René Juárez Cisneros, ex Gobernador de Guerrero entre 1999 y 2005, fue designado al frente del PRI con el proceso electoral en marcha y una contienda presidencial complicada. René es uno de esos políticos serios, que cree en la militancia y en las bases antes que en las élites. Así lo demostró en el evento del domingo pasado cuando reencontró al partido con el candidato presidencial, José Antonio Meade. Y es que el acto estuvo lleno de significados: el rojo de la militancia, los principales cuadros del partido y un discurso que es una de las mejores piezas de oratoria que alguna vez haya escuchado. “Somos orgullosamente priistas, nacimos de la diversidad para construir la unidad. Aquí se entreveran generaciones y se respetan todas las opiniones. El PRI nos necesita a todos, quien tenga cariño, amor, gratitud por nuestro partido, es hora de demostrarlo trabajando para construir la victoria”. Es cierto, al PRI le hacía falta un dirigente que conectara con quienes siempre han salido a dar la cara por la institución en las buenas y en las malas. Conocí al partido muy joven y fui uno de sus dirigentes más jóvenes en Oaxaca cuando asumí la presidencia del Frente Juvenil Revolucionario en 2010. Hace ocho años, el PRI enfrentó uno de los momentos más difíciles cuando se perdió la gubernatura. Pero ahí estuvieron los priistas de verdad, los que no cambian de camiseta por un cargo público ni se avergüenzan de defender públicamente sus convicciones a pesar de los errores de quienes han manchado el prestigio de nuestro partido. Ahí estuvieron las y los priistas a los que se refería el nuevo presidente del partido. Hay que reconocerlo, los escándalos de ex gobernadores que hoy están en prisión han dañado a la institución, y sin embargo, justamente es la institución la fortaleza del PRI, no las personas.
El partido histórico de México no es, a diferencia de quienes hoy se alían en busca de ambiciones fáciles, una organización de facciones. A lo largo de décadas, se ha unido en los momentos que lo requieren y ha sabido enfrentar la derrota con dignidad para reinventarse desde la oposición. Y la más clara muestra de ello es que hoy en Oaxaca tenemos un gobierno del PRI con la juventud y sólida visión de Alejandro Murat. El amor a la camiseta y el trabajo con la gente de base fue el motor de la campaña de 2016 que lo llevó a recorrer todo el estado con sencillez, como hoy lo hace Raúl Bolaños Cacho Cué como candidato al Senado, con convicción y escuchando a la gente; a diferencia de quienes están desesperados por no poder justificar una alianza contradictoria y la ambición desmedida que los llevó a traicionar una militancia que juraban amar. Del PRI se han ido quienes han querido y qué bueno, porque el partido no puede avanzar con quienes no creen en los valores del esfuerzo y la gratitud. El liderazgo se construye caminando con la gente.
“En la construcción de nuestra gran nación el PRI ha sido pieza fundamental, los priistas estamos orgullosos de nuestro origen, nada ni nadie nos puede quebrantar… salgamos a construir la victoria, a consolidar el voto del corazón y a conquistar el voto de la razón. El primero de julio llevaremos a José Antonio Meade a la Presidencia de la República”. Las palabras del presidente nacional del PRI son claras y motivan a quienes creen en la institución a trabajar por cambiar la percepción de derrota que se tuvo al inicio de la campaña. Hay que recordar que las encuestas no son determinantes de la elección como lo mostraron dos fenómenos internacionales: el triunfo de Trump en Estados Unidos y la salida de Reino Unido de la Unión Europea. Mientras se acerca el día la incertidumbre aumenta, pero hoy hay una línea de trabajo que no se tenía y que reconcilia al PRI con su candidato ciudadano. Frente al PRI, los proyectos del Frente de Anaya y Morena no son consistentes con la realidad del país. Las falsas ilusiones que venden pueden poner en riesgo el esfuerzo por modernizar a México que han implicado las reformas educativa, energética y de telecomunicaciones, por ejemplo. Ni entregarle el control de la educación a un grupo ni amnistiar criminales ni acabar con la corrupción de la noche a la mañana son propuestas razonables. No solo eso, generar actitudes de intolerancia desde ahora en contra de quienes opinan distinto pinta un panorama poco alentador dentro de una democracia como la mexicana, en la que debe garantizarse el respeto por todas las voces.
Nunca como ahora se había podido cuestionar tanto al Presidente, lo que muestra el nivel de apertura de nuestra democracia, y sin embargo, en campaña López Obrador y sus adeptos ya han descalificado a sus críticos con argumentos tan débiles como que forman parte de la “mafia del poder”. La llegada de René Juárez al CEN del PRI es un relanzamiento de la campaña del hombre más preparado para gobernar México. Cuatro veces secretario de Estado, profesional de las finanzas públicas y con la probidad que no pueden presumir Anaya ni AMLO. El llamado del “Negro” René Juárez en la convivencia de hace unos días va dirigido a quienes crecimos convenciendo a la gente en las avenidas y casa por casa, a quienes conocimos al PRI y reconocemos su aportación histórica al México que somos, a quienes vemos en su estructura la oportunidad de transformar y no un lugar para sentarse a contemplar los cambios. El discurso de René es un llamado a la militancia para ganar en la campaña de tierra y remontar en la campaña mediática. Los primeros signos empiezan a verse, sin ocurrencias, ¡hasta la victoria!
*Ex Dirigente del Frente Juvenil Revolucionario Oaxaca