Hace unos años Juan Villoro escribió un magnífico texto en su columna semanal de Reforma, titulado “En Corea”. El gran escritor mexicano narraba, con su elocuente prosa su primera visita Seúl, la capital de este país asiático, y los valores que encontraba en la cotidianidad de los coreanos. Concluida en 1953, la guerra civil entre Corea del Norte y Corea del Sur había resultado en una masacre de más de 4.7 millones de habitantes. Como sabemos, hasta hace muy poco la tensión entre estos dos países era uno de los mayores pendientes en materia de seguridad internacional.
A pesar de los saldos de la guerra y con una economía principalmente agrícola, en cincuenta años Corea del Sur se convirtió en una de las principales economías del mundo, con una de las mejores plantas laborales del mundo y por supuesto con uno de los modelos educativos más eficientes del mundo. ¿El secreto? No hay una fórmula mágica pero Villoro cuenta lo que veía: “Cincuenta millones de coreanos tienen prisa por pasarla bien. Las reglas del juego son claras: honestidad, respeto, competitividad. El taekwondo como principio social. Constituir legalmente una empresa tarda un máximo de tres semanas y la burocracia, principal freno de la experiencia humana, es combatida de modos inventivos”.
El escritor aporta un dato revelador: “En 2004 la compañía LG ofreció un trueque a su división de investigaciones: eliminar los reportes de trabajo y la elaboración de presupuestos a cambio de producir un invento al año. De ahí salió el teléfono celular Etiqueta Negra, que vendió 21 millones de ejemplares”. Hace 15 años de la implementación de esa medida que, evidentemente, fue mucho más rentable que vigilar la conducta diaria de los empleados de una de las empresas principales de tecnología del mundo, junto a Samsung y Hyundai que también tienen su origen y sede en la cuna del K-Pop, que fascina a millones de adolescentes alrededor del mundo.
Hay un común denominador en la experiencia coreana como en la japonesa y en la alemana después de la Segunda Guerra Mundial, y ese es el trabajo basado en la mayor competencia para entregar productos y servicios de calidad. Reconstruir significaba empezar a hacer todo de nuevo pero con la mayor entrega. Y dado que el capital humano es fundamental para impulsar el crecimiento económico, este factor de la producción debe incentivarse con la capacitación.
Por eso me apasiona lo que en el Icapet estamos construyendo de la mano con instituciones hermanas del Gobierno del Estado, y sobre todo con el sector productivo de Oaxaca. Esta semana tuvimos la visita de Rodrigo Rojas Navarrete, Director General del Consejo Nacional de Normalización y Certificación de Competencias Laborales (CONOCER), que es la entidad del Gobierno Federal que reconoce los conocimientos, habilidades, destrezas y actitudes de las personas, adquiridas en el trabajo o a lo largo de su vida, con certificaciones nacionales y oficiales.
En el evento celebrado en Palacio de Gobierno, entregamos diplomas a 120 trabajadores del sector público y el sector privado. Además del lcapet, se certificaron servidores públicos del Registro Civil, el Monte de Piedad, la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca, así como empleados de empresas con responsabilidad social como son: Mina Don David Gold y Solarvatio S. A. de C. V.
Esta acción demuestra que la política de capacitación para el trabajo y la productividad del Gobernador Alejandro Murat Hinojosa está dando frutos. Tan solo en tres años el Gobierno del Estado ha logado que en materia de certificación hoy ocupemos el quinto lugar a nivel nacional, lo que nos convierte en un caso de éxito entre los ICATS. Con todo lo que implica que certificar competencias no sea un trámite más, ya que significa que quienes tomaron las certificaciones fueron evaluados y demostraron que cuentan con los conocimientos y habilidades para para cumplir con una función específica. Y en Icapet buscamos que no solo sean buenos en lo que hacen, sino que sean los mejores.
La mayoría de las certificaciones fueron en el estándar de atención al ciudadano en el sector público. En una época en la que la ciudadanía demanda trámites y servicios gubernamentales ágiles, el Gobierno de Oaxaca está tomándose en serio la profesionalización de sus servidores públicos. Y cabe señalar que no es una acción aislada sino que deriva del segundo eje del Plan Estatal de Desarrollo 2016-2022: Oaxaca Moderno y Transparente. Quiero agradecer el acompañamiento en este evento del Secretario de Economía, Juan Pablo Guzmán, quien es un aliado para que las acciones de Icapet impacten en las cadenas productivas del estado.
En mi intervención recordé una frase de Elon Musk, uno de los genios de nuestro tiempo que está desarrollando la posibilidad real de que la civilización humana conquiste Marte en las próximas décadas con su empresa SpaceX. El físico sudafricano ha señalado una verdad que a veces olvidamos: “Creo que es posible para la gente normal elegir ser extraordinaria”. Y yo creo que esta invitación a ser servidores públicos y empleados extraordinarios es una meta posible a través de la capacitación y superación permanente. En Icapet estamos conscientes de que formar agentes de cambio es vital para consolidar una atmósfera de innovación, productividad y competitividad, valores que definen el presente de Oaxaca.
Villoro observó una sociedad que basa su esfuerzo individual en la máxima del éxito. Pero ser exitoso en 2019 no solo es conseguir objetivos individuales sino contribuir a una atmósfera colectiva que encadene talento, esfuerzo y bienestar social.Ante ejemplos como el de Corea del Sur, más cerca de lo que parece en un mundo interconectado, el Gobierno de Alejandro Murat Hinojosa apuesta por capacitar y certificar, solo así podemos pensar en que la planta productiva oaxaqueña sea capaz de competir con el capital humano de otras regiones del mundo. En otras palabras, apostamos a que, con dedicación, nada es imposible.
*Director General del ICAPET