En mi memoria la frase “Todos tenemos las virtudes de nuestros defectos y los defectos de nuestras virtudes” corresponde a la autoría del gran escritor y mejor psicólogo Johann Wolfgang von Goethe, y creo que es la frase más certera para el caso clínico de Andrés Manuel López Obrador. Debo decir antes de que sus muchos admiradores dejen esta lectura indignados, que por otra parte François de La Rochefoucauld dijo un siglo antes: “Sólo los grandes hombres tienen grandes defectos.”
El asunto sería una trivialidad, pero el grado extremo de cerrazón de Andrés Manuel López Obrador y de la multitud de sus irracionales seguidores conviertieron lo insignificante en grande, que no es lo mismo que grandioso.
“El no conozco” de AMLO desató una tormenta de 8 días de furia entre los fieles al líder de Morena y sus detractores, por cierto digna de mejor causa, y esto ante el azoro de quienes sin filia alguna en este enredo, disfrutaron (disfrutamos) de la batalla campal en Twitter. Aquel zipizape estuvo de antología, se dieron hasta con la cubeta.
Los lopezobradorístas, cautivos de una fe ciega y por ende ingenua, imputaron de falsas, adulteradas y manipuladas a las susodichas fotografías, otros incluso manipularon las fotografías que ya circulaban y esto no cesaría, aun cuando las imágenes cual biblicos panes y peces, se multiplicaran.
Así el domingo 26 de octubre, en la manifestación Andrés Manuel López Obrador insistió, al tomar el micrófono en el momento estelar del evento: “Por suerte y para decepción de mis detractores, no conozco a José Luis Abarca”, a partir de ese instante arreció la tormenta contra el imperturbable López Obrador, ya no eran una o dos las fotografías “incomodas” del líder carismático, sino varias, los especialistas en fotografías trucadas daban sus opiniones, los “expertos” seguidores de López Obrador aducían que eran más falsas que un billete de 3.5 pesos, en tanto que los “peritos” detractores aducían su autenticidad.
El 28 de octubre, “AMLO” ya era una tendencia de dos días en la red del pájaro azul, a las casi seis de la tarde, López Obrador lanzó un tuit retador “Están nerviosos porque propuse la renuncia de EPN. Se me lanzó Camacho, Manlio, Gamboa. Faltan Salinas y Fox. Pero la patria es primero”. Fue como arrojar gasolina a la hoguera.
Otras voces sugerían en las redes a López Obrador, aceptar lo innegable, que admitiera la autenticidad de las fotografías, y que argumentara que esas fotos fueron tomadas al calor de la campaña y ya, que lo que hacía grotesco el nimio asunto de la fotografía de un candidato en campaña, no lo comprometía en absoluto. Por fortuna el obstinado dueño de Morena y ex candidato presidencial del PRD, tuvo un momento de lucidez o mejor dicho, de sabia prudencia, cuando minutos después de las seis de la tarde publicó en su cuenta de twitter: “Aún con la foto no conozco a Abarca, ni establezco relaciones de complicidad con nadie y creo que por el bien de México EPN debe renunciar”.
Sin duda es una rectificación, pues al decir “aún con la foto” el testarudo poeta, líder y pastor reconoció su autenticidad, eso fue suficiente para que la calculadora Televisa saliera tranquilamente de su cubil a criticarlo a “toro pasado”. Por desgracia exhibió a miles de fieles seguidores de López Obrador que quemaron sus naves en la bahía de los crédulos y juraron (perjuraron) que las fotos no existían o habían sido adulteradas… Cosas de la Fe.
Por Antonio Limón López