Con singular entusiasmo los “Licurgos” de México caracterizados por su ausentismo y remuneraciones generosas no devengadas, se empeñan en demostrar sus desavenencias partidarias, con frecuencia crematísticas, en torno al problema de los monopolios. Pero también su esterilidad intelectual. Es decir, su ignorancia de la médula del tema. O el fingimiento, la simulación de que están dispuestos a hacer algo para frenar al monstruo.
Por que mire usted, si algo caracteriza a una economía capitalista, aún cuando sea supeditada, avasallada por el imperialismo yanqui, es la existencia de lo que considero forúnculos económicos: oligopolios y monopolios. Su expansión, explica la concentración y centralización del capital y adopta la forma de aguda desigualdad.
En México hemos padecido un capitalismo subordinado, en primer lugar al extranjerizar la banca, tal cual lo realizó el Porfiriato. Pero los monopolios y oligopolios imperan en todos los sectores: en comunicaciones TELMEX; en la producción y el mercado cementero, CEMEX y la ficción “cooperativista” CRUZ AZUL; en el sistema comercial al menudeo WALLMART; en los medios televisivos, TELEVISA y TEVEAZTECA; en marcas automovilísticas las empresas yanquis tradicionales y japonesas; en la producción de alimentos industrializados, NESTLÉ, etc. Mientras las transnacionales controlan le mercado de commodities, en todas las centrales de abasto, la venta al mayoreo, medio mayoreo y menudeo, lo realizan reducidos grupos de comerciantes: oligopolios
Es decir en todas las ramas económicas y en los diversos tramos de la producción, distribución y venta al consumidor, imperan gigantes económicos desde hace dos siglos o más. Su proceder en la economía en esencia no ha variado. En muchos casos se han fusionado para elevar el grado de control del mercado, para garantizar una eficaz agresividad productiva, comercial o de servicios que deriva en la elevación de las plusvalías captadas y la consiguiente concentración económica. Díganlo si no el caso del ex BANCOMER: capta en México el 45% de sus utilidades logradas en toda América Latina. Es decir, su adquisición por financieros españoles, les permite volver “a hacer la América”, elevar la subordinación económica de los mexicanos, con mayor saña y precisión que Hernán Cortés con la espada y los clérigos con la cruz. La conquista económica es más duradera y rigurosa; acorde a las leyes de la sociedad, no pueden romperse sin romper con el sistema, sin atentar contra la propiedad y por tanto, sin “poner patas arriba” a la sociedad: en otras palabras, solo mediante la revolución social.
Por eso, los “esfuerzos” de diputados y senadores al proponer leyes antimonopolio con el dizque economista Beltrones a la cabeza, la actitud histriónica de Eduardo Pérez Motta, el Presidente de la Comisión de la-Inexistente-Competencia y las propuestas de Enrique Peña Nieto, ahora en papel de “articulista”, para superar la crísis, son risibles.
Para una discusión a fondo del tema, me remito a tres obras fundamentales para comprender a cabalidad las formas que adopta y opera el capitalismo en México. Tres libros de un maestro universitario que en esas obras y artículos de difusión, dejó huella duradera para entender nuestra historia reciente y no tanto: José Luis Ceceña Gámez.
“El capital monopolista y la economía de México” editado en 1963. Enuncia: “México necesita y tiene el propósito de desarrollarse, para elevar el nivel de vida del pueblo y para afianzar su independencia…En su camino, México y América Latina encuentran grandes obstáculos…el mayor representado por el capitalismo monopolista, preferentemente norteamericano que está conformando la naturaleza, magnitud y rumbo de nuestro desarrollo”
“México en la órbita imperial” editado en 1970. Señala: “Este trabajo desea precisar, así sea a grandes rasgos, el marco de dependencia exterior en que se ha desenvuelto nuestro país a lo largo de su historia…analiza la acción intervencionista de las grandes potencias desde la consumación de la independencia hasta nuestros días…La tesis central: la historia de México independiente ha estado determinada por el enfrentamiento entre las fuerzas dominadoras del exterior que con frecuencia han encontrado apoyo en sectores reaccionarios o proimperialistas del país y las tendencias populares nacionalistas”
“El Imperio del dólar” publicado en 1977. Justifica su obra: “El deseo de contribuir así sea modestamente, al más amplio conocimiento de la estructura monopolista de la economía norteamericana, cuya expresión más acabada son los grandes grupos financieros…es un propósito de divulgación y no de análisis académico”.
Ante la duda justificada sobre el conocimiento de esas obras, sería muy recomendable que las lean Peña Nieto, los “Licurgos” y “Míster” Pérez Motta. Tal vez entonces empezarían a conocer el tema y…al país.
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