La gran paradoja del partido Morena en Oaxaca es que pese ser la primera fuerza electoral y fracción mayoritaria en la LXIV Legislatura sus diferencias y desencuentros grupales se constituyan hoy por hoy en un fuerte dique para consolidarse orgánicamente y enfrentar unidos a su principal adversario que es el PRI-gobierno y los poderes fácticos que lo acompañan.
La división, visible en lo inmediato en la formación de dos bloques de legisladores, tienen una relación directa con una abierta pugna que ya se venía manifestando desde el pasado proceso electoral entre la presidenta Nancy Ortiz y el candidato a Senador, Salomón Jara.En derredor de ambos se alinearon un conjunto de expresiones provenientes mayoritariamente del PRD , pero también de organizaciones sociales y sindicales así como de liderazgos regionales y municipales de donde finalmente surgieron los candidatos a presidentes municipales y diputados locales, que en su gran mayoría se alzaron con el triunfo.
No obstante, la historia de esos desencuentros viene de más atrás, prácticamente desde la formación del partido en Oaxaca.
Hombre de todas las confianzas de AMLO desde hace más de una década, Salomón Jara se constituyó desde un principio en factótum de las principales decisiones político-electorales de Morena: impulsó en la presidencia estatal y luego hizo a un lado a María Luisa Cortés y un juego similar practicó con Nancy Ortiz, a quien lo mismo apoyó para que pudiera ser candidata a diputada local, precandidata a senadora y presidenta del partido para luego desplazarla y acotar de facto sus atribuciones . Y en el reparto de candidaturas Jara y sus aliados se llevaron la mejor parte.
Todo lo anterior para ir ampliando su influencia no solamente de los órganos de gobierno del partido sino en la fracción parlamentaria de Morena y entre los presidentes municipales morenistas. La meta: ampliar y afianzar la estructura territorial de esa especie de confederación de tribus que lo acompañan, posicionarse en el ánimo de las bases morenistas y, por esta vía, sacar ventaja ( cuando llegue la hora) en la contienda interna por la candidatura a la gubernatura , aún bajo el escenario de una pérdida de confianza de AMLO y la dirigencia nacional de Morena.
En alianza con otras expresiones políticas, sindicales y sociales que antes y durante el pasado proceso electoral se integraron a Morena, y apoyado operativamente por exdirigentes perredistas experimentados en la política electoral y clientelar, Salomón Jara logró ya afianzar un bloque de fuerzas dentro de Morena que lo está haciendo valer ahora en la disputa por espacios de representación en la LXIV Legislatura: tener de su lado a 16 legisladores no es poca cosa frente a un bloque disidente de 10 diputados (¿ o ya son 9?)que enfrentan no solamente la desventaja de ser minoría sino también su inexperiencia en las lides parlamentarias y la ausencia de consensos , más allá del apoyo político y moral que pudieran tener de Nancy Ortiz y el papel de contención institucional asumido por la presidenta del CEN de Morena, Yeidckol Polevnsky.
Sobre esto último es claro que a la dirigencia nacional de Morena le preocupan los disensos observados en la estructura piramidal del partido en Oaxaca no solamente por el escarnio público y el impacto que tienen en las bases morenistas y en la sociedad, sino porque en esos juegos y rejuegos internos ya ha asomado la mano del PRI-gobierno, interesado como está en preservar el control que tuvo en la LXIII legislatura, ahora por la vía de alentar y profundizar las disputas en la bancada morenista y en recurrir a la vieja escuela de la cooptación abierta o simulada para evitar que la LXIV legislatura se constituya en un verdadero contrapeso al poder ejecutivo.
En Veracruz un affaire similar fue superado rápidamente, luego de la intervención de la dirigencia nacional de Morena; pero en Oaxaca la civilidad y tolerancia mutua no parece ser una característica de quienes hoy dirimen sus viejas rencillas en el terreno del Congreso y mañana lo podrían continuar en otros espacios .
De ahí la importancia que estas se superen para que la esperada Cuarta Transformación de México empiece a expresarse desde el Congreso, ese poder que por vez primera en Oaxaca está en posibilidades de decirle NO al jefe del poder ejecutivo y a empezar a romper con ese círculo perverso de complicidades y corrupción entre legisladores y representantes de los otros poderes.
@YescasIsidoro
Noviembre 20 del 2018.