Un domingo por la mañana le pedí a mis hijos que se asearan para iniciar el día y bajar a tomar el desayuno, en eso escucho la voz de mi hijo menor: “Papá, ¿de dónde viene el agua?”. Por un instante me quedé meditando, cómo explicarle un proceso que parece tan sencillo <el agua se evapora, se condensa, formas nubes, cuando estas están cargadas y gracias a reacciones llueve y el agua cae a la tierra, cargándose los depósitos naturales y artificiales, y listo, gracias a la red de distribución tenemos agua corriente en casa>, pero que en la actualidad resulta mucho más complejo y pocos lo valoramos.
Recordé que existen niños que creen que la leche se produce en fábricas y que ahí se envasa y la llevan a las tiendas, porque no conocen el origen del proceso, la vaca. Estoy convencido de que mis hijos, al menos, no deben tomar tan a la ligera el origen de los productos que consumimos y deben hacer conciencia de lo importante que es cuidar a nuestra madre tierra. Así que decidí llamar a algunos amigos y emprender un domingo de paseo por la montaña, con Rubén Toledo decidimos visitar San Agustín Etla y realizar caminando el recorrido a la vieja hidroeléctrica con tres propósitos, salud, entretenimiento y generar conocimiento no sólo en mis hijos, también en quienes no conocen a profundidad lo que se hace en San Agustín en la protección del bosque y el agua.
Media hora después de que salimos de casa llegamos a la comunidad, para encontrarla hay que tomar la carretera antigua a Huajuapan y justo después de Santiaguito hay que internarse a mano derecha, no hay pierde pues existen señalizaciones claras sobre carretera.
Ahí nos encontramos con “Los Carroñeros” un gran equipo de jóvenes que se dedican a correr por la montaña pero que también ocupan sus recorridos para monitorear su bosque. Con ellos iniciamos el ascenso hacia la hidroeléctrica.
San Agustín es un pueblo con mucha calma, construcciones típicas y maravillosas; de esos en los que quieres pasar las jornadas leyendo y tomando café con la vista al hermoso valle de Oaxaca y de vez en cuando entablar una nutrida conversación con los vecinos acompañados de un buen mezcal. Uno de los encantos que posee esta comunidad es la pureza de su aire, a pesar de su cercanía a la capital, el viento que sopla sobre San Agustín da la sensación de aligerar nuestros pulmones, pareciera como si la montaña se los soplara exclusivamente para ellos. Por cierto, ahí se ubica el Centro de las Artes San Agustín (CASA), en lo que fue una fábrica de hilados y tejidos llamada “Vistahermosa”.
Después de apreciar la belleza del lugar dimos inicio al recorrido, el cual realizamos siguiendo el canal que lleva el agua del manantial hacia San Agustín; el Comisariado nos explicó que las casi 27,000 hectáreas de bosque que pertenecen a San Agustín están destinadas a la conservación y la restauración, existen brigadas permanentes para combatir plagas, aserrar árboles enfermos o muertos, realizar curvas de nivel, vigilar el bosque y además dar mantenimiento y limpiar el canal.
En esto radica la importancia de poder conocer lo que las comunidades hacen no sólo por los oaxaqueños, sino por el mundo. El bosque tiene entre sus grandes virtudes el capturar carbono y producir oxígeno; además un bosque sano y cuidado es un gran captador de agua, evita que el agua escurra y erosione la tierra, permeando en la tierra y permitiendo que se recarguen los mantos acuíferos que nos proporcionan el agua corriente que consumimos.
Por ejemplo, ¿sabías que dos terceras partes del agua que se produce en San Agustín se canalizan para el consumo de los habitantes de Oaxaca de Juárez?. Y en reciprocidad los gobiernos estatal y federal aportan anualmente a la autoridad comunal una suma de dinero por concepto de “servicios ambientales”, dinero que no les alcanza, pues sólo la nómina semanal de la brigada ronda los 50,000 pesos.
Sumidos en esta agradable y nutritiva charla, nos percatamos de que habíamos llegado a la hidroeléctrica, la cual data de la época del porfiriato y solía ser utilizada para iluminar el centro de la Cd. de Oaxaca. Después de conocerla caminamos un poco más para conocer el arroyo que da origen al canal que lleva el agua a San Agustín y Oaxaca. Ahí encontramos la respuesta a la pregunta de mi menor hijo, sí, de ahí viene el agua.