportamiento, indica el artículo publicado por el INEGI.
En el segundo trimestre de 2010 13.5% de los jóvenes que no estudiaban, no trabajaban y no tenían interés alguno en hacerlo siguió actuando igual a la vuelta de un año “Es un hecho que la mayoría de los ninis cambian de estatus a lo largo de los trimestres”.
Ahora bien, aseguran los investigadores, la cifra de 7 millones suele usarse para subrayar la falta de oferta educativa y de oportunidades de empleo para los jóvenes. Es decir, explican los especialistas, el número es una guía para medir la efectividad de las políticas públicas para atacar estos problemas.
Para ello, los investigadores recomiendan aproximarse a los datos desde un enfoque de derechos y por edades. “Si el criterio de derechos se vuelve uno absoluto para el grupo de menores de edad, en realidad se deja atrás el concepto de ninis. Es el desertar del sistema escolar lo que realmente importa aquí.”
En cuanto a los mayores de edad, es posible atacar la deserción en el tramo de la población más joven, pero “conforme se avanza en edad, el criterio tiene que relativizarse porque ya está de por medio una decisión adulta de cuáles son las prioridades en la vida”.
“Los autores nos inclinamos por la aproximación diferenciada según la edad y consideramos, en realidad, no sólo irrelevante sino como un distractor que el término se aplique al grupo de 15 a 17, ya que el abandono del sistema educativo es una prioridad por arriba de si jóvenes no adultos se encuentran trabajando o no”, concluyen.
Agencias