La encuesta de Grupo Reforma levantada al momento de escribir esta columna reporta que, entre la militancia priista, Alejandro Moreno Cárdenas es el gran favorito a dirigir al partido. 56% respondió que él es la mejor opción para dirigir al PRI, por 24% de Ivonne Ortega y 10% de Lorena Piñón. Los porcentajes a favor de Alito son favorables y rabasan el 50% en otras cuatro cuestiones: recuperará la confianza del electorado; tiene más liderazgo; tiene una visión moderna del desempeño político y trabajará por los intereses de todos los priistas. El jueves pasado en su cierre de campaña en Morelos, Alito señaló que el gran reto del PRI es recuperar la confianza de la ciudadanía en la institución, ni más ni menos.
Los partidos políticos son las organizaciones más importantes de un régimen democrático. Solo a través de ellos se puede aspirar a una democracia real. ¿A qué me refiero? A que no son los individuos por sí mismos, no importa qué tan carismáticos sean, cuánto tiempo lleven dirigiendo movimientos sociales, o cuánta capacidad intelectual o de acción tengan, los que determinan el curso de una democracia. No es el líder carismático sino la institución, el programa, lo que garantiza una democracia representativa. Y el PRI logró durante su historia trascender a los individuos para valorar a la institución y al programa.
La coyuntura es altamente compleja. México enfrenta enormes retos y tenemos un gobierno federal que gira alrededor de un líder que puede caerle muy bien a millones pero que no termina de ser un líder abstracto, de ideas ambiguas y vagas y decisiones muy cuestionables. Vivimos un momento de desmantelamiento del entramado institucional que costó tanto trabajo construir. ¿Qué hacer frente a este momento de incertidumbre política? Nada mejor que reconstruir las opciones políticas que no son el nuevo oficialismo. Nada como reinventar el sistema de partidos que, como en tantos países del mundo, incluso los más avanzados, desencantó a las sociedades posmodernas en su búsqueda de un ideal democrático. Si los partidos tradicionales mexicanos no estuvieron a la altura de la elección de 2018, si concretamente el PRI no pudo convencer a la mayoría de electores de que el país conducirse bajo su programa, es el momento de trabajar desde la base, con humildad, para recuperar la credibilidad de ser un partido abierto a la gente y de resultados.
Alito ha dicho que la fuerza de la militancia es básica en el nuevo proyecto que encabeza junto con Carolina Viggiano. Su mejor carta de presentación es el gobierno de resultados que encabezó en Campeche. Al momento de pedir licencia a su encargo, su estado mostraba un crecimiento económico de 4.3%, mucho mayor al crecimiento registrado a nivel nacional. Una buena gestión como gobernador es la mejor carta de presentación en este proceso electoral interno, el más importante de su historia.
La propuesta de Alito de realizar una Asamblea Nacional en 2020 es sumamente valiosa para lograr un partido más horizontal, más participativo y más democrático. Que la consulta directa a la base se erija como la principal herramienta para que la base elija las candidaturas también lo es. La prueba de fuego de la nueva gestión serán las elecciones intermedias de 2021 que renovarán la Cámara de Diputados. Frente a este enorme reto requerimos un partido renovado, fresco y capaz de articular un discurso que convenza a quienes hoy están desencantados de la política y los políticos. No me refiero solo a quienes no votaron por el PRI en las elecciones presidenciales del año pasado, sino a quienes actualmente están desencantados con la vulgarización de lo que debería ser, en esencia, el arte de gobernar y de discutir públicamente las ideas para convivir armónicamente.
Hoy escribo esto como militante de un partido político que ha contribuido al desarrollo histórico del país. El partido constructor de instituciones del siglo XX que está llamado a ser el partido de la ciudadanía en el siglo XXI. Un PRI de vanguardia, fortalecido, y humilde. Un PRI en el territorio, dialogando con las comunidades, en contacto con la gente. Un PRI sin los vicios del pasado; eficiente y cumplidor. A este PRI le apuesta Alito Moreno y le apostamos los priistas que creemos en la democracia y el progreso. ¡Hoy gana Alito!
*Ex dirigente del FJR en Oaxaca