La inteligencia artificial es uno de los principales retos de nuestro tiempo. Las películas de ciencia ficción que vimos cuando éramos niños parecen acercarse cada vez más a la realidad y desafiarnos con la posibilidad de alcanzar metas insospechadas o llevarnos a una catástrofe. En septiembre de 2017, Vladimir Putin, presidente de Rusia, señaló que la inteligencia artificial es el futuro no solo para su país sino para la humanidad, brinda, según él, oportunidades colosales al mismo tiempo que amenazas difíciles de predecir. Asimismo señaló los riesgos de que algún Estado posea el monopolio de la IA y que en caso de que Rusia lo tuviera lo compartiría con el resto del mundo.
Es difícil creer todo lo que dice Putin, sin embargo, lo que dice sí es un tema que debería preocupar al resto del mundo. Cuando se acusó a Donald Trump de aliarse con los rusos para incidir sobre la elección estadounidense de 2016, realmente la cuestión no era “qué” sino “cómo”, y en este caso la discusión fue si hackers al otro lado del mundo pudieron afectar al electorado de una democracia consolidada de modo que ganara un empresario excéntrico las elecciones, y no Hillary Clinton. A la fecha, hay procesos legales abiertos para definir por qué el equipo del candidato republicano se reunió con enviados del Kremlin. No es la trama de una película de acción, sino una serie de hechos verificados.
Por otra parte, el atentado contra Nicolás Maduro, presidente de Venezuela, pone de manifiesto las implicaciones del uso de tecnologías antes imaginables solo en las películas de James Bond. Mientras daba un discurso frente a las fuerzas armadas de su país, presumiblemente un dron explotó a corta distancia provocando que Maduro fuera evacuado y las tropas huyeran, enviando un mensaje ante las cámaras de falta de respaldo a este gobernante populista, que ha provocado una crisis económica aguda para su población. El ataque que se ha atribuido un sector disidente del ejército es una muestra de la capacidad letal de la inteligencia artificial.
Bill Gates, fundador de Microsoft, Elon Musk, creador de Tesla, y el Parlamento Europeo coinciden en que es necesario evaluar los alcances de la inteligencia artificial fuerte, es decir, que ya no solo obedece la programación humana para cumplir ciertas tareas, sino que puede imitar el comportamiento humano y las habilidades cognitivas. Si antes hablarle a un Iphone para conocer ubicaciones o significados era novedoso, tal vez nos acerquemos a una época en la que los instrumentos sean capaces de influir más en nuestra vida, conocernos mejor y hacernos predecibles. Esto pasa por ejemplo con el uso de grandes cantidades de datos que se usan para el estudio del comportamiento electoral. Según el Barómetro de Riesgo de Allianz 2018, el impacto de la IA y otras tecnologías es el séptimo riesgo empresarial por encima del riesgo político y el cambio climático. La rápida evolución de la inteligencia artificial supone que las potencias mundiales estén invirtiendo en su estudio y generando capacidades para la geopolítica en tres planos: económico, militar e informático.
Emmanuel Macron, presidente de Francia, ha señalado que la revolución de la IA no sucederá en 50 o 60 años sino que está sucediendo ahora mismo. Estados Unidos y China están invirtiendo cantidades enormes de dinero al desarrollo de la inteligencia artificial. La demanda de puestos de trabajo en la materia ha aumentado en 119% entre 2015 y 2018, siendo Estados Unidos el país que más trabajadores especializados requiere. Ante la inexistencia de una agencia internacional que regule los temas que derivan de la inteligencia artificial, los Estados nación están compitiendo entre sí por la supremacía de un campo disciplinario del que aún no conocemos los alcances reales. México enfrenta el reto de incluirse en una carrera que puede influir en el futuro de la humanidad.
El nuevo gobierno federal deberá llevar a cabo esfuerzos para que más jóvenes se inserten en el conocimiento de la inteligencia artificial y para ello se debe empezar por lo elemental: mejorar la calidad de la educación sobre todo en las ciencias. Estamos viviendo una nueva revolución del conocimiento, que no necesita discursos sino acciones para no quedar rezagados en el plano internacional. Hay esfuerzos concretos y valiosos por llevar la programación a todos los jóvenes, como el de mi amigo Martín Mathus en la ciudad de Oaxaca, Inviértete, con el cual se puede preparar a quienes dominarán la tecnología del presente y del mañana. El futuro está aquí y debemos enfrentarlo.
*Director General del ICAPET