Lavadero Político 10/08/25

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Nuestra reportera incendiaria chaira regresa del Jardín Primaveral con humo en los tacones: medio gabinete anda molesto después de la joyita que soltó el Sembrador de la Discordia, Flavio Sosa Villavicencio, secretario de Cultura. En plena resaca de cifras, el hombre declaró que la Guelaguetza “no busca la ganancia ni atraer turismo”, que es un encuentro de pueblos y culturas. Dicho así, suena poético; dicho después de gastar más de ciento sesenta millones de pesos, suena a bofetada.

Y si a alguien le quedaba duda, hoy está más claro que nunca: Flavio Sosa Villavicencio se ha convertido en el enemigo interno del Jardín Primaveral. Mantenerlo con beca dorada a él y a su parentela no ha servido para desactivar su proclividad a generar conflictos; al contrario, parece disfrutar encender la mecha. Su declaración no fue un lapsus inocente ni un simple error de cálculo mediático: fue un misil político disfrazado de discurso cultural.


El Sembrador de la Discordia no da pasos en falso. Sabe que, en un momento donde la ciudadanía exige explicaciones por un gasto de 162.12 millones de pesos frente a apenas 57 millones recuperados, sus palabras no solo desarman el discurso oficial de promoción turística, sino que ponen al gobernador contra las cuerdas en la antesala de la revocación de mandato. Lanzar ese mensaje ahora no es casualidad: en política, los tiempos lo son todo. Y aquí el resultado es obvio: enojo ciudadano, narrativa debilitada y un flanco abierto para que la oposición y los enemigos internos capitalicen el descontento.


Porque, en los pasillos políticos, ya se pregunta si Flavio está jugando solo o si, de manera sutil, se ha alineado con figuras como Susana Harp —con la que comparte más de una coincidencia ideológica— o con otros como Benjamín Robles, Luisa Cortés, Armando Contreras, Nancy Ortiz, los Murat, entre otros adversarios del gobernador que hoy ven en él un peón útil para debilitarlo desde adentro. Lo cierto es que este tipo de “fuego amigo” es más dañino que cualquier crítica externa: rompe el relato, erosiona la unidad del gabinete y da a la oposición un argumento listo para el escaparate.


En política, las formas importan tanto como el fondo, y Flavio eligió la peor: dar un mensaje que suena a justificación de derroches y contratos opacos en un contexto de hospitales sin medicinas, comunidades esperando apoyos y un estado con prioridades urgentes. Un acto que huele más a cálculo que a ingenuidad, y que, lejos de apagar el incendio, lo avivó con gasolina.


Porque las cifras no mienten: solo los dos Lunes del Cerro costaron 45.2 millones de pesos; la “Presentación de la Guelaguetza”, 30.8 millones; artistas en el Zócalo, 22.8 millones; la Feria del Mezcal, 21.9 millones; y así, hasta completar la cuenta gorda. Mientras tanto, la recaudación total fue de 57 millones, que —juran— irán para damnificados por el huracán Erick. Diferencia abismal que ni con calenda se puede maquillar.


La contradicción es evidente: si la Guelaguetza no es para atraer turismo ni para generar ingresos, ¿para qué tanta promoción internacional, boletaje premium y conciertos de alto costo? Porque, en paralelo, el mismo gobierno presume una derrama económica global de entre 640 y 680 millones de pesos. Para defender el gasto, la fiesta sí “mueve” turismo; para justificar el déficit, resulta que no importa recaudar. El doble discurso está servido.


La Madre Teresa de la Costa… con cargo al erario


Aquí entra la siempre creativa —para gastar— Saymi Pineda, quien presumió haber invertido 39.8 millones de pesos en logística, expo ferias y cinco alebrijes monumentales de cuatro metros instalados en la calle Macedonio Alcalá. Bonitos para la foto, carísimos para el contribuyente, y encima con señalamientos de sobreprecio. Fiel a su estilo, Saymi se mandó preguntar a sí misma sobre su “gran labor” ayudando a damnificados en la costa, cuando en realidad lo que hubo fue puro oportunismo. Porque clavar las garras y las patitas al dinero del pueblito noble y sabio no es un mérito: es un vicio.


Y mientras a los artistas consagrados se les pagaron cifras millonarias, las 58 delegaciones que mantienen viva la tradición bailaron gratis. El gobierno solo cubrió su hospedaje, transporte y alimentación, bueno… ni eso, porque el gasto del pasaje se lo exigió a cada municipio. “Los pueblos bailan gratis; el show se lo llevan los famosos”, resumió un promotor cultural. Si de “derechos culturales” hablamos, el primero tendría que ser pagar dignamente a quienes dan vida al escenario.


Para rematar, Rubén Blades— costó alrededor de 10 millones de pesos. Oficialmente, el rubro “artistas en el Zócalo” suma 22.8 millones. La pregunta no es si lo valen artísticamente, sino si era el mejor uso del dinero público cuando en hospitales no hay medicinas, en centros de salud faltan insumos y al personal médico le retiraron hasta los alimentos.


Sí: anunciaron que los 57 millones recaudados se destinarán a damnificados por el huracán Erick. Suena bien… siempre y cuando lleguen completos, con reglas claras y padrón público. Porque prometer causas nobles mientras se normalizan contratos inflados y adjudicaciones opacas es la receta perfecta para que la gente sospeche —y con razón— que aquí hay gato encerrado.


Oaxaca ama su Guelaguetza, pero no tolera que la conviertan en coartada. Si la cultura es un derecho, que lo sea también la transparencia: contratos íntegros, proveedores, montos, criterios y evaluaciones de impacto. Si el turismo es motor, que se trate como política pública seria, no como justificante después del facturón.


Y si tanto se habla del “pueblo”, que empiecen por pagarle a las delegaciones que lo representan. Porque esta vez, entre 162 millones gastados, 57 recuperados y discursos que se contradicen, no parece una fiesta del pueblo: parece la fiesta de unos cuantos, pagada por todos.

 

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Y ya que hablamos del Sembrador de la Discordia, parece que ahora también anda aventando semillas en terreno feminista… y no precisamente para cosechar flores. La cosa está sabrosa: la abogada feminista y defensora de derechos humanos en Oaxaca, Yésica Sánchez Maya, se le fue a la yugular en redes sociales. Lo curioso es que, hasta hace unos meses, coincidían en causas y se acompañaban en más de una batalla pública, al punto de presumir su cercanía en varios frentes.

Flavio, siempre tan discreto cuando le conviene, contaba en corrillos políticos que Yésica le debía “favores”, porque cuando alguna mujer llegaba a denunciar acoso o violencia con la activista, él “atizaba” el asunto. Según su propia versión —cacareada como gallo en madrugada—, esos casos dejaban “buenos dividendos”… que, por supuesto, asegura que compartían.

Recordemos que, en sus días como “descoordinador” de gabinete —un puesto que heredó de su amigo José Antonio Rueda y que nunca le quitó el sueño—, Flavio no era precisamente el sheriff del orden interno. Lo suyo era sentarse con organizaciones, asociaciones civiles, políticos y hasta poetas si era necesario, siempre y cuando la plática terminara en un proyecto, un contrato o cualquier cosa que oliera a negocio.

La pregunta incómoda es: ¿qué le hizo Flavio a Yésica para que ahora le suelte metralla pública? ¿Será que la defensora ya no es un interés redituable? Porque si algo se sabe de don Flavio, es que estrena y desecha amistades como quien cambia de guayabera: según la temporada y el bolsillo.

Ahora, fiel a su memoria selectiva, asegura que no sabe de dónde viene el pleito… y que, si no lo recuerda, pues no pasó. Pero entre pasillos se rumora que sí sabe, y que las feministas podrían contar la historia completa en cualquier momento. No vaya a olvidar que el sillón de secretario de Cultura es tan temporal como sus alianzas.

 

Y por cierto, este gordito bien alimentado con nutrientes macrobióticos y mucha mantequita de cuche criollo (el chiste se cuenta solo) anda nostálgico… todavía suspirando por aquella secretaria que se le fue. Ay… dolor…

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De mal y de malas

El primer informe del Gobierno Federal que encabeza Claudia Sheinbaum está prácticamente a la vuelta de la esquina, y en materia de salud pública las cosas siguen igual o peor que en el gobierno de nuestro “cabecita de algodón”.

En tiempos neoliberales, el Seguro Popular fue la tablita en la que navegaron los priistas y los panistas; en tiempos recientes, la creación de nuevos órganos para atender la salud de los mexicanos ha fracasado, y el modelo Dinamarca no ha llegado a los nosocomios y clínicas del sector salud.

La federalización de la salud, hoy con el IMSS-Bienestar en Oaxaca, ya dejó como saldo la renuncia de dos de sus titulares en este año. Soledad Zárate Hernández y Elia Martínez Sánchez dejaron el cargo, demostrando una falta de capacidad y atención a los problemas que se viven en este sector.

En la baraja de nombres del Gobierno de la Primavera no se ve quién pueda agarrar a este toro por los cuernos llamado IMSS-Bienestar, y quizás tengan que echar mano de algún viejo cuadro del PRI para enderezar esta coordinación que navega en modo Titanic.

Mientras el gobierno hace malabares, tómbolas y hasta concursos de canto, la salud está de la patada, y el desabasto de medicamentos es un clamor en todos los rincones del estado.

Se reciben apuestas sobre quién será la siguiente víctima en el IMSS-Bienestar, y sin necesidad de ser malos agoreros, le adelantamos que los días del próximo o próxima titular ya están contados.

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De los creadores de:

¿En dónde está el piloto?

¿En dónde está el policía?


Llega:

¿En dónde están los medicamentos?


Mientras el gobierno en turno nos platica de sus ambiciosos planes en materia de salud e infraestructura, el pueblo se queja de la falta de atención y medicamentos.


Los del segundo piso de la 4T y los del sótano de la Primavera no se ponen de acuerdo, y cada quien anda por su lado, solo pregonando que “primero los pobres” (sammd).


A la Primavera habrá que reconocerle que le invierte bastante al tema de las cajas chinas, y les ha funcionado… pero aguas, porque las marchas para demandar medicamentos ya empezaron.

 

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Quien en la conferencia mañanera del gobernador Salomón Jara este lunes se enredó sola en su propio discurso fue la titular de la Secretaría de Medio Ambiente, Karime Unda Harp. Nerviosa, con ese tic de quien sabe que está mintiendo, aseguró que el convenio con el municipio de Oaxaca de Juárez para la administración, conservación y vigilancia de la Zona de Reserva y Área Natural Protegida “no se había publicado oficialmente”.

El problema estimado ciberlector, es que el papelito habla, y en este caso, el Periódico Oficial grita: el Acuerdo General MEDIOAMBIENTE/AG/001/2025 y el convenio firmado el 26 de mayo se publicaron desde el 19 de julio, con todo y membrete, rúbricas y sellos de ley (https://periodicooficial.oaxaca.gob.mx/busquedadoc.php?type=Ordinario).

¿De qué estamos hablando? Ni más ni menos que de la Zona de Reserva y Área Natural Protegida Lomas del Crestón, decretada el 14 de noviembre de 1992, un pulmón verde que sobrevive rodeado por la mancha urbana y que, desde hace años, es codiciado por intereses inmobiliarios y políticos.

El convenio no es un documento de trámite: define quién manda, quién vigila y hasta qué se puede o no se puede hacer en ese polígono de alto valor ambiental. Que Karime Unda decidiera callar que ya estaba publicado no fue un simple lapsus, sino un movimiento calculado para evitar que los medios de comunicación, activistas y vecinos opositores tuvieran el arma perfecta para cuestionar su actuación dentro del plazo legal de diez días hábiles.

Porque la polémica está servida: el documento establece que la Secretaría seguirá teniendo atribuciones sobre el área, que el municipio deberá rendirle cuentas semestralmente y que un comité de seguimiento —integrado por ambas partes y otras dependencias— deberá instalarse en un plazo de sesenta días. En otras palabras, es un pacto de control administrativo y político sobre un espacio natural que muchos defienden como intocable, pero que el convenio, en manos equivocadas, puede abrir a interpretaciones “flexibles” que favorezcan la urbanización.

Ocultar su publicación fue, pues, una estrategia de blindaje mediático. Karime sabe que cada vez que Lomas del Crestón aparece en la agenda pública, se desata una tormenta de críticas que no siempre puede controlar. Así que prefirió jugar al “todavía no sale”, mintiendo frente a las cámaras para congelar cualquier intento de reacción, mientras la tinta del Periódico Oficial ya estaba seca. Una jugada que no solo erosiona su credibilidad, sino que expone el modus operandi de su gestión: administrar el medio ambiente desde la opacidad, premiando la lealtad y el control interno por encima de la transparencia y la defensa real de los recursos naturales.

Pero la trama no termina en el Diario Oficial. En la primera reunión formal del recién llegado subsecretario Sergio López, ya estaba sentada en la mesa Briceida, la joven que consiguió su puesto no por trayectoria ambiental, sino por hacerle un favor interno a Karime: filtrar la foto que sirvió para sacar de la nómina a la cuota de Amador Jara, mejor conocido en el bajo mundo como el come huevos de tortuga o limón blanco. Una operación que, más que mérito, huele a intriga de pasillo.

Aquí, la advertencia es directa: Sergio López, cuidado. Ese lugar que hoy ocupa Briceida podría ser reasignado a alguien con perfil técnico real. Tener en tu equipo a una operadora de confianza de Karime es como dejar la puerta abierta para que todo lo que se habla en tu oficina llegue de inmediato a oídos de tu jefa directa.

Y si a eso se suma el sistema de cámaras que Unda ha instalado por toda la dependencia —al estilo Big Brother ecológico—, la vigilancia es total. En la foto oficial de tu toma de protesta, subsecretario, hasta una cámara asoma al fondo como testigo mudo.


En el personal hay expectativas: ven en Sergio una figura con presencia, alguien que podría enderezar el barco. Tanto así que más de un godín ya le prende veladoras para que sea el relevo natural de Karime.


Sin embargo, mientras el subsecretario hace trabajo de campo, de forma mañosa lo mandó en su representación a un evento, para hacer libremente su cónclave interno de confianza, que según ella ya estaba programado desde hace mucho (el chiste se cuenta solo). En dicha reunión, además de externar sus delirios de persecusión, pidió a los presentes impulsar su “proyecto obsesión”: el Ñukuu, porque lo quiere dejar como un gran “legado”.

Ese “proyecto insignia” de Unda —un centro infantil ambiental que suena bonito en PowerPoint— apenas tuvo un curso de verano para 15 niños durante una semana. Comparte sanitarios y hasta el agua potable con el planetario, y en municipios como Tuxtepec y Pinotepa los Ñukuu están abandonados porque nadie sabe qué se supone que deben enseñar. Aun así, Karime sueña con poner uno en cada municipio como su “legado” a Oaxaca. El encargado operativo es Antonio Robles Brena, su escudero personal, rodeado por el mismo círculo de confianza de siempre: Yair, Fátima Santana y la A.C. de las aves, responsables también del festival y las “pajareadas” anuales, con presupuestos cada vez más generosos y resultados cada vez más etéreos. Estimado ciberlector los detalles de este programa y como usan el dinero se los informamos en ediciones pasadas. Aquí les dejamos el link: https://libertad-oaxaca.info/lavadero-politico-29-06-25/

La historia es clara: Karime Unda administra la Secretaría como un feudo personal, donde la lealtad y el chisme pesan más que la experiencia o el conocimiento técnico. El episodio de esta semana —mentir abiertamente sobre una publicación oficial ya vigente— no es un tropiezo aislado, sino la confirmación de que su gestión se sostiene en ocultar información, premiar intrigas y aferrarse a proyectos huecos. Si Sergio López no toma distancia y no limpia la casa, terminará atrapado en la red de simulación de Karime.

Al tiempo…

P.D. de los gallineros, mejor ni hablamos…

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resbala

 

Nuestra reportera costeñita nos informa que quien escupe al cielo termina lavándose la cara con su propia lluvia. Luis Fernando Graham Velver —que en su biografía presume ser “Especialista en Movilidad y Seguridad Vial” y funge como Director de Planeación Municipal de Santa María Huatulco— ha hecho de X/Twitter su oficina alterna, su estrado y su ring. El problema no es que opine; el problema es que, siendo funcionario, lo haga como francotirador de sobremesa y en horario público, mientras las obras reales en Huatulco caben en un carrete de Facebook y no en un plan maestro.

Su perfil público lo exhibe como funcionario en activo en Huatulco y con pasado en movilidad en Puebla. Hasta ahí, muy bien. Pero en sus propias redes desdobla otro personaje: el “opinólogo de todo”. Un día dicta cátedra sobre Montreal —“11 calles en 7 colonias, +9 km de espacios peatonales”— y al siguiente presume, desde la página del Ayuntamiento, el urbanismo táctico de “Calles que nos Unen” en la Benito Juárez. ¿Resultado? Mientras se compara con Montreal, en Huatulco los anuncios oficiales muestran brochazos, pintura termoplástica y fotos de cuadrillas agachadas… nada que se acerque a esas 11 calles que él mismo usa de vara para medir a México. Comparar maratón con carrera de costales es una falta de método; compararlo para presumir es, además, una falta de pudor.

La vena regañona le brota con Puebla: corrige notas (“les ayudo a corregir su texto…”) y, cuando el teclado se calienta, suelta calificativos contra encabezados “tan p***jos”. No es la primera vez: también se mofó con risitas del tamaño de jauría (“JA JA JA…”) de una protesta ciudadana reducida. Burla y descalificativos desde la cuenta personal de un servidor público no son libertad de expresión: son mala educación institucional. La crítica es válida; la sorna desde el cargo, no. Un director de Planeación que se ríe de la protesta social equivale a un bombero que se ríe del humo.

El episodio más torpe fue el de Santa Lucía del Camino. Publicó: “¡Atención! Tu vida y la de los demás ya vale un 50% menos… Corre por tu descuento y gánate un acceso gratis a la otra vida.” El tuit desapareció después, pero el pantallazo quedó. Ahí no hay debate técnico: hay una ligereza ética. Puedes criticar una medida vial, pero jamás banalizar la muerte en una política pública de tránsito. Y si lo borraste, es porque te diste cuenta de que cruzaste una raya. En términos de responsabilidades, ese tipo de conducta bordea los deberes básicos de los servidores públicos: legalidad, imparcialidad, eficacia y uso responsable del tiempo y de la plataforma, que —nos guste o no— te acompaña como representante del gobierno. No necesitas un procedimiento administrativo para entender que es inaceptable.

Estimado ciberlector, esto se completa con una colección de manías: el funcionario que puso el presidente municipal Julio Cárdenas, se asume corrector de estilo de medios, árbitro del futbol, vocero del ciclismo urbano, ingeniero de carreteras por correspondencia y, cuando hace falta, comediante de pasillo. El gran pendiente está en la pregunta que nos hace la ciudadanía: ¿a qué hora trabaja el Director de Planeación? Porque entre hilos, sarcasmos y “correcciones” a medios, el tiempo laboral luce exprimido en la plaza equivocada: la plaza pública digital.

Huatulco no le paga a su Director de Planeación para que sea el señor “te lo explico con hilo”. Le paga para planear, coordinar y entregar resultados medibles: cartera de proyectos, metas trimestrales, indicadores de seguridad vial, auditoría de cruces, priorización de calles, manuales de diseño, licitaciones bien armadas y bitácoras de obra que aguanten una lupa. Si el funcionario es tan chinguetas 3 mil como su TL sugiere, que lo demuestre con kilómetros pacificados, intersecciones seguras, presupuesto ejercido con transparencia y antes/después que no den risa, sino confianza.

La incongruencia es de manual: comparar a Huatulco con Montreal mientras presumes intervenciones que no llegan ni a once calles; burlarte de protestas mientras vendes participación ciudadana; pontificar sobre medios y después borrar tu propia metida de pata. Todo eso puede ser muy entretenido en redes, pero es pésimo como política pública.

Esperemos que su cerebrito entienda que el teclado no sustituye la bitácora; el trending topic no sustituye el POA; el sarcasmo no reemplaza el cumplimiento de metas.

Nuestra reportera costeñita, le manda a decir que si quiere corregir textos, que lo haga en la Gaceta Municipal; si quiere reírse, que sea al inaugurar una calle segura que no se parezca a un set fotográfico. Y si quiere compararse con Montreal, que empiece por algo sencillo: entregar once calles completas y demostrables. Entonces, y solo entonces, que opine lo que quiera. Mientras tanto, que le quede claro que el pueblito noble y sabio de Santa María Huatulco no le paga por tuitear; le paga por trabajar.

Ternurita…

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resbala

Quien anda buscando competir en rating con Rocío Sánchez Azuara y sus Cosas de la Vida es el ex munícipe capitalino Oswaldo García Jarquín y sus monólogos en El Jinete, donde, a medios chiles, le dice a todo el mundo que el PRI neoliberal era de primer nivel y que personajes como Gutiérrez Barrios, Manuel Bartlett y hasta Labastida Ochoa eran mejores políticos que los que hoy están en el poder.

Reconoce que hasta nuestro cabecita de algodón fue tricolor, y no les contamos más porque el “junior Ecoloco” trae una lloradera digna de talk show; ahora resulta que hasta soluciones de gobierno quiere dar, pero cuando estuvo al frente de la chamba para la cual el pueblito bueno y sabio lo contrató para gobernar la capital, nada más se la pasaba inflando vidrio.

De los derechos de autor de la música que utiliza para sus monólogos esperamos que los esté pagando, ¿o será que, por ser cuate de artistas, no tiene que hacerlo?

El “Ecoloco” y su legado aromático

Para entender el revival de Oswaldo hay que recordar que, durante su administración 2019-2021, la capital olía más a relleno sanitario que a calenda. Los camiones de limpia se declararon en huelga, los mercados parecían basureros temáticos y los turistas coleccionaban fotos con bolsas negras de recuerdo. Pero en sus lives el ex edil jura que todo era “percepción” —como si la nariz ciudadana hubiera sido conspiración de la oposición.

Ahora se autonarra que fue perseguido por el ex edil Francisco Martínez Neri. Dicen que, a falta de adversarios, Oswaldo inventa uno nuevo cada semana y posa como mártir 4T; olvida que llegó con Morena y salió con récord Guinness… en generación de residuos.

Mientras tararea a Juan Gabriel, presume que “siempre paga sus deudas”, salvo las de diésel, aguinaldos y recolección. Tan creativo es que hasta sube fotos de obras públicas que “entregó” pero cuyo único ladrillo fue el de la maqueta en PowerPoint. La reconstrucción de su reputación va de la mano de un filtro cálido, un buen destilado y la esperanza de que el algoritmo no tenga memoria (la hemeroteca, y la web sí).

¿Diputación?

Dicen que quien no corre, vuela, y Oswaldo ya busca pista con Luisa Cortés. Su estrategia: maratón de lives, nostalgia priista y mucho “abrazo virtual”. La apuesta es clara: si el público olvida el basurero, quizá le compre el ticket para San Lázaro. Pero la ciudadanía es menos amnésica que el feed: cada “¡Salud!” en pantalla revive la cruda de su trienio.

Parece que Oswaldo “anda como agua de riego: bien corrido” je, je, je. Hic. ¡Salud!

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Nuestra reportera Burocrática —experta en husmear entre archiveros y tazas de café recalentado— nos cuenta que el único lugar donde en serio no pasa nada (y cuando pasa, es para que a los pobres Godínez les explote la migraña) es el sindicato de burócratas, mal dirigido desde hace una década por Juan Rosas, alias “el Señor Cara de Papa”. La firmante en turno demuestra cada día su devoción perruna a este personaje que conduce en picada al otrora todopoderoso STPEIDCEO.

Ahora que está de moda la saga de “sin querer queriendo”, los sindicalizados viven su propia versión del “¿Quién podrá defendernos?”: cuando no lidian con un decreto que extingue plazas, los visita el terrorismo fiscal. Y, ¡oh ironía!, les ofrecen saldar sus deudas con el SAT en cómodas mensualidades, en vez de convocar a las bases y tomar calles como antes, cuando la furia obrera aún no se domesticaba con nombramientos a modo. Cierto: algunos delegados valientes propusieron asamblea general y sacar músculo, pero a la dirigencia no le hizo gracia, porque en una de ésas estrenan comité ejecutivo nuevo, con moño y todo.

Entre rumores y papelitos, queda claro que ese cobro de impuestos es la “aportación voluntaria” al famoso proyecto rosa. Por pura torpeza, la encargada del comité no ejecutivo no logró que la asamblea aprobara el pago casi millonario —cuatro millones de pesitos— que su patrón Rosas “sugirió” endosar a la empresa MRCI. El negocio, perdón, la asesoría, sigue pendiente en la lista de pendientes políticos.

Pasemos a la joya de la corona: el Decreto 24. ¡Se extinguieron 1 344 plazas! Nadie imaginó el tsunami legal que provocaría esta ocurrencia: hoy el tema se discute hasta en la CDMX, porque despidieron a trabajadores de base con décadas de servicio, algunos ya en trámites de jubilación.

Tan sólo días después, el gobierno reculó y regresó 667 puestos. ¿Casualidad? No: en la lista venían hijitos de papi, amiguitas VIP y comisionados de alto vuelo. Los simples mortales con horario y checador siguen pagando la novatada. Un déjà vu del “error de diciembre” del 94, pero con café soluble y fotocopiadora.

Por increíble que parezca, el mayor aliado del gobierno para que esos compañeros no recuperen su plaza es el mismísimo comité no ejecutivo. Desde aquella marcha impulsada por la vieja guardia de Pedro Castillejos —no por la actual— no han hecho nada más que regañar a los protestones y “revisar” expedientes a la velocidad de un caracol con insomnio. Con ese paso, llegarán las posadas y todavía estarán buscando folios.

¡Y ojo al negocio redondo! Gestores de toda calaña ofrecen reinstalaciones exprés por cien, ochenta o cincuenta mil pesos —dependiendo de la fe del cliente—. Dicen venir de La Noria, del Congreso, del comité o del Olimpo estatal. Todos hacen su Agosto y aguinaldo adelantado.

Mientras tanto, cientos de ex-trabajadores siguen en la orfandad política y económica. Y el Decreto 24, parido sin razonamiento jurídico ni político, les sirve a los vivales para volver a colgarse de la dirigencia impuesta, cada día más dependiente del famoso “Señor Cara de Papa”. Se han emitido comunicados a favor y en contra, pero la única realidad es que los despedidos siguen sin ingreso… y encima pretenden exprimirlos con un cobro extra para regresarles lo que era suyo. ¡Qué bonito es lo bonito!

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Miren, nos dice nuestro reportero Flechador del Sol: el Ayuntamiento de Huajuapan acaba de lanzar su gran convocatoria para integrar el Consejo Municipal de Movilidad Urbana. Así, dicho rápido, suena precioso. Hasta democrático. Nos asegura. Invitan a todos: sociedad civil, concesionarios del transporte, ciclistas, comerciantes, personas con discapacidad y, por si quedaba hueco, hasta clubes de atletismo.

Pero no se emocionen. Basta leer dos renglones para descubrir que la “consulta” es más bien un chiste institucional. Aquí el pueblo tiene derecho a voz… pero no a voto. O sea: puede hablar, pero que no se le ocurra decidir.

La convocatoria dice que los representantes —uno de la sociedad civil y otro del transporte— estarán ahí para “emitir opiniones y recomendaciones”.

Traducción: puro ruido, cero nueces.

Y espérense, que lo bueno viene después. Para representar a la sociedad civil, tienes que demostrar “experiencia en análisis e investigación de movilidad”. O sea, si eres chofer de taxi, ayudante de camioneta o conductor de autobús… ni pierdas el tiempo. En este asunto no califican los que manejan la ciudad, sólo los que la administran desde un escritorio con vistas a la nada.

La cosa es selecta: sólo presidentes de sitios. Ellos sí, porque saben todo sobre la ciudad… desde su oficina con café recalentado. En cambio tú, que tragas calor, esquivas baches como quien juega serpientes y escaleras, y sobrevives a pasajeros que parecen personajes de telenovela, tú no. Porque, claro, ¿qué vas a saber tú de movilidad… si apenas sobrevives a ella?

Para el Ayuntamiento, los verdaderos expertos son dos: El Síndico Procurador de Justicia, Othón Sibaja Suárez, y el presidente de la Comisión de Movilidad (un misterio mejor guardado que la receta de la Coca-Cola).

Ellos son los que quieren partir el pastel. Los que se creen los “uy uy uy” de la movilidad.

Y el síndico, con su humildad característica, lo dice clarito —palabras textuales—: “No se metan conmigo porque soy conocedor de las leyes. Además, soy Notario, abogado, maestro, síndico municipal… y querido de todos los funcionarios públicos y políticos de todos los partidos”.

Faltó decir “y campeón intermunicipal de modestia”.

La experiencia de manejar entre baches, carretillas y sillas que tapan la calle para apartar lugares, esa no vale. Aquí sólo el que manda puede hablar. El que maneja… calla.

¿Y el famoso Consejo Consultivo? Pues sí, es un club social donde todos opinan, pero nadie manda. Si algo no está claro, lo resuelve la misma comisión que lo inventó. Esto es una maravilla de democracia circular.

Si te quieres inscribir, prepárate para la experiencia: te vas a encontrar en un espacio donde puedes opinar… sin que nadie te haga caso. Si quedas, te avisan por correo o teléfono, y si no tienes correo… pues ya te fregaste.

¿Y la transparencia? Le preguntamos a nuestro reportero y nos responde: Ah, esa se cocina en la penumbra. Porque cada vez que uno ve eso de “Heroica Ciudad de Huajuapan”, lo heroico parece ser aguantar la burocracia.

Aquí se gobierna desde el escritorio. Se invita, pero se restringe. Se escucha… pero no se contesta.

Esta convocatoria no es un puente: es un decorado bonito para que parezca que puedes cruzar… aunque el otro lado esté cerrado.

En Huajuapan, la movilidad —como tantas otras cosas— se mueve en círculos. Convocan para validar, no para cambiar. Porque en este municipio, el poder no se desplaza… está estacionado.

Para los que aún no les cae el 20, aquí va resumida la Convocatoria, y para que no te vena la cara de babas, como es su costumbre, dice nuestro reportero en la Mixteca:

Cierre de documentos: 14 de agosto. Confirmación de elección: 16 de agosto. Instalación del Consejo: 19 de agosto.

Solo se dan tres días para revisar, validar y confirmar. Parece que tienen súper poderes. ¿O será que la lista ya viene escrita y guardada en el bolsillo desde hace semanas?

¿Quién puede entrar?: solo presidentes y directivos de sitios, taxis foráneos, camionetas, autobuses y responsables de suburbans con terminal.

O sea, si eres chofer, pequeño concesionario o cooperativista… ni lo sueñes.

Para sociedad civil: cualquier ciudadano… siempre y cuando entregues:


*Un análisis de movilidad de la ciudad. / Propuestas de mejora. / Pruebas de que ya has participado en temas de movilidad. / Copia de tu INE y comprobante de domicilio.

Traducción: a los transportistas les piden un acta de asamblea; a los ciudadanos, prácticamente una tesis de titulación.

La convocatoria no dice: Quién vota. Cómo se vota. Qué pasa si hay empate. Cómo se impugna.

El único filtro real es clarísimo: el Síndico y el presidente de la Comisión.

Ellos reciben todo. Ellos deciden todo. Democracia a domicilio, pero solo en su casa.

Los candados no podían faltar: Plazo de entrega: 15 días naturales. Solo presencial. Nada de correo electrónico. Si tienes discapacidad, trabajas todo el día o vives fuera del centro, pues ni modo.

El Ayuntamiento vende la idea de una mesa para todos, pero la mesa ya está puesta y los lugares apartados. Lo demás es pura ceremonia para que parezca democrático.

La recomendación que les hace nuestro reportero es que si eres del volante, debes preguntar, exigir, buscar cómo participar. Porque si no entras en sus requisitos, no es que no quieras, es que no quieren que entres.

En otras palabras: en Huajuapan, la movilidad se mueve… pero solo hacia donde ellos apuntan la flecha.

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En el mismo espacio institucional donde se debería gobernar con orden, se grita. Donde deberían resolverse diferencias con argumentos, se calumnia. Y donde tendría que haber consecuencias, solo hay eco. Un eco lleno de acusaciones que nadie investiga, de delitos menores que se normalizan, y de un cinismo que se pasea sin pena por las banquetas del poder.

Ejemplo: el Director de Desarrollo Económico y Turismo, Carmelo Francisco Hernández Pérez (suplente del presidente “Chupón”), protagonizó una escena digna de cámara oculta —pero sin actores ni guion, solo la cruda realidad municipal. En plena calle, se enfrentó a Tulia Velazco, encargada del área de las turísticas, y le gritó sin rodeos que era una “ratera”. Todo mundo se ha de preguntar: ¿pues qué se robó? El dinero de las bicicletas rentadas en el parque lineal.

La acusación fue pública, directa y, hasta hoy, impune. Según denuncian varios trabajadores, al rentar una bicicleta se debería entregar un boleto, y con ese mismo comprobante, realizar el pago. Pero Tulia habría dado la orden de no entregar boletos. Así, sin papel, sin registro, sin forma de comprobar cuántos ingresos entran… y cuántos desaparecen.

¡Cínica y ratera!”, le gritó Carmelo. Y si la escena no fuera real, uno pensaría que nuestro reportero Flechador del Sol miente.

Pero no. Se roba el dinero del pueblo de Huajuapan. A plena luz del día. A la vista de todos.

Y lo más indignante no es solo el robo, sino la nula respuesta institucional. No hay sanción. No hay investigación. No hay ni siquiera una mínima intención de corregir. Solo un silencio que protege a los gritos… siempre que vengan de los de adentro.

Porque en este Ayuntamiento, la corrupción no se esconde. Se grita.

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La descomposición institucional es generosa. Y la Vicefiscalía Regional de la Mixteca no se queda atrás… ni tantito.

Lo peor es que ni siquiera intentan disimularlo.

Ahí, en esas oficinas que deberían resguardar la legalidad, presuntamente se mueve un personaje llamado Javier Alfredo Vega Cabrera —subdirector de la Vicefiscalía y, según varias denuncias, protagonista de un guion que mezcla tráfico de influencias, abuso de poder y ocupación ilegal de propiedad privada.

Este señor —que en realidad dicen sus compañeros no hace nada ahí, más que pasearse como si fuera inspector general— aprovecha su relación sentimental con una joven abogada para meterse en un juicio por herencia y, de paso, quedarse con una casa que no le pertenece. Así, sin título, sin derecho… y sin una pizca de vergüenza, se instaló en una vivienda de la calle 16 de septiembre, en pleno centro de Huajuapan de León.

Nuestro reportero asegura que el dueño lo ha echado. Los vecinos lo han encarado. Y él, como si nada, siempre regresa. Como plaga… pero con fuero.

En la fachada de esa casa cuelga una cartulina que dice, textual: “Prepotente, vulgar y grosero”. La firma el propietario, Eduardo Cortés. Abajo, otro mensaje advierte: “Si algo nos pasa, culpamos a ese señor”. Ni siquiera se atreven a poner su nombre. Al subdirector lo prefieren innombrable.

Pero lo más escandaloso no es solo el acto… sino el silencio.

Porque todos lo saben: el vicefiscal Manlio Rigoberto Hernández, su personal, los Ministerios Públicos.

Todos. Pero nadie dice nada. Nadie actúa. Nadie se quiere ensuciar las manos.

Lo que debería ser un bastión de legalidad se ha convertido en un circo de omisiones. Una institución decorativa, funciona únicamente para quienes la manejan desde la impunidad.

Aquí ya no se trata de pedir eficiencia. Se trata de exigir decencia.

La Vicefiscalía no está colapsando: ya colapsó. Las pruebas existen, las denuncias también. Y si aun así nada se mueve, la conclusión es tan sencilla como brutal: quienes deberían fiscalizar son los primeros en proteger… o en participar.

Esperemos que el fiscal general, Bernardo Rodríguez Alamilla, tome cartas en el asunto, porque las grabaciones ya circulan: en ellas se escucha a Ministerios Públicos pidiendo dinero a usuarios para liberar vehículos o mover carpetas de investigación. Y no solo eso, en varios de esos audios se menciona, con nombre y apellido, que esas “cuotas” serían por instrucción directa del vicefiscal Manlio.

La corrupción aquí no es un susurro: es un altavoz.

La fachada institucional está agrietada, sí. Pero lo que verdaderamente apesta… es lo que ocurre dentro. Porque cuando la justicia se arrodilla frente al poder interno, deja de ser justicia. Se convierte en cómplice. O peor aún: en amenaza.

Y mientras Javier Alfredo Vega Cabrera sigue ocupando casas ajenas, y Manlio sigue sonriendo desde su escritorio, los ciudadanos de Huajuapan quedan, otra vez, a merced de la arbitrariedad.

El mensaje es clarito: la ley se aplica… pero solo si usted tiene amigos en la Vicefiscalía.

¿Y saben por qué pasa todo esto? Porque la corrupción aquí no está al 50 ni al 80… está al 100.

Esta semana, varios abogados se quejaron de la encargada de la Oficialía y de algunos Ministerios Públicos. La razón fue porque… O no meten los escritos a tiempo, o venden la información al mejor postor.

Y eso no es todo. Las borracheras son frecuentes entre los Ministerios Públicos. Llegan a la hora que quieren, y a veces llegan tomados.

Todo esto lo tolera —y lo permite— el vicefiscal Manlio. Nada que ver con el anterior Vicefiscal Juventino Pérez. Él sí sabía lo que era ser Vicefiscal.

El problema es que, con esa debilidad, nadie lo respeta. Ahí hay vicefiscales que llevan más de diez años en el mismo puesto. O casos como el de un médico legista que, además, es dueño de Funerales Cholula. Cada vez que hay un muertito, llega antes la carroza que el personal de la Vicefiscalía.

La verdad, todo esto tiene mucho que ver con el mando, y con el liderazgo, o la falta de él, en la cabeza de ese lugar. Ojalá el fiscal general lo considere.

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Vivirá poco quien no entienda lo aquí dicho, recuerde estimado ciberlector, la frase de la semana:

En política, no hay enemigos eternos… solo aliados temporales con fecha de caducidad.