Además de la pandemia por Covid-19 originada hace cerca de un año en Wuhan, China, el 2020 dejará como saldo un mundo menos polarizado después de que Donald Trump perdiera la presidencia de Estados Unidos el mes pasado. Durante los casi cuatro años de su mandato, Trump sacudió el tablero político a nivel internacional, con un discurso recalcitrante que apelaba a la grandeza de su país basada en la preeminencia de ciertos grupos sociales sobre otros. Trump dividió al electorado de tal manera, desde 2016, que hoy se siguen enfrentando dos polos políticos, uno que defiende valores tradicionales asociados a la minoría blanca, y otro que defiende derechos civiles, con el movimiento Black Lives Matter como su eje de movilización más poderoso. En cualquier caso, el hecho es que Trump perdió su reelección frente al veterano demócrata Joe Biden, quien fungió como vicepresidente de Barack Obama.
Si este es el principal saldo político de 2020 en las relaciones internacionales a nivel internacional, no podemos obviar que hay otros polos de poder que hoy muestran su fuerza en el desarrollo de la vacuna para detener la Covid-19. Concretamente, China y Rusia se mantienen como los otros grandes centros de poder global, y a pesar de que en el primero de estos países surgió el virus, este enorme país gobernado por Xi Jinping ha demostrado ser el más capaz en detener los contagios y transitar a una nueva normalidad, yendo muy por delante de Europa y América Latina que hoy enfrentan una segunda oleada de la pandemia. Con este panorama complejo por delante, Estados Unidos ha renovado a su presidente y comandante en jefe de uno de los ejércitos más poderosos del mundo. Biden tomará posesión el próximo 20 de enero en Washington DC.
La victoria de Biden es indiscutible pues se impuso tanto en el voto popular como en los votos electorales necesarios para acceder al poder. Biden obtuvo 81 millones de votos, 7 millones más que Trump, convirtiéndose en el presidente más votado en la historia de nuestro vecino del norte. En el Colegio Electoral, un mecanismo de elección indirecta que se remonta a la fundación de Estados Unidos, Biden obtuvo 306 de un total de 538 votos electorales posibles. Por cierto, la misma cifra de votos electorales que Trump obtuvo en 2016 con la diferencia de que en ese momento el republicano perdió el voto popular frente a Hillary Clinton. Bajo su sistema, quien gana el voto popular en un estado, aún por mínima diferencia, arrebata todos los votos electorales. A Trump le funcionó hace cuatro años, pero ahora el contexto electoral fue adverso para el magnate de los bienes raíces.
Hacia 2021, el cambio de presidente en Estados Unidos es crucial también para México, especialmente por dos razones; por un lado, la enorme importancia que esta elección suscita para la implementación de la vacuna contra la Covid-19, considerando que dos de los esfuerzos probados y validados por los comités científicos son la vacuna de Pfizer y BioNTech, así como la de Moderna, producidas por farmacéuticas estadounidenses. No hay que olvidar que en las próximas semanas se empezará a aplicar en México la primera de ellas. Por otro lado, no hay que olvidar la importancia que en términos comerciales representa Estados Unidos para nuestro país. Si bien en distintos momentos la convivencia entre dos países tan distintos y desiguales ha supuesto retos para los gobiernos en la definición del interés nacional y en la defensa de temas que no están sujetos a la negociación diplomática, Estados Unidos sigue siendo fundamental para el futuro de nuestro país. Para México es la relación de política exterior más importante; somos su principal socio comercial y compartimos una de las fronteras más dinámicas del mundo, en la que todos los días se mueven millones de bienes y servicios. Además, de que en Estados Unidos la comunidad mexicana es referente en la vida económica, social y cultural, especialmente en estados como California.
La semana pasada, se anunció oficialmente la jubilación de la actual embajadora de México en Estados Unidos, Martha Bárcena, quien fungió como la primera mujer en representar a México en aquel país; su nominación se dio con el comienzo del gobierno del presidente López Obrador. Ante su salida, el presidente ha propuesto a Esteban Moctezuma, quien aún se desempeña como Secretario de Educación Pública hasta que sea ratificado por el Senado de la República. Moctezuma es Licenciado en Economía y tiene estudios en Derecho por la Universidad Nacional Autónoma de México, y siguió su preparación en Inglaterra, donde cursó una Maestría en Economía Política en la Universidad de Cambridge. Moctezuma tiene una larga y valiosa trayectoria en el servicio público, desde que fue responsable de implementar la descentralización educativa en el sexenio de Carlos Salinas. Además, en el sexenio de Ernesto Zedillo fue Secretario de Desarrollo Social y Secretario de Gobernación. Su perfil conciliador le ha ganado el reconocimiento de las distintas fuerzas políticas, también durante su paso por la Fundación Azteca, de la que fue director entre 2002 y 2018.
Con Moctezuma al frente de la principal Embajada de México en el mundo, la que tiene su sede en el número 1911 de Pennsylvania Avenue, en la capital del país de las barras y las estrellas, la relación de México con Estados Unidos tiene un futuro promisorio. El gran equipo que podrán hacer Moctezuma y el canciller Marcelo Ebrard anticipa buenos términos en la relación con la administración de Joe Biden, quien conoce muy bien México, considerando los ocho años que ya pasó por la Casa Blanca. Perfiles como el de Ebrard y Moctezuma suman a una conducción acertada de la política exterior de México; de por medio hay décadas de preparación y experiencia al más alto nivel en el servicio público. Nada menos que eso se requiere para asegurar una relación equilibrada de socios estratégicos que beneficie a ambos lados del río Bravo a dos naciones unidas históricamente, sumamente diversas, para las cuales la cooperación siempre será la mejor carta de negociación.
En el siglo XIX, el gran oaxaqueño Matías Romero fue el artífice de una relación de buena vecindad con un Estados Unidos que se debatía en sus propios problemas internos. Juárez advirtió la capacidad de Romero para establecer lo que de hecho no existía: una Embajada. En dos momentos distintos, uno como joven y otro como veterano, Romero mostró que la diplomacia mexicana tenía un sello propio, que se podían construir puentes para el entendimiento y el progreso compartido. Con ese notable antecedente, Moctezuma es el perfil que México necesita para honrar la tradición en el comienzo de una nueva era política en Estados Unidos. Una era de mayor democracia.
@pacoangelm