“Al Congreso se llega a legislar” escribió en 2004 en anodino artículo exclusivo, muestra de pobreza intelectual, el diputado priísta tabasqueño Nicolás Bellizia Aboaf. Pero podríamos añadirle, “también se llega a esquiar”. Sucede que este, uno de los 500 talentosos representantes populares de la actual legislatura federal, sufrió un accidente en la estación alpina de Whistler, cercana a Vancouver, Canadá. Cualquiera pensaría que es un accidente de consecuencias familiares.
No es así. La Cámara de Diputados, con singular generosidad ordenó pagar una suma cuantiosa para el traslado del “señor diputado” La friolera de 17,000 dólares en un avión Learjet. Desde Vancouver a Mexicali. Realmente se salvó la Patria. Se rescató a un turista VIP mexicano que disfruta vacaciones de semana santa en el extranjero. Igual que cualquier mexicano de medio pelo, igual que un trabajador de los “pocitos” mineros de Coahuila donde gana 130 pesitos diarios arriesgando la vida todo el tiempo.
Es indignante el dispendio que los “señores diputados y senadores” significan para el pueblo. Usan los recursos de la Nación como “piñata”. Lo mismo en una obra faraónica que registra antes de su inauguración, inundaciones y filtraciones, Como el Mausoleo del Congreso de la Unión hasta el “señor diputado” al que se le pagan los gastos de su impericia tropical. Un tabasqueño esquiando, no deja de ser insólito. Pero no lo es el gasto que significa cubrir su traslado por el accidente en que demostró su novatez. Las dos piernas fracturadas, revelan ineptitud en esos deportes.
El contraste sangriento: los datos difundidos por el CONEVAL. En México la niñez está cada vez más desamparada: sufre hambre. No el eufemismo hipócrita de esa institución “falta de acceso a la alimentación”. Sin duda somos especialistas en la invención de eufemismos. Pero los datos revelan que en la niñez se ensaña la guadaña del hambre. Supera a la de los adultos. En pocas palabras estamos criando niños que serán adultos con capacidades limitadas: tarados desde ahora. Por hambre, por subalimentación y enfermedades que se originan en el hambre. No hay otro futuro. Un país con cada vez más, adultos incapaces de forjar un futuro mejor. Un país de mediocres. Y de incapaces para esquiar.
Por si fuera poco, nuestro querido Oaxaca sigue entre los últimos escalones del “desarrollo” nacional. O si lo prefiere usted, en los primeros lugares del hambre y el desempleo. De la improductividad. Esos datos deben ser la brújula que oriente el Plan de Estatal de Desarrollo o será un bodrio más. Esos indicadores revelan la dura cuesta que debe superarse para entonces convalidar la versión burocrática de un “gobierno diferente”.
El ofensivo contraste del despilfarro de los “señores legisladores” y el hambre de la niñez del país y de Oaxaca, para los auténticos políticos debe ser llamada de atención urgente. Reclamo vivo de la ofensa a la Nación por el boato diputadil y la realidad de la infancia nacional. En el despilfarro se van los recursos que deben orientarse a los pobres. Especialmente a nuestros niños. Pero parece que los políticos están cada vez más sordos. Se reúnen en Yucatán para celebrar a una gobernadora dilapidadora del presupuesto que se ejerce a favor de empresarios privados extranjeros, para “crear empleos”. Se reúnen con Salinas de Gortari, su “Gurú” para anticipar el triunfo del PRI en 2012. Solo faltó Juan Pueblo en la foto de los “enguayaberados” que sueñan con regresar a Los Pinos para seguir extorsionando a los mexicanos.
¡Ah!, por cierto. En el caso del “accidentadito” por no saber esquiar apareció un diputado oaxaqueño: “El Yoyo” Heliodoro Díaz Escárrega. Con sapiencia singular afirmó que el accidente de marras se debió a “una caída”.
¡Caída presupuestal!