En memoria de nuestros hermanos perdidos y en honor de los héroes anónimos.
“Nunca será tarde para buscar un mundo mejor y más nuevo, si en el empeño ponemos coraje y esperanza.”
Sin duda septiembre ha marcado la historia de México, el 13 está señalado en el calendario nacional como una jornada heroica en la que sacrificaron su vida algunos cadetes y mandos del Colegio Militar luchando contra el ejército invasor de E.E.U.U., no es menester de este artículo someter a juicio la veracidad o no del hecho histórico. El día 15 con el grito de Dolores inició del movimiento de la independencia de la Nueva España que concluiría un 27 de septiembre de 1821.
El 19 de septiembre de 1985 un sismo de magnitud de 8.1 grados en escala de Richter puso al país en situación crítica, se calcula que alrededor de 30 mil edificios y estructura urbana sufrieron daños irreparables y 68 mil más tuvieron daños, existe un aproximado en la cifra de muertos que ronda los 10 mil, aunque no hay número exacto.
Casi 32 años después el 7 de septiembre de este año; se cimbra nuevamente el suelo de México con un sismo M 8.2 que afectó severamente al Istmo de Tehuantepec y al Estado de Chiapas, según cifras del Gobierno Federal murieron 98 personas y alrededor de 60 mil viviendas se perdieron tan sólo en Oaxaca.
Pocos días después, coincidentemente otra vez el 19 de septiembre un nuevo sismo esta vez de M 7.1 vuelve a colapsar la capital del país, Morelos y Puebla, hasta ahora no se han cuantificado en totalidad los edificios, estructuras y viviendas dañadas y los muertos ascienden hasta ahora a 243.
Pero todo esto no ha parado ahí, hoy mismo se han registrado otros tres sismos de menor intensidad pero que han terminado de colapsar infraestructura de comunicación terrestre y aérea, amén de viviendas que ya habían quedado sensibles por los acontecimientos pasados en el Istmo de Tehuantepec.
Pero esta colaboración no tiene como objeto informar de las cifras ni mucho menos mostrar un panorama fatalista de la situación, estoy convencido de que a pesar de las lamentables muertes y pérdidas materiales que estos movimientos provocaron, tanto el del 85 como los de 2017, han dejado una huella mucho más profunda dentro de los mexicanos.
Esa huella profunda es la solidaridad, la preocupación por los otros, el amor por el prójimo, el dar sin recibir nada a cambio, de pronto cada mexicano decidió que todos éramos hermanos, decidimos respetar el dolor ajeno, luchar entre los escombros por la vida de desconocidos, recuperar los cuerpos sin vida de otro hermano mexicano para entregárselo a nuestra familia y aún pelear por recuperar animales indefensos y ayudarles. La participación de los jóvenes ha sido inexplicable, voluntariosos, animados, incansables, entregados y con profundo amor a su pueblo. De repente sonó el himno nacional y el cielito lindo por México sin que fuera obligatorio por el homenaje de los lunes y brotaron lágrimas de las mejillas de quienes con impotencia sólo podíamos conocer a través de familiares, amigos, las redes sociales y noticieros de la magnitud de estas tragedias y del dolor. Inspirados decidimos aportar lo que pudiéramos y contribuir con nuestras manos en centros de acopio.
Esta ejemplar actitud la vimos en gran escala por primera vez el 19 de septiembre de 1985 y en los días siguientes, pero se fue desdibujando a través de los años, terminamos haciendo simulacros “malhechos y obligatorios” cada aniversario como recordándonos que debemos estar alerta para cuando nuestra madre naturaleza en cualquier momento decidiera sacudirse lo que le hemos puesto encima.
Nos fuimos convirtiendo a través de los años en un pueblo indiferente, violento, apático, feminicida, con periodistas asesinados, un pueblo de secuestradores, de narcotraficantes, de esclavos agachados y serviles.
El 7 y el 19 de septiembre nos volvieron a despertar, de inmediato la memoria colectiva nos dictó que era lo que teníamos qué hacer. Metimos nuevamente las manos, sin distingo de razas, de credos, de niveles económicos, de preferencias sexuales: Todos somos México. Demostró el pueblo de México que se puede organizar y superar cualquier adversidad, entonces ¿Por qué no permanecer así?; ¿por qué sólo en estas fechas de pesar hubo casi dos millones de firmas exigiendo que los partidos políticos no recibieran dinero público y que se destinara a la reconstrucción nacional?. Esta propuesta provocó reacción de los partidos políticos, dos han dicho claramente el mecanismo del cómo no recibirán un importante porcentaje del presupuesto destinado para el 2018 y que están a favor de la propuesta de desaparecer el financiamiento público para los partidos políticos, no la dejemos ir, hay que darle más impulso.
La solidaridad y la empatía debería ser cosa de todos los días, tal vez así México cambiaría de rumbo y sucederían cosas mejores, las que estamos esperando. Sólo que en lugar de esperar hagámoslas posibles.
¡Vamos México! ¡Sí se puede!
@JErnestoRuiz