Parafraseando al Gran Gesticulador de Palacio, hoy, en Oaxaca, como nunca antes…
Tenemos una sociedad crítica y atenta a lo que hace y dejan de hacer nuestros gobernantes, a nivel federal, estatal y municipal, pero con escasos espacios de participación e interlocución institucional para ser escuchada y atendida.
Padecemos un gobierno estatal con un jefe del poder ejecutivo parcial, si no es que omiso, en la rendición de cuentas, simulador y copartícipe de las peores prácticas en el ejercicio del poder que ha elevado a rango de política pública la mentira y la demagogia, al punto que hoy, ante la derrota de su partido y el arribo de AMLO a la presidencia de la república, no ha vacilado en olvidarse de su rancio priísmo para alinearse con la 4T y, todavía, confundir a los oaxaqueños , y a las bases morenistas en especial, con sus posicionamientos en favor de las iniciativas lopezobradoristas.
Padecemos y padeceremos, porque no se observa por ningún lado voluntad de cambio, de un gabinete cojo, desvinculado de la realidad oaxaqueña, rapiñero y frívolo, en donde la permanente disputa por privilegios y el mal uso de los recursos públicos ha sido el hilo conductor de su quehacer cotidiano.
Como nunca antes, atestiguamos la rápida descomposición política del nuevo poder legislativo en donde los viejos y nuevos pactos con el muratismo camaleónico y corruptor se imponen en forma proporcional a las divisiones, no precisamente ideológicas, de la fracción morenista. Atrapados en sus desacuerdos y querellas que no parecen encontrar vías de conciliación , lo que ahora se observa es el avasallamiento de unos ( el G-16) los más, sobre una minoría ( G-9) que impávida solo alcanza a protestar tímidamente ante su virtual desplazamiento y las concesiones otorgadas a la primera minoría priísta.
Tenemos un poder judicial opaco , omiso en el cumplimiento de la impartición de justicia y disminuido en su credibilidad por la errática ruta seguida por su titular para deshacerse de los magistrados que integran el Consejo de la Judicatura; cuestionado también por los tropiezos de la Fiscalía General para esclarecer los feminicidios y otros delitos igual de graves vinculados a la delincuencia común y organizada.
La impartición de justicia electoral tampoco vive su mejor momento, al contrario, hoy, como nunca antes, los magistrados del Tribunal Estatal Electoral sirven con abyección a sus promotores políticos y han convertido el “impulso procesal” en norma y práctica corruptora común para garantizar resoluciones a modo.
Y, con sus contadas excepciones, como nunca antes, partidos políticos, legisladores federales y locales, autoridades municipales, organizaciones sociales, sindicatos y ongs guardan tanta” compostura institucional” ante la creciente ola de violencia criminal que ya prácticamente ha invadido todo el territorio oaxaqueño .
¿El gobierno de AMLO cambiará este lamentable estado de cosas en Oaxaca? Difícilmente, si la sociedad no reacciona ni encuentra canales eficaces para empoderarse y si las leyes y políticas públicas que se promuevan y apliquen a nivel federal devienen en simulaciones y comparsas de los actores locales en los tres niveles de gobierno y en el ámbito municipal. Y sobre todo si persisten y se renovan los viejos cacicazgos políticos instaurados durante el priato para ahora cohabitar y compartir el poder con esa vieja izquierda tribal y pragmática que ayer en el PRD y hoy en Morena le apuesta al gatopardismo y a los pactos en lo oscurito para seguir gozando de los privilegios del poder.
Noviembre 28 del 2018.