Los augures y sus bolas de cristal: Rubén Mújica Vélez

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La anécdota es vigente. Se dice que en cierta ocasión llevaron ante Napoleón I a un condenado a muerte; el Emperador ratificaría, conmutaría o modificaría su sentencia. Estando en la proximidad del trono, el sentenciado escuchó que uno de los colaboradores del corso, le planteaba un problema de difícil solución. Sin pensarlo dos veces, elevó la voz:

         ¡Eso es tan fácil como hacer hablar un burro!

Sorprendido, Napoleón volteó y preguntó quién había afirmado tal cosa. Una vez informado, interrogó al audaz:

         ¿Serías capaz de hacer hablar a un burro?

 

El interpelado, sin empacho alguno respondió:

         Naturalmente, siempre y cuando disponga del tiempo requerido.

         Cuánto tiempo necesitas para lograrlo, preguntó Napoleón.

         Cinco años, respondió.

 

Napoleón dio una orden tajante:

Suéltenlo y vigílenlo. En cinco años deberá cumplir su compromiso o será pasado por las armas.

 

Al salir libre, un  amigo, alarmado, le dijo al audaz sujeto:

         ¡En que lío te has metido! Si no cumples ese imposible, el Emperador te pasará por las armas.

 

Con desdeñosa actitud, el reo contestó:

         Mira, en cinco años, pueden pasar cualquiera de estas tres cosas: se muere el burro, se muere Napoleón o me muero yo.

 

Viene a cuento porque estamos en tiempos de augures. Felipe Calderón, este presidente minusculario, con motivo del entierro de una “cápsula del tiempo”, ¡que pedantería para designar a un simple entierro de banalidades!, escribió que espera que para dentro de 50 años:

“no exista la pobreza, la desigualdad, la discriminación de todo tipo y que…. ¡en fin!, sea otro México.

 

Naturalmente no dejó de reflejar que, en su agonía, este ocupante de Los Pinos se siente relevado de hacer algo que valga la pena en torno a esos graves problemas actuales. ¡Con desear que para dentro de cinco decenios se hayan acabado, ya puede echarse a la hamaca! Así que los que soñaron: pierdan toda esperanza, el gobierno del imitador de militar o jugador de nintendo bélico, está de vacaciones.

 

Pero también en San Juan hace aire, dicen los abuelos. El economista José Luis Calva, liberado de su militancia marxista y promotor en sus artículos antes críticos de la “refuncionalización” del Banco  Mundial y del  Fondo Monetario Internacional para superar la crisis, también aportó algo, después de consultar su bola de cristal:

“Si seguimos igual en 2040 seremos una economía más pequeña que Indonesia”

 

Estamos así ante dos adivinos que vaticinan que: uno en 5 decenios y otros en 3 decenios más, México estará en Jauja o estará en “la olla”.

 

Se les olvida la obvia conclusión del condenado a muerte diferida, que en ese número de decenios, sean tres en caso de Calva, sean cinco en caso de Calderón, se habrá muerto el burro, el condenado o Napoleón. Para Esos años ¡nadie se acordará de sus inteligentes ejercicios intelectuales!

 

rubenmv99@yahoo.com