La 44.ª Cumbre del G7 se celebró en el Fairmont Le Manoir Richelieu, en La Malbaie, en la región de Charlevoix en Quebec (Canadá). Sin Rusia en la mesa de negociaciones más importante del mundo, el G7 es un poderoso órgano multilateral en el que participan las 7 economías más sólidas del mundo: Estados Unidos, Canadá, Francia, Italia, Alemania, Reino Unido y Japón, además del acompañamiento de la Unión Europea. En esta ocasión, el anfitrión fue el primer ministro canadiense Justin Trudeau quien se ha caracterizado por su liderazgo carismático y apertura a temas de una agenda progresista, como los derechos de las personas con preferencias sexuales diferentes y con discapacidad. Asimismo, cuando conformó su gobierno optó por un gabinete paritario y representativo de la pluralidad de Canadá.
Al asumir el 14 de diciembre la Presidencia del G7, Trudeau señaló las líneas de trabajo que su país proponía al interior del grupo:
- Invertir en crecimiento que funcione para todos.
- Preparación para trabajos del futuro.
- Promover la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres.
- Trabajando juntos en cambio climático, océanos y energía limpia.
- Construyendo un mundo más pacífico y seguro.
Cada una de estas líneas es ilustrativa del papel que las naciones deben jugar frente a los desafíos que implica vivir en un mundo cada vez más globalizado. La responsabilidad de las naciones es vital para llevar a la prácticas las relaciones internacionales y demostrar que la diplomacia sí da resultados.
Por primera vez, esta cumbre se celebra con la presencia de dos mujeres Theresa May de Reino Unido y Angela Maerkel de Alemania. Su presencia ratifica que las mujeres seguirán teniendo un rol preponderante en la toma de decisiones de sus países, regiones y del mundo entero. A pesar de la serenidad acostumbrada por ellas, así como el perfil de Trudeau y Macron, el elemento disruptivo fue Donald Trump. El presidente estadounidense tensó la cumbre de principio a fin y se convirtió en el protagonista de los temas centrales: comercio y cambio climático.
El presidente de Estados Unidos Donald Trump rechazó suscribir una declaración de consenso e insultó al anfitrión y primer ministro de Canadá, Justin Trudeau. En su cuenta de twitter escribió:
“Basado en las falsas declaraciones de Justin en su conferencia prensa y en que Canadá cobra masivas tarifas a nuestros granjeros, trabajadores y compañías, ordené a nuestros representantes no apoyar el comunicado”. Trudeau “actuó tan sumiso y dócil durante nuestras reuniones del G7 solo para dar una conferencia de prensa después que me fui, en la que dijo que ‘las tarifas de Estados Unidos son algo insultantes'”, escribió Trump, para quien el líder canadiense fue “muy deshonesto y débil”.
Más temprano, Trudeau había dicho a periodistas que la invocación de Trump a la seguridad nacional para justificar la imposición de aranceles al aluminio y al acero era “insultante” para los canadienses, que pelearon junto a sus aliados estadounidenses desde la Primera Guerra Mundial. Una imposición que también afecta a México y ha tensado las negociones del Tratado de Libre Comercio de América del Norte y esta semana tuvo al dólar en hasta 21 pesos. Los insultos de Trump podrían esperarse frente a un dictador o un político que rivalice con él en su propio territorio, pero esta vez se centraron en el anfitrión de la cumbre y un político liberal con alta aprobación: Trudeau. La soberbia de Trump está presente incluso con sus pares de los países más poderosos del mundo.
El G7 se reúne desde 1973 cuando tuvo la iniciativa el entonces Secretario del Tesoro George Shultz estadounidense, y fue hasta 1998 cuando se incorporó Rusia, hoy suspendida del organismo. Actualmente, los países del G-7 representan más del 64 % de la riqueza global (263 billones de dólares USD). En ese sentido, el G7 puede ser definido como “una alianza conformada por un grupo selecto de Estados, con un posicionamiento estructural similar —resultado de la coincidencia en sus capacidades nacionales—, sin barreras ideológicas, con disposición para coordinar sus políticas hacia la consecución de objetivos comunes y la voluntad para establecer algunos medios técnicos de cooperación”, según Daniel Ruvalcaba.
A pesar de que el G7 cuando con mandatarios y mandatarias inteligentes y proactivos, capaces de incidir y crear mejores condiciones para el futuro de la humanidad, hoy este organismo está sujeto a los caprichos de un belicoso empresario, que no cree en el ganar-ganar sino en la presión consistente de sus rivales, que apuesta a desacreditarlos y genera conflictos con aliados tradicionales tendiendo su otra mano a dictadores como Kim Jong Un de Corea del Norte. La foto que circuló hace una semana, en la que varios presidentes tienen caras largas mientras él se ríe moderadamente desde su silla es reflejo del mundo que vivimos y en el que la soberbia de Trump marca para mal la agenda diaria a nivel internacional.
*Director General del ICAPET Oaxaca