Ésta ciudad ha sido identificada políticamente como panista. Pero en la campaña de Felipe Calderón, cuando llegó a ese supuesto bastión de su partido, su orfandad fue patética. Desfiló con una larga cola de automóviles que escandalizaron al sonar simultáneamente las bocinas. La indiferencia pública fue apabullante. El michoacano salió desairado.
El vienes 19 de este mes llegó López Obrador. La asistencia fue más que aceptable tomando en cuenta el tipo de seguidores de “MORENA” en la región. La influencia definitiva de la emigración, ha diezmado las filas de generaciones jóvenes y de adultos.
La enorme mayoría fueron viejos, ancianos muchos que acudieron a oír nuevamente el mensaje repetido del tabasqueño. Repetido por que los problemas son los mismos: la corrupción, el saqueo de México, la ineptitud en el manejo de la economía nacional, la “guerra contra el narco” que ha devenido en sangrienta saga en que el pueblo pone los muertos y los yanquis las felicitaciones a Calderón “por su valentía”, las evidencias de “bolsas” que para lograr Los Pinos, Calderón y el PRI pretenden crear para 2012 y abrumar a los pobres con migajas, mientras este año se mantiene la sequía de recursos por proyectos productivos, el desempleo de los jóvenes que por millones se viene convirtiendo en la espoleta de una bomba social de incalculables consecuencias. En fin, el agravamiento de la crisis internacional ante la que cada vez más los calderónicos burócratas reconocen unos que “no hay antídotos”, es decir que hay que esperar que se resuelva sola en el mundo exterior para que México salga adelante. Otros, incurren en infantiles expresiones como que “no hay varitas mágicas” para solucionarla.
El mensaje de AMLO fue vibrante, emotivo. La respuesta popular, idéntica. Sorpresiva para los que desde Palacio Municipal esbozaban sonrisas forzadas ante un mitin auténtico, sin acarreados, entusiastas huajuapenses en esa pretendida gélida plaza panista. Concluyó el mitin con vítores, porras, ¡mueras!, a Calderón y el PRI y la vibrante entonación del Himno Nacional. AMLO siguió su incansable ruta por la Costa oaxaqueña.
Anécdota. AMLO mencionó a “algunos periodistas” comprados por el PRI, el PAN o los ricos, para distorsionar sus mensajes al pueblo. Algunos periodistas presentes se indignaron y exclamaron que “yo, no, me gano honestamente mi sueldo”. No faltó el revire desde las personas que oían a López Obrador:
-Si no eres de ésos, ¿por qué te pones el saco?
-Mejor ¡cállense, que quiero oír a López Obrador y no a ustedes!
No volvieron a chistar.
A la par de la euforia de los seguidores de López Obrador, se difundió un mensaje radiofónico: No mencionaron en esa estación la presencia de líder de MORENA en la localidad, pero reseñaron ampliamente la reunión de Jorge Toledo, el fugaz e intrascendente Secretario de Gobierno ulisista, ahora promotor de organizaciones de presidentes municipales para “demandar en colectivo, más recursos al gobierno cueísta”. El mensaje de Toledo es el mismo de hace 50 años: la promesas priístas de rescatar al pueblo de la pobreza, la creación de empleos, reactivar el campo, contener la emigración y en fin, todo lo que ha repetido por decenios para dejarlo en el olvido. Todo olvidado por el PRI, apenas concluída cada elección. Ahora Toledo espoleado por el interés de rescatar la gubernatura de Oaxaca, cuestión que puede facilitarle un gobierno sin brújula y que parece buscar un gato negro en un cuarto oscuro. Pero Toledo llegó al colmo: dijo que esas reuniones no tenían propósitos políticos, pero afirmó en bárbara contradicción que era una reunión “partidaria”. No cabe duda que “lo que natura no da, Salamanca no presta” ¡Pensar que fue Secretario de Gobierno!
¡Ah, por cierto! Jorge Toledo en ningún momento de su mensaje mencionó que 32, sí 32 “destacados priístas oaxaqueños” honra y prez de la historia del PRI, tienen incursas sendas órdenes de aprehensión por malversación y otras lindezas. Solo faltó saber si la lista, como dice el vulgo, como en el MELATE “y lo que se acumule en la semana” La lista sigue creciendo. Además, prevalece la duda de quiénes más se sumarán a los potenciales ocupantes del menos elegante de los hoteles oaxaqueños: la chirona, la “Disco-tel”.