Los cañonazos de Cienfuegos: Luis Octavio Murat

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El General, Salvador Cienfuegos Zepeda, Secretario de la Defensa Nacional, hizo honor a su apellido y disparó tremendos cañonazos, desde su personal artillería, contra quienes no han cumplido responsabilidades confiadas desde hace 10 años. Básicamente, los fogonazos hicieron blanco en Gobernación; Senado de la República; Cámara de Diputados; Procuraduría General de la República, Gobernadores, Ex-gobernadores y Presidentes Municipales.

La vía corta y cómoda para evadir responsabilidades ha sido, en el caso de los Gobernadores, pedir auxilio a la Federación, a fin de que el gobierno federal envié a los estados la fuerza militar efectiva, Ejercito y Marina. Sencillo es suponer que los ejecutivos estatales no cargan la pesada carga de la crítica nacional y extranjera en cuanto a derechos humanos se refiere, crítica que implica un constante reclamo intelectual: ¡el ejercito a los cuarteles!

“Soy el primero en levantar no una mano sino las dos para que el ejército regrese a los cuarteles y así cumplir nuestras tareas constitucionales”, “toda vez que los militares no estudiamos para perseguir delincuentes”. Acusó Cienfuegos.

Revertir la actual situación de violencia y de lucha contra la delincuencia es un reto que se tornó ciertamente difícil al no haberse previsto las consecuencias fatales que hoy vivimos al no haber reconstruido las policías municipales y estatales, lo cual explica lo que ocurre en entidades como Estado de México, Michoacán, Sinaloa, Morelos, Guerrero, Baja California y Baja California Sur. Oaxaca se salva por una delgada línea y no esta en la lista de los estados más violentos de la República, pero que no sirva eso de consuelo, pareciera que vamos justo en esa dirección.

¿Qué hacer ante esta situación?

Las voces que reclaman el regreso del ejército a los cuarteles no han dicho con quién o quienes se encargarían de la seguridad nacional. ¿De dónde sacarían a los sustitutos del ejército si en 10 años no han podido lograrlo? Por el contrario, la violencia se ha triplicado y hoy estamos peor en una guerra que no es guerra en estricto sentido pero que sí es guerra al estarse utilizando armas de uso exclusivo de los ejércitos en los bandos en conflicto.

Otro reclamo del General Cienfuegos, es hacer una legislación adecuada para las acciones militares de estos momentos pues la actual les impide usar la fuerza necesaria debido a los protocolos vigentes que permiten que los malos se despachen con todo y en contra de los militares.

Pero la legislación es solo una parte de todo lo que hace falta. Recordemos que leyes tenemos muchas, pero muy pocas se aplican para hacer justicia. Aun así, el senador Emilio Gamboa llamó a un periodo extraordinario de sesiones ya que el bazucaso del general fue contundente…

Es cierto que el ejército tiene responsabilidades constitucionales específicas; la guerra; la asistencia de emergencia a las poblaciones ante fenómenos naturales; defender la soberanía territorial del país, el Estado nacional. Pero ¿Serviría de algo un ejército en los cuarteles no habiendo guerra ni la soberanía amenazada? Ante la situación del presente es más útil el ejército fuera que dentro de los cuarteles. De hacer lo contrario, la nación estaría totalmente desprotegida y el marco legal valdría un cacahuate. Se impondría la ley del más fuerte y ante el caos la única institución que pondría el remedio a ultranza (golpe de estado) serían las fuerzas armadas al haber desaparecido el estado de derecho y el poder civil. tengamos en cuenta que el poder político a diferencia del poder de la fuerza es hacer uso del poder de las leyes y los instrumentos que la integran como lo reclama el general.

Sin afán de asustar, la fuerza física, en sus diferentes formas, como es la militar, la policiaca, los encarcelamientos, las cadenas perpetuas, las penas capitales o la guerra, quiérase o no, son privativas de la política (Morgenthau, la lucha por el poder, pag. 45) Por eso el reclamo atinado del General, para prevenir con el uso del marco jurídico el que la violencia se convierta en realidad a lo largo y ancho del país, lo cual significaría la abdicación del poder político a favor del poder militar o seudo-militar. Habría que ser precisos en insistir y aclarar la diferencia existente entre el poder político y el poder militar al que tanto temor parecen tenerle los que mucho dicen y nada hacen, bueno… solo criticar sin resolver.

Creo que no todo está perdido, el Estado Mexicano continúa siendo poderoso y cuenta con fuerzas armadas que le son leales y subordinadas al poder político. Son parte de él en una relación simbiótica que, en ocasiones, causa roces pero el uno sin el otro ninguno de los dos  existiría. Ambos se necesitan. Zorro y León al mismo tiempo. Una de las formas que podría ser útil para aprovechar lo que ahora se tiene sería el poder hacer uso de la disciplina, la formación militar, las plazas de la milicia, las divisiones militares en los 32 estados de la república para que los militares ampliaran su formación militar con una formación policiaca; toda vez que existe la policía militar la cual ejerce funciones policiacas fundamentalmente.

Sería un camino más corto aprovechando el entrenamiento que los militares tienen, sobre todo, más útil, menos gastos y más rápido para formar una gendarmería nacional que, hasta ahora, no logra su meta en tanto la violencia continúa y avanza incontenible ante el fracaso del poder político, del poder militar, del poder legislativo y judicial. Hay que hacerle caso a Cienfuegos antes de que sea demasiado tarde.

Off the record: Hablando del poder militar. Trump sembró de militares su gabinete. Verdaderos halcones de la guerra.

Llama la atención la relación entre Putin y Trump, más todavía, cuando la CIA revela que Rusia metió la mano en las recientes elecciones de Estados Unidos, espiando las computadoras demócratas.

Y, hablando de los nuevos gabinetes, de los nuevos gobiernos, incluyendo el de Oaxaca, encontré un espléndida anécdota narrada por David Halberstam, en el libro The Best and the Brightest, se las cuento: En 1961, siendo vicepresidente Lyndon B. Johnson, en la primera reunión de gabinete de JFK, dijo haber salido sorprendido al haber constatado que el presidente había elegido a los más inteligentes y a los más brillantes (The best and the brighest). Johnson contó más tarde su sorpresa al entonces caudillo del congreso Sam Rayburn, quien le contestó: Quizás sean inteligentes, como dices, pero me sentiría más tranquilo si solo uno de ellos hubiese sido candidato para sheriff en alguna ocasión.

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