La visita del presidente Andrés Manuel López Obrador a San Pablo Guelatao el pasado jueves fue histórica en varios sentidos. Primero, es la primera visita de un presidente a este municipio de la Sierra Norte en 13 años, la última fue la de Vicente Fox para conmemorar el bicentenario del natalicio de don Benito Juárez en 2006, quien lo hizo obligado por las circunstancias pues no era juarista y la mayor muestra de ello es que una vez en la Presidencia mandó descolgar el cuadro del Benemérito y en su lugar puso uno de Francisco I. Madero en su despacho. Segundo, el evento conmemorativo de Guelatao este año fue mucho más que un acto cívico, significó el establecimiento de una alianza entre los Gobiernos Federal y Estatal como lo expresó en su discurso el Gobernador Alejandro Murat Hinojosa y como lo confirmó el presidente de México. Tercero, contrario a lo sucedido en otros años, la celebración al más universal de los oaxaqueños fue un acto pacífico y alegre, que reflejó la esperanza del pueblo de Oaxaca en un futuro más digno y promisorio.
Esta celebración a Juárez fue una celebración a la República, a las ideas detrás de este concepto de la historia política. Justamente, Juárez fue grande porque entendió que la República no estaba a discusión en medio de la pugna política entre liberales y conservadores; que la República era un principio fundamental para el desarrollo de México, un requisito sin el cual no era posible la vida pública o al menos una vida pública basada en la libertad y el respeto a los derechos fundamentales. Juárez no se doblegó ante la amenaza constante sobre su vida porque creía que la vida era inútil si no se valoraban y defendían hasta sus últimas consecuencias los principios que debían regirla.
El Gobernador Alejandro Murat pronunció un discurso histórico en la explanada cívica de Guelatao, junto a la estatua de don Benito Juárez y el pebetero encendido y con los bastones de mando alrededor de las y los presidentes municipales de la Sierra Norte. Su discurso fue elocuente pero también preciso. En lo primero, recordó la trayectoria que hizo de Juárez un estadista y lo que se presagiaba sobre su vida mucho antes de que fuera gobernador de Oaxaca y presidente de la República, la gran frase atribuida a Miguel Méndez, el oriundo de Capulálpam: “Y este que ven ustedes, reservado y grave, que parece inferior a nosotros, este será un gran político, se levantará más alto que nosotros y llegará a ser uno de nuestros grandes hombres y la gloria de la Patria”.
“Sordos, torpes, ciegos, aquellos que no entendieron que quitar a Juárez del corazón de la patria era lo mismo que quitarle a la patria el corazón, por eso hoy celebramos que tengamos aquí a un presidente juarista”. En los tiempos que vivimos, volver a tener un presidente que visita Guelatao en su primer año de mandato es una promesa de mantener la herencia de libertades que promovió el Benemérito junto con su generación de hombres ilustres. Fueron ellos los constructores de la República mexicana porque entendieron que separar la Iglesia del Estado era un asunto indispensable para el bienestar de las generaciones futuras. También entendieron que un régimen que no es constitucional no es un régimen político válido. Las leyes deben ser la máxima de la actuación de las autoridades públicas y por eso tener a los tres órdenes de gobierno reunidos en Guelatao representa el compromiso con esta máxima de la política.
“Juárez fue estadista no solamente porque proyectó el futuro sino porque cimentó la capacidad de construirlo; como él lo dijo, la reacción jamás triunfará porque es moralmente imposible”. Ante los cientos de personas que acudimos al evento juarista de Guelatao, el Gobernador explicó que su administración retomó el ideario de Juárez para llevarlo a la práctica. Uno de estos ejes es ejercer la hacienda pública con responsabilidad, otro, rechazar los excesos del poder, entendiendo que hay una responsabilidad pública con la austeridad republicana y por supuesto, asumir que en el respeto al derecho ajeno se encuentra el cimiento de la paz y el rechazo a la violencia.
En el presídium estaban, además del presidente, la senadora Susana Harp, el senador Salomón Jara y el director del Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas, Adelfo Regino, y el presidente municipal de Guelatao Ángel Martínez Santiago. Todos oaxaqueños y todos suscriptores de los diferentes mensajes que envío el Gobernador del Estado; el ánimo fue festivo, pues no hubo error en su discurso. Nuestro Gobernador demostró que Juárez sigue vivo en las instituciones que nos regaló pero también en la práctica diaria.
Además de enunciar los proyectos estratégicos que impactarán a Oaxaca y el desarrollo del Sur Sureste de México y que cuentan con el respaldo del presidente de México, como la conclusión de las autopistas Oaxaca-Istmo y Barranca Larga-Ventanilla así como la rehabilitación de la refinería “Antonio Dovalí” en Salina Cruz y la puesta en marcha del corredor interoceánico, el Gobernador estableció una serie de compromisos que vale la pena dimensionar por no tener precedente:
- Que en Oaxaca ningún servidor público gane un salario por encima del presidente de la República.
- Que se haga un análisis costo-beneficio y en su caso se vendan todos los activos innecesarios para sumar a la política de austeridad republicana.
- Homogeneizar y coordinar los programas sociales para evitar la duplicidad y tener un uso eficiente de los recursos públicos en beneficio de las familias oaxaqueñas.
- Rechazar los gobiernos que nos dejaron una hacienda pública deteriorada y que en los siguientes cuatro años su gobierno cumpla con dejar finanzas sanas a los futuros gobiernos de Oaxaca.
Finalmente, reiteró el compromiso de que solo hay un equipo llamado México y Oaxaca y estamos listos para caminar con el presidente de la República. Guelatao volvió a ser el corazón de la patria y la alianza entre nuestro Gobernador y el presidente López Obrador se concretó frente a Juárez. Si me pidieran un resumen es el siguiente: el héroe de la razón y el derecho está más vigente que nunca.